Crítica de los conciertos protagonizados por los piansitas Juan Carlos Fernández Nieto y Anna Fedorova, en el «Maratón Rachmaninov» del Festival «Rafael Orozco» de Córdoba, con la Orquesta de Córdoba bajo la dirección musical de Salvador Vázquez
Primera jornada del «Marathon Rach»
Por José Antonio Cantón
Córdoba, 8-XI-2023, Gran Teatro. XXI Festival de Piano «Rafael Orozco». Solistas: Juan Carlos Fernández Nieto y Anna Fedorova (piano). ORQUESTA DE CÓRDOBA (OC). Director: Salvador Vázquez. Obras de Sergei Rachmaninoff.
El ‘Festival Orozco’ ha tenido a bien organizar y ofrecer la obra concertante de Sergei Rachmaninoff en el presente año contando con la participación de cinco solistas de reconocido prestigio para conmemorar el ciento cincuenta aniversario del nacimiento del compositor ruso, lo que convierte este proyecto en una cita musical de gran atractivo, que va desarrollarse durante dos jornadas de su programación en una especie de concentrado «Marathon Rach», utilizando la sílaba inicial del apellido del músico. Se puede decir que es una idea que se enmarca en el crecimiento que, desde el punto de vista estético, vienen teniendo las últimas ediciones del Festival gracias a los acertados criterios de su dirección artística, personalizada en el catedrático de piano del Conservatorio Superior de Música de Córdoba, Juan Miguel Moreno Calderón, gran prócer de la vida musical y cultural de la hermosa ciudad califal.
La primera jornada ha estado ocupada por el segundo y el tercer conciertos del mencionado autor presentados en orden inverso. Para iniciar la velada intervino el pianista salmantino Juan Carlos Fernández-Nieto con el Op. 30 en re menor que Rachmaninoff compusiera en 1909 y que desde entonces se convirtió en una de las obras de referencia de este repertorio por sus continuos obstáculos técnicos y amplias cadencias, hasta el punto que el autor valoró la posibilidad de una reducción de hasta diez minutos, que no terminó siendo bien aceptada, por lo que escuchamos la versión original que, en esta ocasión se planteó desde un tratamiento eminentemente académico.
Esta intención adoptada entre solista y director, el maestro malagueño Salvador Vázquez, perfecto conocedor de las capacidades de la Orquesta de Córdoba, redundó en un interpretación correcta en la forma y limitada de emoción, donde la alternancia dialogante entre los dos elementos concertantes tendió siempre al equilibrio. Ambos protagonistas tuvieron el acierto de sopesar adecuadamente sus cometidos en pos de lograr un grado de coherencia expresiva de este concierto, que puede entenderse que está en el límite de una implosión del sentir romántico musical decimonónico heredado de sus más insignes figuras. Del primer movimiento destacó su cadencia central, donde el pianista ofreció lo mejor de su musicalidad entendiendo su unidad estética, volviendo a destacar en la reformulación del tema principal antes de abordar la coda final que cierra este movimiento.
En el segundo, Intermezzo: Adagio, contrastaron la melancolía del tema principal, acentuada por el oboe, con esa especie de glorificación extática del piano en sus repeticiones hasta el bien entendido estilo scherzante que pianista y director aplicaron a su ejecución final, destacando el solista nuevamente en la destacable cadencia que conduce a su conclusión. En el tercero se echó un poco en falta de agilidad en la orquesta ante la exigencia rítmica de sus notas repetidas, que impedía cierta claridad en el sentido dramático que esconde su desarrollo que, en un mantenido ejercicio reconducción, supo el director exponer con eficaz destreza artística y profesionalidad. Ante la unánime reacción positiva del auditorio materializada en un cerrado aplauso, el solista correspondió con la quinta pieza del Carnaval, Op.9 de Robert Schumann que lleva por título Eusebius, interpretada con un manifiesto control de su serena languidez.
Mucha expectación se percibía en el público joven que, en clara mayoría, asistió a esta primera cita «rach» del Festival, ante el popular y admirado Segundo concierto en do menor, op. 18, con la presencia de una de las pianistas que últimamente han sido mejor reconocidas en su interpretación por la crítica internacional; la kievita Anna Fedorova.
Desde sus impactantes acordes iniciales se pudo apreciar cómo tiene esta intérprete interiorizada la incertidumbre que desea expresar el autor antes de afrontar la confianza que desprende la extensa y preciosa melodía que le sigue. Adoptando la solista una actitud de muy marcado protagonismo, el maestro Vázquez agudizó su función de acompañamiento creándose un equilibrio que favorecía la expresión del palpitante tema inicial del primer movimiento en el que se percibieron las distintas secciones instrumentales de la OC con un mayor grado de compromiso estético ante el melodismo que impera en este Moderato. La pianista terminó imponiendo su discurso hasta la brillante coda final, desarrollando gran capacidad técnica y sentido estético.
El director adquiría mayor relevancia en el Adagio central en su impulso por destacar a la sección de madera como alternancia al piano en las sucesivas exposiciones temáticas, transmitiendo ese grado de conmoción al que la orquesta respondió con diverso acierto, llegándose en la cadencia previa al final a una mejor sensación de conjunto.Un exceso de confianza se percibió en Anna Fedorova ante los rápidos pasajes iniciales del scherzante allegro final de este concierto, que privaban momentáneamente de limpieza y definición a su discurso, inconveniente que supo reconducir desde su experimentado dominio de esta obra, que tuvo su momento de brillantez en su conocida melodía insertada en la banda sonora del film realizado por David Lean en 1945, Brief encounter (Breve encuentro), que tanto significó para difundir y popularizar la figura de Rachmaninoff.
Ante la reacción de un público entusiasmado, la pianista ofreció una electrizante versión de la Danza ritual del fuego de Manuel de Falla que intensificó aún más la complacencia generalizada del auditorio.
Fotos: Festival Rafael Orozco de Córdoba / Orquesta de Córdoba
Compartir