Por José Antonio Cantón
Córdoba 9-IV-2021. Gran Teatro. Orquesta de Córdoba. Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obras de Beethoven.
El pensamiento que encierra el título dado a esta reseña estuvo siempre en el ánimo de Ludwig van Beethoven, llegando a cristalizarse cuando calificó sustancialmente así a la paradigmática Missa Solemnis, su obra preferida. El programa ideado por el director titular de la Orquesta de Córdoba, Carlos Domínguez-Nieto, para sustituir tan magna composición, que no fue posible montar por las exigencias sanitarias que han venido determinadas por la pandemia, ha sido la programación de las cuatro oberturas que el gran músico de Bonn llegó a componer para su única ópera, Fidelio, cuyo argumento es toda una exaltación del amor conyugal enmarcado en el ámbito de una injusta pérdida de libertad del protagonista masculino, entendida ésta como derecho inalienable del ser humano. Beethoven quedó impactado por la historia de Leonora y Florestán que sustancia el argumento de la ópera, basada en un texto del literato francés contemporáneo del músico Jean-Nicolas Bouilly en el que se alude a unos hechos, al parecer reales, que ocurrieron en Sevilla a finales del siglo XVIII.
Hay que poner mucha admiración, pasión y convencimiento para esta sustitución del programa con el que la OC quería celebrar el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento del compositor, que se cumplió el pasado 16 de diciembre. Nada más iniciarse la interpretación de la obertura, que quedaría como definitiva para el melodrama, se podía sentir un plus de afectividad del director hacia esta música, consiguiendo que la OC se apartara de esa curiosa función expositiva de presentación de un espectáculo lírico al ser tratada como una pieza autónoma de condensada dimensión orquestal. Sirvió para entrar en materia y hacer que la orquesta asumiera como instrumento esa necesaria cohesión expresiva desde la diversidad tímbrica de sus instrumentos.
El concierto iba adquiriendo importancia con el enriquecimiento musical que supuso para el oyente la interpretación de Leonora I, la segunda de las cuatro y única que tiene asignado un número de catálogo convencional, la Op.138. El maestro Domínguez-Nieto puso énfasis en la cuerda cuidando su conjunción y homogeneidad de afinación, demostrando su emoción a través del carácter efusivo de sus pentagramas, entendidos como reflejo del sentimiento amoroso sublimado en la pareja protagonista del drama.
Expandiendo la función esquemática que contiene y pretende Leonora II, compuesta en 1805, el director incrementó su gestualidad en su pretensión de sacar el máximo partido a una página orquestal que no satisfizo al compositor, influenciado de algún modo por el escaso éxito alcanzado el día de su estreno. El director la orientó para que la orquesta lograra esa puesta punto que iba a ser necesaria en la más agradecida Leonora III, la obertura que estaba llamada a propiciar un mayor lucimiento.
Antes y a modo de pequeño interludio, se interpretó una adaptación realizada por el maestro Domínguez-Nieto para instrumentos de madera y trompa (Rocco) del cuarteto vocal del primer acto de la ópera que supuso un delicado guiño al público para explicar el entramado amoroso del argumento, realizado con exquisita factura de traslación y expuesto con una elegancia digna de la mejor valoración.
El concierto llegó a su punto más trascendente en la obertura compuesta en 1806 y tercera con el título de Leonora. Se realizó como la culminación de la experiencia de escucha que significó poder disfrutar de las cuatro versiones juntas en un solo concierto. Aspecto destacable de esta interpretación fue la intervención de la solista de percusión de la OC, Cristina Llorens, que fue en todo momento la catalizadora de la virtualidad de las tensiones dramáticas que contiene esta emocionante pieza, convirtiéndose en esencial vértice de referencia para la totalidad del instrumento orquestal como consecuente alter ego de las indicaciones de tempo y dinámica que surgían de la batuta del maestro, siempre efusivas en cordialidad, permitiendo que la música fluyera 'desde el corazón para el corazón'.
Foto: Paco Casado
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