La última de las aventuras (al menos registrada fonográficamente) del siempre inquieto Moisés P. Sánchez es un experimento en formato de trío de jazz junto a Pablo Martín Caminero al contrabajo y Pablo Martín Jones a la percusión.
Bach se asoma a 2022
Por Juan Carlos Justiniano
Moisés P. Sánchez: Bach (Re)Inventions. MarchVivo. 2021. Moisés P. Sánchez [piano y arreglos], Pablo Martín Caminero [contrabajo], Pablo Martín Jones [percusión, kalimba y efectos].
Parece completamente natural que la clásica y el jazz ocupen estanterías diferentes en la sección de música de El Corte Inglés. Se asume que son músicas distintas con públicos e intérpretes distintos que conforman además mundos opuestos e incluso enfrentados a veces de manera verdaderamente hostil. A estas alturas y en este foro huelga decir que esta dualidad antagónica que enfrenta a los clásicos y a los del jazz no es más que un prejuicio anticuado, rancio y absolutamente maniqueo.
El mismísimo Miles, a pesar de fanfarronadas como la de que los músicos de atril «no son más que robots únicamente capaces de tocar lo que está escrito», nunca ocultó que en su juventud aprendió muchísimo sumergiéndose en la obra de compositores como Ravel o Khachaturian. De hecho, estudió en la Juilliard… Un músico «académico» (muy entrecomillado) como Steve Reich declaró que Africa/Brass (Impulse, 1961) de Coltrane ha sido el álbum que más ha influido en su modo de entender la música. Keith Jarrett es un jazzista también célebre por interpretar a Bach, Mozart o Shostakovich, quien, por cierto, en 1959 acudió al Jazz Workshop de San Francisco para escuchar al quinteto de Cannonball Adderley y, como señalan las crónicas, quedó prendado del grupo y especialmente de la batería de Louis Hayes. Pero más allá de anécdotas que podrían contarse por miles, para comprobar que ambas músicas para nada se repelen, que la supuesta dicotomía choca frontalmente con la realidad y que ambas tradiciones no solo no se excluyen sino que constituyen perfectos vasos comunicantes basta con acudir a la historia de la música. Compositores europeos como Stravinsky, Milhaud, Krenek y por supuesto los estadounidenses Gershwin, Copland o Bernstein, embriagados sobre todo por aspectos como la tímbrica y la rítmica del jazz se entregaron a esta nueva música con auténtica fruición. Del otro bando, portentosos jazzmen como Duke Ellington, Gunther Schuller, la Third Stream o Charles Mingus apostaron por dar un mayor peso al aspecto compositivo e hicieron crecer sus obras empleando formas y recursos propios de la música académica. Experimentos con la fusión de la clásica y el jazz –y todo esto omitiendo cualquier tipo de reflexión semántica y sin abrir el melón de la música contemporánea y el jazz de vanguardia– ha habido muchos, de todo pelaje y para todo los gustos: algunos, como las figuras de Gershwin o Bernstein, representan emblemas de la música; otros, a mi parecer, rayan en lo burdo como en el caso de las diversas colaboraciones de Jan Garbarek con el Hilliard Ensemble.
Bach (Re)Inventions (MarchVivo, 2021) pretende, en un auténtico acto de valentía y con un mayor sentido de la orientación que el que guio a Garbarek, tomar uno de los infinitos caminos posibles para el encuentro de la clásica y el jazz. La última de las aventuras (al menos registrada fonográficamente) del siempre inquieto Moisés P. Sánchez es un experimento en formato de trío de jazz junto a Pablo Martín Caminero al contrabajo y Pablo Martín Jones a la percusión que, como señala su artífice, consiste en «inventar» sobre las quince Invenciones a dos voces, BWV 772-786 de Johann Sebastian Bach. El proyecto nació hace unos años cuando la Fundación Juan March encargó al madrileño, pianista habitual de la institución y posiblemente el músico español que con mayor entusiasmo aboga por eliminar las «fronteras» convencionales de la música clásica y el jazz, una partitura que se estrenó en diciembre de 2018. Ahora acaba de ver la luz una grabación de la misma efectuada en octubre de 2020 que, a la sazón, conforma uno de los primeros títulos con los que se estrena el nuevo proyecto discográfico de la Fundación, MarchVivo.
Bach (Re)Inventions podría definirse como una atractiva glosa de las Invenciones. Nada más y nada menos. El alemán está ahí, se le escucha, se le reconoce perfectamente, solo que comparece acompañado de abundantes notas al margen, de apuntes de todo tipo que ayudan a verter y expresar en una lengua contemporánea palabras y construcciones sintácticas que sonaban a otra época. En lo constructivo hay un nexo que une las Invenciones con las (Re)Invenciones: el hecho de que ambos ejercicios musicales puedan comprenderse como una recopilación del estado de la música de su tiempo. Si Bach confeccionó un pequeño diccionario de uso, un libro de estilo de la música de hace trescientos años que pronto devino en una obra escolar donde hallar los fundamentos de lo clásico, de la tonalidad, de las opciones modulatorias y en general del funcionamiento armónico, rítmico, melódico, contrapuntístico y formal de la práctica común; Moisés P. Sánchez propone un ejercicio análogo y actualiza desde el presente las posibilidades del juego musical que definen a Occidente pero ahora partiendo de otros mimbres. De otros mimbres y desde uno de los mayores receptáculos de la inteligencia musical como es el jazz, le pese a quien le pese.
Una escucha superficial descubre que Bach (Re)Inventions es jazz en muchas acepciones: jazz en la forma en la que el trío pone en entredicho y se mide con la obra original, jazz porque se escucha a tres músicos aproximándose a la partitura bachiana como quien maquina una coartada para desplegar libremente su universo creativo y, sobre todo, jazz porque sin dejar de parafrasear a Bach suena a jazz (¡!). Tautologías aparte, que Bach suene a jazz no se consigue metiendo swing a las figuraciones ni tomando el texto del alemán para tratarlo como si fuera un standard escolástico. Lo que plantea Moisés P. Sánchez se edifica desde un nivel más profundo y resulta mucho más audaz, musical y efectivo. Buena parte de la música de las Invenciones se conserva y se respeta en su literalidad casi de manera escrupulosa. En esos momentos el papel de Caminero es el de doblar la línea del bajo y el de Martín Jones empujar la música desde la percusión con ritmos y claves según conveniencia. Pero la magia y el jazz aparecen cuando a mitad del camino se comienza a roturar el decurso natural de la música y entre los intersticios del pentagrama se abre espacio para la reinvención y el juego improvisatorio. La genialidad es que todo esto lo plantea Sánchez recogiendo el testigo del alemán pero desde la óptica y el oído de 2022. Desde luego en lo rítmico, el pianista prolonga la idea primigenia de inspirarse en movimientos de danza, lo único que ahora invita o hace guiños a todo tipo de ritmos y tradiciones: desde el flamenco y las bulerías (invención 4) hasta el funk (invenciones 2 y 5) pasando por la música de baile, el drum & bass (invención 2), la música negra o por grooves como el drunk feel (invención 5). Bach (Re)Inventions se erige asimismo en una síntesis de la concepción contemporánea de la armonía en general y de la tonalidad en particular: 300 años después la armonía es mucho más flexible y rica en cromatismos, las disonancias se abordan sin ningún tipo de recelo y el resultado es mucho más abigarrado en comparación con la desnudez de las líneas y la explicitud armónica del contrapunto de las Invenciones. Y así, partiendo de los avances de la era clásico-romántica, de las exploraciones de compositores como Bartók, Debussy o Ravel que condujeron a la eclosión de la tonalidad, y recogiendo el bagaje de más de un siglo de historia del jazz, Moisés P. Sánchez recompone los materiales originales y da un renovado aire al trabajo motívico añadiendo tensiones y coloreando las tríadas, jugando con el intercambio modal o superponiendo a la partitura bachiana progresiones propias de la armonía moderna ora para tocar dentro, ora para tocar out.
Sánchez explica que cada invención proyecta «un mundo particular», y esto es algo que logra con creces por su reconocible eclecticismo. El pianista es un gran observador, un músico enormemente curioso a la hora de conformar su catálogo de referencias y gracias a ello y al oficio de sus compañeros Bach (Re)Iventions transita por una paleta bastante amplia de estilos. En Pablo Martin Jones, ya sea desde la batería, la kalimba, el cajón o programando aparatos electrónicos, descansa buena parte de las múltiples atmósferas que evoca cada invención. Por su parte, Pablo Martín Caminero se adapta prácticamente a todo. El vitoriano es probablemente el contrabajista más versátil (y quizá de mayor formación) de la escena jazzística española, un músico que domina sobradamente la técnica de su instrumento (incluido un manejo impoluto del arco) y de igual manera lenguajes como el jazz, el flamenco y el repertorio clásico. En esa encrucijada de músicas Caminero desarrolla su personalidad y en Bach (Re)Inventions simplemente borda una interpretación formidable que brilla sobre todo en los momentos cantantes y melódicos. En eso es uno de los mejores y eso es algo que comparte con Sánchez, un pianista con una indiscutible querencia hacia lo lírico y un discurso abiertamente melódico que lo emparenta con maestros como Brad Mehldau o Esbjörn Svensson, a quien (me apostaría algo) dedica alguna alusión directa en forma de cita literal.
Bach (Re)Inventions podría entenderse como un manual que explica la música actual, como un catálogo de los «inventos» musicales de la contemporaneidad, como una enciclopedia actualizada del estilo musical occidental donde a la entrada «BACH, JOHANN SEBASTIAN» le acompañan en páginas muy cercanas otros nombres propios como el de «BIRD (también conocido como Charles Christopher Parker, Jr.)». El primero como artífice o espejo de la música del periodo clásico-romántico cuyo legado se ha transformado directamente en el temario de disciplinas como análisis, armonía, composición, contrapunto y fuga; y el segundo como epítome de la ya vieja historia del bop y del jazz, cuyas composiciones, solos e improvisaciones analiza y deconstruye cualquier jazzista para convertirse en tal. Seguro que Moisés P. Sánchez ha estudiado a ambos con idéntico escrutinio porque Bach (Re)Inventions es una suerte de encuentro maravilloso de lo que uno y otro representan. Ese conocimiento profundo del lenguaje jazzístico y del repertorio clásico y una formidable intuición son los elementos que han alumbrado un proyecto inteligentísimo que en ningún momento da la sensación de que vaya a encallar.
Son muchas las reflexiones que podría plantear para un académico lo que realmente es Bach (Re)Inventions. Para una filosofía de la música, para la musicología o incluso para una sociedad de autores podrá ser de interés discutir quién es el verdadero compositor de la obra, si Bach o Moisés P. Sánchez, especular acerca de si las (Re)Inventions siguen siendo las Invenciones o ensimismarse perorando sobre si el madrileño ha reescrito o enmendado la página bachiana. Habrá quienes al respecto opinen que ni una cosa ni otra, que lo que ha hecho ha sido un destrozo. Para estos –seguro que pocos– Bach (Re)Inventions no pasará de un collage, un pastiche o, peor, de una apropiación indebida o de una profanación imperdonable de una partitura canónica. Pero a veces las cosas son más sencillas y tanta erudición queda eclipsada por el puro placer sensual –con permiso de san Agustín, con el beneplácito de Aristoxeno de Tarento–.
En palabras del «reinventor» Moisés P. Sánchez, en los tres siglos que nos separan de Bach «han pasado demasiadas cosas como para obviarlas y no ver qué sucede si jugamos con ellas». El pianista y su trío se han atrevido a hacerlo, se han atrevido a jugar con esas «demasiadas cosas» y a poner al día la genialidad musical del alemán. Se decida por una estantería u otra el encargado de turno del Corte Inglés, Bach (Re)Inventions es una obra redonda desde su formulación hasta su interpretación, un excelente ejemplo de cómo en realidad la clásica y el jazz son dos tradiciones que perfectamente se pueden retroalimentar y una propuesta realmente placentera de escuchar. Esto, y no las dudas sobre dónde colocar el disco, es en definitiva lo que de verdad importa.
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