Por Agustín Achúcarro
Valladolid. 24-I-2019. Centro Cultural Miguel Delibes. Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Obras: Glosses sobre temes de Pau Casals para orquesta, op. 48, Concierto para violonchelo y orquesta, nº 2, op. 50 de Ginastera y La noche de los mayas de Silvestre Revueltas, con arreglo de José Yves Limantour. Solista: Asier Polo. Director: Carlos Miguel Prieto.
Asier Polo en sus declaraciones realizadas a este medio, con motivo de este concierto, dejó claras varias cosas: lo positivo que fue para su comprensión del Concierto para violonchelo nº2 de Ginastera su relación amistosa y el trabajar con Aurora Nátola, la chelista a quien el compositor dedicó su obra; su amistad y la bonhomía del director; y su propio carácter musical tan propicio a la emoción. Claro, esto en sí puede no representar nada, pero en este concierto su unión conllevó óptimos resultados. Carlos Miguel Prieto dirigió con un criterio preciso, claro, fluido, con una naturalidad y una capacidad comunicativa que trasladó al espectador la música de tal forma que todo parecía un proceso lógico producto de un juego maravilloso de expresión.
En el Concierto nº2 para violonchelo de Ginastera surgieron vivificantes los contrastes entre los pasajes más liricos, los que rompen con la tonalidad, y aquellos que piden cierta acritud. Polo estuvo magistral desde el primer movimiento, que se aproxima tanto a su concepción lírica, que domina y humaniza aquello que interpreta. Supo exigirle al violonchelo cuerpo, delicados matices o sonidos abruptos, unirse a la orquesta o dejarse llevar por ella y resurgir con sonidos sostenidos plenos de armónicos que iban perdiendo ese carácter hasta quedarse en un sonido desprovisto de éstos. El director consiguió llevar a la OSCyL hasta el punto más favorable para el solista, sin torcer lo que la partitura le da a la orquesta, con una Sinfónica de Castilla y León proclive a buscar y encontrar una sonoridad pura, ya fuera agresiva, delicada o repetitiva. El Nottilucente se convirtió en un mundo de ensoñación, en donde la noche y sus sonidos se adueñaron de la atmósfera.
Antes habían hecho lo mismo en Glosses sobre temes de Paul Casals, una obra en la que surgieron certeros los contrastes en no pocos pasajes y las citas, de entre ellas el muy reconocible Cant dels ocells, que contó con un inspirado Marius Díaz, mientras otros instrumentos como las flautas imitaban el sonido de los pájaros, a lo que se sumó un efectivo crescendo. La búsqueda de determinados ritmos y coloraciones resultaron de lo más oportuno, ya fueran íntimos o marcadamente exuberantes.
Y para terminar interpretaron La noche de los mayas de Revueltas con el arreglo de José Yves Limantour. Quizá no empezó la obra con la determinación suficiente, aunque sí con eficacia, pero enseguida alzó el vuelo para reflejar ese mundo de ritmos, de bailables jaranas, de noches de encantamiento, llevadas de manera tan estética como sugerente, hasta llegar a esa cadencia de la percusión y las variaciones, que resultaron una orgía de ritmo cambiante y trepidante, que desembocó en un Final exaltado, reflejo de esa violencia que señala la partitura.
Un concierto en el que se alcanzaron fructíferos resultados, sin estridencias, partiendo de congruentes planteamientos, aportando eso que solo son capaces de dar los buenos artistas.
Se incluyó en los programas de mano una nota en la que se aludía a que los asistentes al concierto del 6 de febrero de determinadas filas de butacas deberían cambiar su ubicación por «motivos técnicos», sin aclarar cuáles eran. Igualmente ha ocurrido con la carta que se ha enviado a los abonados a sus domicilios, en donde tampoco se explican las razones de tal cambio. Al parecer se debe a la participación de la OSCyL en el concurso para niños y jóvenes, titulado Prodigios, que produce RTVE (¿no tiene esta televisión una orquesta?) y que se grabará en el Auditorio de Valladolid. Una información cuyos detalles deberían estar incluidos en dicha nota para, a renglón seguido, proporcionar una información detallada, incluidos los beneficios o perjuicios de diversa índole que puedan producirse. Los responsables de la OSCyL con esta forma de actuar parecen obviar que es el público, -en concreto los abonados y en general los ciudadanos-, la razón der ser de la Sinfónica de Castilla y León.
Foto: OSCyL
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