Silvia Pujalte
El 5 de abril de 1915 se estrenaron en la Sala Granados de Barcelona (una pequeña sala de conciertos que ojalá se pudiera recuperar) las Canciones amatorias de Enrique Granados; las cantó la soprano Conxita Badia acompañada al piano por el propio compositor. Un par de meses después de aquella primera interpretación Badia y Granados volvían a interpretar algunas de las canciones junto con otras obras; en noviembre de aquel 1915 Granados embarcó hacia Estados Unidos y, como bien sabemos, nunca regresó de aquel viaje. Las Canciones amatorias quedaron por tanto como su segundo y último ciclo, eclipsado a menudo por la popularidad del primero (al menos, de algunas de sus canciones), las Doce tonadillas al estilo antiguo.
Canciones amatorias es una colección de siete piezas, todas ellas compuestas a partir de poemas que hablan, claro está, de amor: de amores que duelen porque no se pueden compartir, de amores abandonados, de amores exultantes o de bailes que seducen. Los textos son todos de la misma época, siglos XVI y XVII, de diferentes autores: dos de ellas, Llorad, corazón, que tenéis razón e Iban al pinar tienen poemas de Luis de Góngora: Félix Lope de Vega es el autor de No lloréis, ojuelos; Descúbrase el pensamiento se atribuye al Comendador Ávila y las tres restantes, Mañanica era, Mira que soy niña y Gracía mía son de autores anónimos. Pese a compartir todas las canciones un mismo tema no encontramos un hilo argumental que marque necesariamente un orden de interpretación ni parece que Granados lo fijara tampoco porque en las versiones disponibles se encuentran al menos dos secuencias diferentes, versiones incompletas o canciones aisladas.
Con estos poemas de aire popular, aunque mucho más refinados que los textos de las Tonadillas, Granados compone unas canciones que recogen en cierta manera la tradición pero en las que tiene un peso evidente el Romanticismo, con ecos de la música de Chopin y Schumann. Las canciones son sofisticadas y complejas para ambos intérpretes, cantante y pianista; sin duda son canciones de concierto, muy alejadas ya de la idea de música doméstica. En el tratamiento de la voz, Granados se mueve entre una relativa "sencillez" que refuerza el texto, como en la preciosa Mañanica era (interpretada en esta versión que compartimos por Pilar Lorengar y Alicía de Larrocha) y la elaboración de Descúbrase el pensamiento (interpretada aquí por María Bayo y Juan Antonio Álvarez Parejo), que deja en un segundo plano los versos. El piano es sensible y delicado, imaginativo y rico, expansivo como en Mira que soy niña (aquí con Christiane Oelze y Rudolf Jansen).
La gran heredera de Enric Granados, Alícia de Larrocha, dejó varias grabaciones de este ciclo, aunque ninguna completa. En la de Pilar Lorengar falta Descúbrase el pensamiento y en la de Victoria de los Ángeles faltan esta misma canción y No lloréis, ojuelos. Sí que está completa la interpretación de Victoria de los Ángeles en la versión orquestal dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos, y la de Montserrat Caballé en la versión dirigida por Rafael Ferrer, el autor de la orquestación, aunque lo cierto es que me parece una pena renunciar al brillante acompañamiento de Granados (también es cierto que con la cantidad de recursos online disponibles, quizá no haga falta renunciar a nada). Las grabaciones del ciclo completo se corresponden con las más recientes; además de la de María Bayo mencionada más arriba podemos citar las de Bernarda Fink y Roger Vignoles, Barbara Hendricks y Love Derwinger o Maria Lluïsa Muntada y Josep Surinyac, esta última parte de la grabación de la integral para voz y piano de Granados.
Al principio de estas notas hablábamos de Conxita Badia como primera intérprete de las Canciones amatorias; en la fecha del estreno la soprano tenía diecisiete años y era su primer concierto en solitario; antes sólo había interpretado a una Muchacha Flor en una representación de Parsifal. Granados escribió las canciones pensando en ella y le dedicó dos, Llorad corazón, que tenéis razón y Gracía mía. El único testimonio sonoro que tenemos de la soprano cantando las que eran sus canciones es muy posterior, una grabación con Alícia de Larrocha de 1963 (en la que faltan No lloréis, ojuelos y, como no, Descúbrase el pensamiento) reeditada recientemente. No podíamos pasar por alto esta grabación histórica; escuchando a Conxita Badia cantar a sus sesenta y seis años Gracia mía podemos entender por qué Granados llamaba a aquella jovencita y le decía: "¡Ven tú y las canciones!"
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