Por Albert Ferrer Flamarich
Donizetti: salmos. Andrea Lauren Brown, soprano. Anna Feith, soprano. Johanna Krödel, contralto. Veronika Sammer, contralto. Markus Schäfer, tenor. Christoph Rosenbaum, tenor. Daniel Ochoa, bass. Niklas Mallmann, bass. Symon Mayr Chorus. Concertus de Bassus. Franz Hauk, director. NAXOS 8.573910 DDD 67 minutos.
En los últimos años se ha recuperado la obra sacra de Gaetano Donizetti (1797-1848) que agrupa más de un centenar de composiciones y 31 cantatas. Este compacto comercializado por Naxos recoge trece salmos compuestos entre 1819 y 1820 para solistas y orquesta –y en cuatro casos con coro-. Se trata de una música hermosa, con derivaciones rococó, heredera del Clasicismo y de estilo claramente operístico, aunque sin el pathos que el compositor explorará en este repertorio. En conjunto son un ejemplo de lo que Charles Rosen exponía en su monografía sobre el estilo clásico, (Alianza Música, 2ª edición, 2015) a partir de una configuración estética muy influida por las convenciones teatrales y operísticas del siglo XVIII que inundaron la música sacra de aquel siglo y parte del siguiente, a pesar de la oposición de la Iglesia.
Esta influencia operística es obvia ante el peso preeminente de la voz. Algunas obras pueden equipararse a Konzert-arien, como Beatus vir en fa mayor, que el tenor Markus Schäfer defiende con agilidad y colocación, y Salve Regina en fa mayor. Esta última es un aria belcantista heredera del motete a solo del siglo XVIII, con ornamentación moderada, donde la soprano Andrea Lauren Brown sobresale en la coloratura, la elegancia en la línea y la buena dicción. Como en todas sus intervenciones. La forma cavatina también toma protagonismo en duetos para tenor y soprano como De torrente en fa mayor y Gloria Patri et Sicut erat, con mayor ornamentación en la particela femenina. Otro ejemplo es In convertendo en do mayor, muy bien cantado por el bajo Daniel Ochoa, que presenta un acompañamiento figurativo del clarinete, de los violines dinamizando el ritmo y con una conclusión a la manera de cabalette. Muchas de las piezas concluyen con codas y secciones finales asimilables a las cabalette, a menudo concebidas como modestos clímax de las piezas.
En estos salmos domina la inventiva melódica –con un ligero carácter rossiniano- contrastada por pasajes más silábicos y algunos recitativos. La mayoría son en tonalidad mayor y presentan claridad armónica, además de iniciarse con una introducción orquestal –a veces lenta, alguna considerablemente larga-. Rezuman sentido del color y el uso de las maderas bien integradas en el tejido orquestal, tanto en acompañamientos como en diálogos y solos. Un buen ejemplo, y una de las obras más sugerentes, es Dominus a drextris en Re mayor forjada sobre el canto del violín como instrumento obligado. Por otro lado las intervenciones corales tienden a la homofonía poniendo énfasis en una música de carácter celebrativo como en los breves Domine ad adjuvandum y Iste confessor, o los más ambiciosos Laudate pueri y Magnificat en Re mayor. Estas dos siguen estructuras poliseccionales, a menudo por yuxtaposición de ariosos para los solistas y con texturas enriquecidas con tímidos incisos contrapuntísticos.
En grabaciones de 2017, Simon Mayr Chorus y Concerto de Bassus ofrecen una versión muy recomendable encabezada por Franz Hauk construida en el equilibrio, transparencia e idiomatismo entre la orquesta, el coro y los solistas vocales, adecuados en la afinación y cuidadosos en la articulación. La soprano Anna Feith, las mezzosopranos Johanna Krödel y Veronika Sammer, el tenor Christoph Rosenbaum y el bajo Niklas Mallmann complementan el reparto con una prestación correcta. La edición no presenta los cantables y las notas de carpeta, firmadas por Claus Bockmair, se centran más en la contextualización histórica que en la descripción musical de las obras.
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