Un reportaje de Agustín Achúcarro
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León bajo la dirección de Christoph König recuerda a la figura de Cervantes con un concierto extraordinario, hoy viernes 11 de noviembre, en el Auditorio de Valladolid. Interpretarán La del alba sería… de Cristóbal Halffter, en la que intervienen las sopranos Pilar Jurado y Saioa Hernández, que sustituye a Carmen Solís, quien ha cancelado por un proceso catarral, y el barítono Josep-Miquel Ramón; y Don Quijote de Richard Strauss, con el chelista Màrius Díaz, representando a Don Quijote, y el viola Néstor Pou, como Sancho Panza.
La del alba sería…, obra que la propia OSCyL ha interpretado en Salamanca y estrenó en La Expo de Lisboa en mayo de 1998, supuso en su día un adelanto de la ópera Don Quijote, concretamente de las tres primeras escenas. “Están construidas alrededor de la destrucción de los libros, cuando consideran que Don Quijote está loco y la lectura le ha llevado a la perdición; recuerdo que empezaba como una especie de pesadilla de Cervantes sobre su existencia y desgracias, sabiendo que el único consuelo que le quedaba era la muerte y el resquemor, pues como dice el texto: no hay pena mayor que no haber sido”, explica Josep-Miquel Ramón, quien aborda el personaje de Cervantes y es el único de los cantantes que intervienen en este concierto que participó en el estreno de lo que luego fue la ópera en el año 2000, en el Teatro Real. “Dulcinea y Aldonza-prosigue el barítono-, en el universo de Cristóbal Halffter y Andrés Amorós, el libretista, son en realidad la misma persona, y las que inspiran el sueño creador del genio cervantino”.
Josep-Miquel Ramón se adentra en lo que es el tratamiento de las voces y el tejido orquestal. “Es muy curioso que tanto Dulcinea como Aldonza, que son personajes ficticios, atemporales, como lo es Don Quijote, tengan una música que es puramente contemporánea, Halffter en estado puro, mientras que Cervantes al ser un personaje real esté acompañado con una música de la época basada concretamente en Las diferencias sobre el canto del caballero de Cabezón, con lo cual se superponen los dos mundos”. En la misma línea se explica la polifacética soprano Pilar Jurado. “Es una obra compleja, que como hacen otras muchas mezcla tradición con vanguardia, con temas castellanos muy reconocibles que suma a agregados muy complejos, sobre una atmósfera, ya sea modal o tonal, de la que muchos de ellos pelean por salir, y unas veces se encuentran y otras se diluyen”, apunta la soprano, quien a continuación se centra en su personaje, el de Dulcinea. “Dada la complejidad que tiene la orquesta también lo es el cantar, pues no existen muchas referencias, aunque haya momentos en que cuando aparece alguna melodía es más fácil entrar, pero eso no ocurre en la mayoría de los casos, por lo que estás ante una masa sonora con la que casi tienes que luchar”. “Dulcinea es el papel que juega con la tesitura más aguda, más extrema, sin olvidar que ella y Aldonza son como una especie de moneda de doble clara, por lo que siempre aparecemos juntas, en una partitura vocalmente exigente, al tenerte en la zona aguda y en la de paso mucho tiempo y repetir esos procesos, algo que solo es abarcable con una buena técnica, de hecho creo que para mí es idónea y me siento cómoda cantándola”, piensa Pilar Jurado.
Josep-Miquel Ramón da un enfoque de la parte vocal desde la perspectiva de su personaje: “El papel de Cervantes, como ya he dicho, se basa casi por completo en Las diferencias sobre el canto del caballero, pero siempre con ese carácter propio de Halffter, por lo que se nota como va deslizando su propio lenguaje musical y, al final, aunque ya está todo metido en el puro mundo de Halffter se mantiene ese carácter clásico, por lo que se canta como se hacía en el barroco”. “Eso sí-apunta el cantante- la tesitura es muy aguda y la plantilla orquestal es inmensa, pues Halffter busca una gran paleta rítmica, de colores y timbres orquestales, algo que con mucha sutileza sigue la orquesta, mientras el maestro König cuida mucho el equilibrio con los cantantes”. Lo que apostilla Pilar Jurado, quien considera que por su faceta de directora “ver dirigir a König es un verdadero placer”, ya que según lo ve ella “tiene un dominio absoluto de lo que está haciendo”.
Josep-Miquel Ramón hace alusión a la lectura de algunos versos que canta el propio Cervantes: “No es cordura querer curar la pasión cuando los remedios son muerte, mudanza y locura”. “Y a continuación se pregunta: ¿Quién me causa este dolor?, y se responde: amor, para terminar aludiendo a La del alba sería. Con esto el cantante parece querer dar un valor especial al eterno conflicto, que subyace en la obra, entre los ideales humanos y todas las miserias de esa misma humanidad.
En relación al Don Quijote de Richard Strauss, el viola Néstor Pou rememora la experiencia que ya tiene con esta obra: “La primera vez que la toqué fue con Natalia Gutman, exactamente en cinco conciertos, dos en el Teatro Calderón de Valladolid, otro en Segovia, otro en León y otro en el Auditorio Nacional con Alejandro Posada dirigiendo”. Pou tiene grabado en su mente lo que supuso para él trabajar con Gutman. “Tocar con una leyenda del violonchelo como ella fue una experiencia increíble, además es una persona muy familiar, muy matrioska, y recuerdo esa experiencia de forma muy grata, con las conversaciones que tuvimos con ella y todo lo que sucedió, que fue realmente fenomenal”. Luego tocó Don Quijote junto al chelista Aldo Mata y la Sinfónica Nacional de Colombia en Bogotá y después lo hizo con Màrius Díaz en Medellín y en el Auditorio de Valladolid. “Creo que ahora la veo de forma diferente, antes era un Sancho Panza más activo, más nervioso, y ahora lo interpreto más pausado, mucho más campechano y muy con los pies en la tierra”, suscribe Pou. En relación a lo que la viola aporta a la figura del ayudante de Don Quijote Néstor Pou no tiene dudas: “Creo que le va al personaje como anillo al dedo, Strauss era un compositor increíble y lo pensó de tal manera que dio con el sonido exacto, como ocurre cuando tengo las intervenciones con el clarinete bajo y la tuba, que empastamos perfectamente”. “Además,- añade Pou- la viola tiene un sonido muy humano, con un registro medio muy meloso, diría que acaramelado y achocolatado, y su profundidad creo que precisamente es le que le da la parte humana al personaje”. En cuanto a su compañero el chelista Màrius Díaz, ambos son solistas de sus respectivas cuerdas en la OSCyL, el viola le valora en función de unas características muy claras. “Es un Don Quijote al que se le nota el carácter, porque tiene muy bien asumido el personaje, y creo que lo interpreta ahora de manera aún más reflexiva, realmente le viene esta pieza como anillo al dedo”.
Néstor Pou concluye matizando algunas cosas en relación a la obra de Strauss. “Más que un concierto con solistas, es un obligato muy importante, que te hace pasar de tutti a solista, lo que requiere otro tipo de sonido, pues siempre estás intentando empastar cuando tocas con tu sección en la orquesta, y ahora esta partitura te da la oportunidad de sacar un sonido más amplio, de mayor libertad, con momentos que te tocan la fibra, que son de poner los pelos de punta, como la descripción de Sancho que hace la viola, con una personalidad bastante latina, algo muy curioso si se tiene en cuenta que el compositor es germano”.
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