Por Agustín Achúcarro
CD: P´ra Você. Obras de Jayme Ovalle, Heitor Villalobos, Carlos Pagliuchi, Óscar Lorenzo Fernández, Alberto Ginastera y Carlos Guastavino. Raquel Lojendio, soprano, y Chiky Martín, piano. IBs Classical. 2020 Copyright IBS Artist- N. cat: IBS 22020. DL GR 143-2020. 1cd DDD. Duración: 64´44´´.
El disco P´ra você realizado por la soprano Raquel Lojendio y la pianista Chiky Martín es una síntesis de cómo la sencillez de una canción puede encerrar no pocos encantos, en donde surgen el lirismo, la dulzura, la melancolía y delicados juegos armónicos de luminosidad sorprendente.
Un cd dedicado a compositores brasileños y argentinos, circunscritos en su mayoría en los dos primeros tercios del siglo XX, buscando el nexo de unión entre ellos en el éxodo de Brasil a Buenos Aires de los autores que huían de la dictadura, tal y como señala Raúl Asenjo en el libreto que acompaña al disco.
El repertorio que aborda Raquel Lojendio no pide llevar a la voz a sus límites físicos, ni exige grandes habilidades técnicas que rayen en lo insuperable, pero por el contrario requieren una musicalidad absoluta, ya que es en los detalles, en los matices, donde se la juega la intérprete. Y es ahí donde Lojendio acierta, pues es imposible no caer en la monotonía si no se le da a cada pasaje un sentido, si no se domina la declamación y la homogeneidad del sonido. La cantante-sin que en lo anteriormente dicho se pretenda indicar que las canciones son fáciles y mucho menos al nivel tan alto que se interpretan- consigue ahondar en este repertorio a base de ligeros matices, de pianos, de pequeñas fluctuaciones en la expresión. A su lado la soprano cuenta con una pianista, Chiky Martín, que la sigue en ese cometido, sabiendo que los excesos sonoros, que una pulsación que no fuera flexible, desharía la propuesta. Por lo tanto, resulta modélico el trabajo conjunto de ambas intérpretes que se fusionan en la intención, en los rubatos, en unas medias voces cuyas inflexiones expresan el universo musical de los compositores escogidos. Cualquier exceso llevaría al traste el proyecto de este disco y eso afortunadamente no se produce. No se busca el lucimiento de la voz o el piano sino el poner ambos instrumentos al servicio de las canciones. Se podría pedir en algún momento mayor énfasis, aunque quizá esto pudiera dar al traste con la intención de profundizar en el contenido íntimo de las obras.
Desde esta perspectiva Raquel Lojendio le da la medida oportuna a cada una de las obras, con una voz que fluye con naturalidad y facilidad, algo que se comprueba desde las composiciones iniciales, como ocurre en Azulao, del compositor y poeta Jayme Ovalle. Llegados a las piezas de Villalobos, la voz suena a plegaria entre los acordes del piano en Cançao do marinheiro. Las voces de soprano y piano se vuelven íntimas y se recogen sobre sí mismas en A casinha pequenina de Pagliuchi.
La estructura armónica se enriquece en las composiciones de Ginastera, a las que la cantante les da un fuerte contenido poético, como se observa en Canción de la luna lunanca. La interpretación de Triste queda marcada por la dejación de la voz, las sutiles vocalizaciones y los arpegios delicados del piano, mientras que Arroró supone un soplo de aliento. Las piezas de Ginastera terminan con la Canción al árbol del olvido, de un sentimentalismo añorante, de pequeños acentos llevados al máximo por Lojendio y Martín.
La melodía se apodera de las canciones con los once títulos de Guastavino. En piezas como Ya me voy a retirar, de encomiable mesura, o La rosa y el sauce, empezada con total sosiego hasta llegar a su punto álgido, que pudiera ser más intenso, para concluir con unas vocalizaciones nítidas y refinadas. Finaliza el disco con una exquisita versión de Se equivocó la paloma.
Una hermosura de disco, en su acepción referida a que la belleza puede ser percibida por el oído, en el que Raquel Lojendio hace que prevalezcan las medias voces y un registro central extenso al servicio de lo sutil y cálido, admitiendo que es en estos puntos en los que se centra de forma continuada y que se decanta por tempos lentos, con un piano que dialoga con la voz de manera muy poética.
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