Carlos Domínguez-Nieto dirige obras de Barber y Bruckner con la Joven Orquesta de Andalucía
Construyendo orquesta con Bruckner
Por José Antonio Cantón
Jerez, 17-IV-2022. Teatro Villamarta. Joven Orquesta de Andalucía (OJA). Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obras de Samuel Barber y Anton Bruckner.
Una vez más ha quedado demostrada la contrastada validez pedagógica y calado artístico del Programa Andaluz para Jóvenes Intérpretes que desarrolla la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía a través de la Orquesta Joven de Andalucía con el concierto que ha protagonizado el pasado Domingo de Resurrección en el Teatro Villamarta de Jerez interpretando la Séptima sinfonía en mi de Anton Bruckner bajo la dirección del maestro madrileño Carlos Domínguez-Nieto, actual director titular y artístico de la Orquesta de Córdoba, cumpliéndose así su realización prevista para el año 2020, que fue suspendida por la pandemia.
El trabajo realizado durante el encuentro de la orquesta en esta Semana Santa en el municipio sevillano de Pilas ha significado toda una construcción del instrumento orquestal desde ese difícil arte sinfónico que supone la estratificación sonora y la expresión dinámica que propone Bruckner en esta obra de manifiesta monumentalidad dentro de su referencial repertorio dedicado a esta forma musical.
Después de una emocionante interpretación de la versión para orquesta del Adagio para cuerda, op. 11 de Samuel Barber, extraído de su Primer cuarteto, que tanto orquesta como director quisieron dedicar a ciudadanos de Ucrania con los que han convivido durante el fructífero encuentro pileño, sirviéndole para empastar y homogeneizar la cuerda, se inició la sinfonía con un aire místico, con el que Domínguez-Nieto quiso desde un principio enfatizar la espiritualidad que encierra, dejando la impronta de saber suspender y expandir el sonido en el recinto del teatro, acoplando su resonancia al máximo y desarrollando el carácter tímbrico de cada sección instrumental con gran naturalidad y sentido expresivos. Así, comunicó con claridad meridiana la contrastada secuencia del discurso de este primer movimiento, entendido como esencial predisposición para la escucha de la totalidad de la obra.
Su lectura del segundo fue un auténtico ejemplo de solemnidad transformada en música, dejando traslucir los profundos sentimientos elegíacos que encierra con un grado de contrapunto realmente notable en su desarrollo, que permitía al oyente sentir que estaba ante una orquesta de mayor experiencia y grado de calidad que la que estaba presenciando, cuyos componentes tienen una media de edad que ronda la veintena de años. La ejecución de este Adagio fue modélica en crecimiento dinámico hasta ese crescendo que antecede a la coda en la que se dulcificó el tema principal con etérea espiritualidad, que dejaba de manifiesto la identificación del director con el formalismo religioso de raíz católica que desprende el lenguaje del compositor austriaco. Este pasaje fue sin duda uno de los momentos culminantes del concierto refrendado por la imponente contención con la que se manifestó el sonido las tubas wagnerianas a su conclusión.
Todo el entusiasmo que cabía esperar de los más de noventa jóvenes integrantes de la orquesta surgió como un volcán en el Scherzo. El director forzó la pulsión que requiere este tiempo, donde los timbales y la sección baja de la cuerda parecían entrar en un orgánico trance rítmico coronados por los vientos tanto de metal como de madera, generándose un contraste de tensiones que tuvo su compensación con la serena claridad con la que expuso el trío, al que confirió un sensual carácter pastoril de suma delicadeza.
La arquitectura de esta sinfonía se hizo casi visible con la interpretación del último movimiento, especialmente en esa especie de coral que sigue a su introducción antes de la entrada con aire triunfal que el maestro Domínguez-Nieto imprimió a la sección de metal situada en el centro de este tiempo y el detalle de dibujo con el que transmitió el alternante diálogo posterior entre los vientos. Condujo su discurso conclusivo destacando los contrastes con precisos gestos de anticipación, que le permitían generar esa continuidad tan complicada de su convulso final que llevó a su extremo expresivo en la triunfal coda.
Terminaba así la actuación de una nueva generación de músicos de la OJA que en su mayoría no habían nacido cuando fue fundada en 1994 y que, de la mano de Manuel Ignacio Ferrand, director del Área de Música de la Consejería de Cultura de Andalucía, ha ido posibilitando desde 1998 sólidas experiencias para muchos instrumentistas de la región confiando siempre en directores del talento de Carlos Domínguez-Nieto que, con gran éxito, ha asumido en esta ocasión el reto de construir orquesta desde la música de Bruckner, de la que es un consumado especialista.
Fotos: María Marí-Pérez
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