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Crítica: El Avishai Cohen Quartet visita el Ciclo Jazz del CNDM

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Autor: Juan Carlos Justiniano
16 de abril de 2017

Avishai Cohen (a secas)

   Por Juan Carlos Justiniano
Madrid. 6-IV-2017. Ciclo de Jazz del Centro Nacional de Difusión Musical. Auditorio Nacional de Música. Sala de Cámara. Ciclo Jazz. Avishai Cohen Quartet. Into the Silence: Avishai Cohen (trompeta), Yonathan Avishai (piano), Yoni Zelnik (contrabajo) y Nasheet Waits (batería).

   Por derecho propio. No es una exageración si reconocemos al Ciclo Jazz como uno de los capítulos más dinámicos y vivos de la programación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) en las últimas temporadas. Porque dentro del género cabe (casi) todo y porque, efectivamente, este año la institución pública ha ofrecido una vez más propuestas para todos los gustos. Y aunque un poco más plana la presente edición que en otras ocasiones, el punto divergente de este curso –que siempre lo hay– lo ha puesto el Avishai Cohen Quartet en su visita a la capital.

   El pasado jueves en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música, el israelí –hasta ahora Avishai Cohen, el otro– se reivindicó como Avishai Cohen a secas. Algo más joven que su tocayo y compatriota, el trompetista posee desde hace tiempo un estilo personal y una concepción de la música bien fundamentada, original, diferenciada. Y lo que es más importante: se guía por un prurito de evolución continua que contrasta, sin embargo, con el interés declinante de la música del contrabajista con su mismo nombre, últimamente apoltronado en fórmulas musicales que funcionan –sí–, que rezuman una potente creatividad –también–, y que impresionan por su grandilocuencia –y con razón–; pero que a estas alturas ya han sido probadas en exceso.

   Into the Silence no sólo es el título del debut discográfico del proyecto personal de Avishai Cohen, constituye también una declaración de intenciones que, no por casualidad, subtitula las apariciones en directo del cuarteto del israelí. Cohen practica una estética contenida, casi conceptual, que explora en el espacio en blanco entre los sonidos, dentro del silencio y persigue hasta el último matiz del último armónico capaz de producir su trompeta. En su visita a Madrid, el cuarteto presentó algunas de las páginas de Into the Silence (ECM, 2016): «Life and Death», «Quiescence», «Dream Like a Child» o «Into the Silence» sonaron junto a otros temas pertenecientes al inminente Cross my Palm with Silver (ECM, 2017). El nuevo trabajo de Cohen como líder –o su última reinvención– que verá la luz en apenas unas semanas está auspiciado, de nuevo, por el histórico y legendario sello alemán y apunta a que será una obra aún más expeditiva.

   Durante hora y media, y como una gran suite, se sucedieron una cadena de largas composiciones que funcionaban a modo de marco, como compartimentos que se expanden y contraen, que caminan entre la prosa musical, la libre improvisación y ciertos momentos de espiritualidad. El caos, la disonancia y los cromatismos devenían indistintamente en éxtasis, distensión o puro lirismo. Y todo fluyendo de manera natural y de un modo nada jerárquico. Porque la trompeta de Cohen no tiene afán de protagonismo; muy al contrario, su ánimo es más bien actuar como un vigía y servir de guía al colectivo. Y, en efecto, el pasado jueves el cuarteto –con un sonido prácticamente perfecto para el que no fueron necesarios grandes equipos– caminó a una. Yonathan Avishai, punzante y sagaz al piano, Yoni Zelnik y su excelente y contundente precisión al contrabajo y Nasheet Waits, pura combustión, magia e inventiva a la batería, coquetearon por diversos y múltiples campos jazzísticos demostrando tanta complicidad como oficio y profesionalidad.

   Precisamente en el jazz, en tradiciones como el bop, el cool, el free y en todo lo que haya por medio, antes o después, se inspira la música de Cohen. El trompetista conoce la tradición jazzística, ha crecido dentro de ella y se sitúa como un continuador de la misma. Resulta ser un clásico –pese a su apariencia– que explora nuevos caminos desde dentro de la «academia» si bien sus intenciones son explícitamente experimentales y vanguardistas. Podría tacharse la música del israelí de intelectual, culterana, de enmarañada... Hay que reconocer que la complejidad de su sintaxis requiere un esfuerzo mayor por parte del oyente, que necesita tiempo y atención. Pero mientras otros prefieren darlo todo masticado, Avishai Cohen, a secas, y su adorniana «música radical», prefieren confiar en las capacidades de su público.

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