Crítica de Aurelio Martínez Seco del CD grabado por Paavo Jarvi al frente de la Tonahalle-Orchester Zurich, con la Novena sinfonía de Bruckner
Aspirar a grandeza
Por Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
CD: Novena sinfonía de Bruckner. Paavo Järvi. Tonhalle-Orchester Zürich. Sello ALPHA Classics.
Paavo Järvi lleva años interesándose por Bruckner, ya sea con la Tonhalle-Orchester Zürich, la Sinfónica de la Radio de Frankfurt o la DR Elbphilharmonie Orchester. Es Anton Bruckner un compositor muy difícil de apreciar y poner en sonido, salvo que nos conformemos materialmente con ver dirigir la partitura sin salirnos del papel, pensando quizás que con ello nos adentramos en alguna verdad esencial, cuando en realidad estamos tan sólo al comienzo de un viaje artístico que debería ponerse al servicio de ciertas ideas obligatoriamente trascendentales. Una de las primeras, necesaria respecto a la figura del director, es la de Autoridad. En este disco que comentamos, Paavo Järvi se pone con autoridad indiscutida al frente de la Tonhalle-Orchester Zürich, buen conjunto del que lleva siendo titular desde 2019 y que antes de él comandaron maestros destacados, como Christoph Eschenbach y Rudolf Kempe. En la versión, la orquesta sigue a Jarvi con un respeto obvio a sus marcas, acatando con generosidad y aplomo los preceptos poéticos de uno de los pocos directores que hoy podría aspirar a decir algo simbólico a través de una orquesta sinfónica.
Hay una evolución atractiva en el arte de Paavo Jarvi, un desarrollo que también apreciamos en esta grabación, en parte porque anhela cierta originalidad. Es obvio el magisterio conductor y la brillantez de los músicos, como patente la influencia de grandes artistas del pasado, por ciertas líneas interpretativas que parecen coincidir en intencionalidad con versiones más clásicas e importantes.
La versión de Paavo Jarvi aspira a cierta grandeza. Es una elegancia lujosa, escrita con letra preciosa pero en minúsculas, quizás porque la autoridad, elegancia y formación filológico-melológica no son suficientes para resucitar esta música concebida únicamente para los más grandes. Puede ser que esta partitura magnífica no admita ponderaciones desmesuradas equilibradas, ni el más mínimo atisbo de timidez. En cualquier caso, nos ha sorprendido la versión por su encanto atrayente, aunque tengamos la sensación de que no está resuelta con total convencimiento y claridad. A veces la propia música da la sensación de contemplarse, sacándonos de su fluir atemporal, o de mostrar su fuego sobre todo en los momentos más obvios y efusivos, pero no en el resto. Y todo ello sin menosprecio de que la aspiración de Jarvi en esta puesta en sonido sea la de una grandeza legítima y hechicera que vemos en otros con nitidez, pero en él todavía no.
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