Crítica de Alba María Yago Mora del concierto de Carles Budó y Adriana Mayer en el Ciclo de Otoño de la Iglesia Jesuitas de Valencia con obras de Schubert
Traspasar el alma
Por Alba María Yago Mora
Valencia, 22-X-2022. Ciclo de Otoño de la Iglesia Jesuitas. Carles Budó, fortepiano; Adriana Mayer, mezzosoprano. Programa: Ständchen, obras de Schubert.
El pasado 22 de diciembre, Carles Budó y Adriana Mayer pusieron el broche de oro al Ciclo de Otoño que acogió la Iglesia Jesuitas de Valencia. El ciclo, bajo la dirección artística de Pablo Márquez, ha sido una apuesta firme por la cultura valenciana, nacional e internacional, que ha reunido a artistas de la talla de David Cassan (organista del Louvre) y al Dúo Dalí, entre otros, en cuatro conciertos de septiembre a diciembre.
La cantante valenciana, que colabora con relevantes directores, formaciones y orquestas, y que ha actuado en prestigiosos auditorios como el Teatro Real de Madrid, el Palau de les Arts de Valencia o el Charlton House de Londres, junto al pianista catalán Carles Budó, todo un referente de los lied, que actúa en reputados marcos como el Festival d’Ambronay, la Schubertíada de Vilabertran o el Parlamento Europeo de Estrasburgo, ofrecieron un recital intimista bajo el título Ständchen (serenata en alemán). Cabría destacar el interesante dato de que Budó llevó a cabo su interpretación con un fortepiano John Broadwood de 1828.
Si bien es cierto que los seres humanos no han cambiado mucho desde la época de Schubert, si lo han hecho sus instrumentos, que se han vuelto mucho más poderosos, y es por ello que la elección del fortepiano por parte de Budó fue todo un acierto. Este hecho permitió que su interpretación fuera flexible, y lejos de sonar grande, grueso o con un bajo retumbante, fue el acompañante perfecto de la mezzosoprano. Mayer dejó patente que es una cantante culta y agradable, amable, seria y sobria en sus modales, con una excelente fluidez de tono uniforme y cultivado. Tiene un legato bien dibujado y un sentido del rubato libre y sutil que da vida a las frases sin destruir el pulso básico. Los saltos se toman con encanto, en formas variadas para las palabras de cada estrofa.
El inicio del recital -que estuvo dividido en dos partes- rompió las expectativas estéticas de los allí presentes. La presentación de la velada por parte de Budó resultó ser tan original como didáctica, y es que en la música nunca se deja de aprender… Cada pieza interpretada se sintió como un drama musical en miniatura. Auf dem See D543, An die Musik D547 o Erlkönig D328 fueron algunas de las piezas interpretadas en esta primera parte. Sorprendió la perfecta dicción en alemán de la mezzo, que consiguió traspasar el alma de los oyentes. La tensión interna maravillosamente creada por Budó en esta selección de piezas fue secundada por la voz de Mayer. Incluso las canciones más ligeras tuvieron su propia individualidad.
La segunda parte de la velada se caracterizó por un mayor disfrute por parte de un público ya familiarizado con las peculiaridades tímbricas y de afinación del fortepiano, que elevó a su vez a un mayor lucimiento de la mezzo. El colorido y la iluminación de palabras individuales de piezas como las 4 Romanze D797, Der Zwerg D771 o Herbst D945 fue lo que más llamó la atención. El dúo llevó a cabo una interpretación más que gratificante, a pesar de algunos problemas de iluminación que impidieron a Budó visualizar con claridad la partitura. Con todo y con ello, consiguieron enfrentar a la audiencia a un realismo sin adornos…Para completa satisfacción, la actuación estuvo llena de presencia y veracidad.
El repertorio de Ständchen, con lieder estróficos, baladas e impromptus, consiguió recrear la esencia del imaginario poético schubertiano en un ambiente íntimo y privado, cargado de un gran equilibrio entre cantante y fortepiano.
Foto: Ciclo de Otoño de la Iglesia Jesuitas
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