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CRÍTICA: EL COMPOSITOR ESPAÑOL NINO DÍAZ ESTRENA 'BENIZAL' EN BERLÍN. Por Marina Hervás

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Autor: Marina Hervás Muñoz
13 de mayo de 2013
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Rosa María Díaz
ESPAÑA EN BERLÍN
      
      El pasado 6 de junio de 2012 se estrenó a nivel mundial la obra Benizal del compositor lanzaroteño afincado en Berlín Nino Díaz, como segundo concierto dentro del marco de "Spanien.Musik.Berlin", organizado por la embajada española en la capital alemana. El objetivo de esta serie de eventos musicales es dar la oportunidad de mostrar sus cualidades a jóvenes músicos españoles (o que se hayan formado en nuestro país) que continúan sus estudios en Berlín. En esta ocasión, fueron Rosa María Díaz Cotán, arpista sevillana, y Agata Policinska Malocco, violinista polaca, ambas estudiantes de la Akademie der Staatskapelle de Berlin, las encargadas de la velada musical. Asimismo, se persigue que la programación se constituya, en la medida de lo posible, de obras de compositores españoles, tanto de nuestra tradición como contemporáneos, como es el caso de Nino Díaz.
       Benizal es una obra difícil a nivel técnico, tanto para el violín como para el arpa. El propio Díaz reconoció las dificultades compositivas que le supuso componer para el arpa, especialmente. Según ha explicado a CODALARIO, en el proceso de composición tuvo que reunirse en varias ocasiones con las intérpretes para ajustar problemas de digitación y de ejecución, sobre todo para el arpa, que suele presentar problemas por la coordinación entre la pulsación de cuerdas y pedales, un proceso mecánico cuya ejecución a veces puede distraer de lo musical, como sucede en la pieza
      La composición se constituye, a nivel estructural, por una serie de motivos ostinato en el arpa, que forman un ritmo asincopado con la melodía del violín. Ésta, por su parte, brilló por encima en esa textura tan contrastante entre lo radicalmente rítmico y lo melódico, construyendo una suerte de forma sonata con muchas licencias, ya que, al final de la pieza, se retoman los motivos iniciales, sin recordar del todo al principio. Nada queda intacto. Es una melodía que carga con esa incertidumbre que crean las piezas muy modulantes, que se desenvouelve en un tour de force que muestra su impotencia al querer y no poder llegar a ser alegre. Es una de esas melodías que se conservan en la tradición popular. Después, Díaz tomó unas de esas melodías y la atravesó con las brechas que en ellas ha abierto la historia: entre ellas las de Falla y Albéniz (a quien veladamente, con su nombre invertido, hace homenaje esta pieza),  y también la música de los gitanos del Este, la de las czardas y el klezmer, melodías sin duda peligrosas cuando se está fuera de casa. En la embajada española se dio cita un gran grupo de emigrantes, quizás porque este tipo de piezas también va un poco de ellos. Son obras que arrastran una pena dulce y vieja, la que recuerda al país que se ha dejado, a la vida que, de pronto, cabe en una maleta.
       El concierto, además, incluyó piezas de Massenet, Tsintsadze, Skorik, Falla y Saint-Saëns y Penderecki. En todas ellas, las dos jóvenes músicos demostraron que, por un lado, la juventud y el buen hacer no están reñidos y, por otro, lo fructífera e interesante que puede resultar un conjunto relativamente poco común como el violín y el arpa.
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