El director de cine español muere a los 91 años, un día antes de recibir el Goya de Honor, tras una brillante vida profesional dedicada al cine, y también a la música
Carlos Saura falleció hoy viernes 10 de febrero a los 91 años, un día antes de que su impresionante trayectoria cinematográfica fuese recompensada con un Goya de Honor en Sevilla. Saura también dedicó parte de su carrera a la música e incluso a la ópera. En 2019 realizó la dirección de escena de la ópera Don Giovanni para la temporada de ópera de La Coruña, un encargo que en principio estaba previsto fuese el primero de una trilogía dedicada a Mozart, pero que al final se quedó únicamente con aquel título. La figura de Don Juan le interesó especialmente, hasta el punto de dedicar unos de sus trabajos más ambiciosos a este personaje literario en la película Io Don Giovanni, de 2009, en el que era importante la figura de Lorenzo da Ponte. La música fue una constante en sus trabajos. Comenzó el siglo XXI dirigiendo tres filmes musicales basados en idénticos presupuestos estéticos: Salomé (2002), puesta en escena de la conocida tragedia bíblica por la compañía de Aída Gómez; Iberia (2005), homenaje a la Suite homónima del compositor Isaac Albéniz; y Fados (2007), en coproducción con Portugal, sobre el fado, expresión musical portuguesa por excelencia. Con la película Bodas de sangre (1981) inventa un nuevo género de película de danza y contribuye con ello a la extraordinaria divulgación que experimenta estos últimos años el baile español en el mundo. De nuevo con Antonio Gades y Emiliano Piedra prepara una adaptación de la ópera de Bizet Carmen que se convierte en un éxito internacional en 1983, premiada en Cannes y seleccionada para el Óscar. Con El amor brujo, inspirada en la obra homónima de Falla, su musical más ambicioso hasta ese momento, cerraría una trilogía dedicada al musical español contemporáneo.
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