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Asier Polo y Carlos Miguel Prieto, un tándem para interpretar a Ginastera con la Sinfónica de Castilla y León. Un reportaje de Agustín Achúcarro

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Autor: Agustín Achúcarro
24 de enero de 2019

Asier Polo y Carlos Miguel Prieto, un tándem para interpretar a Ginastera

Un reportaje de Agustín Achúcarro
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León dedica su concierto de los días 24 y 25, en el Auditorio de Valladolid a un programa que incluye la obra de dos compositores hispanoamericanos, concretamente de Silvestre Revueltas y Alberto Ginastera. Del primero tocarán La noche de los mayas, (arreglo de José Yves Limantour), y del segundo Glosses sobre temes de Paul Casals para orquesta y el Concierto para violonchelo nº2, en el que el solista será Asier Polo. «Al principio desconocía el repertorio hispanoamericano, pero tuve la suerte de conocer a Aurora Nátola -chelista y mujer de Ginastera- a través de unos amigos, de hecho el arco con el que toco era el suyo de toda la vida y yo se lo compré». Así nació una fructífera amistad entre ambos intérpretes que ligó de manera indisoluble a Polo al concierto que va a interpretar. «En los últimos seis años de la vida de Aurora tuve la suerte de visitarla varias veces en Ginebra; ella estaba en líneas generales bien de salud, pero tenía problemas de vista, y quiso hacer conmigo algunos arreglos de partituras de su marido, perfilar algunos arcos y digitaciones para enviárselas al editor».

   Y entre el trabajo y diversas conversaciones la chelista le dijo a Polo que «estaba pensando ceder los derechos del Concierto para violoncelo nº2 y que le gustaría que lo tocara él, aunque ella sabía que había otros chelistas interesados». Una situación de privilegio que permitió a Polo profundizar en el conocimiento de una obra que él considera como el mejor concierto para violonchelo latinoamericano. «Trabajé sobre una serie de partituras con Aurora y me explicó muchas cosas de su marido, de cómo sentía la música, del carácter que tenía, de lo pasional que había sido y, claro, teniendo una chelista en casa Ginastera hizo al tiempo un concierto complejo pero muy tocable, a la medida de su mujer». «Era -prosigue Polo- un regalo que le hizo su marido, sobre todo el primer movimiento, pues Aurora le pidió que compusiera algo en el que el chelo cantara como si fuera romántico». Y el compositor argentino le dio a ese tiempo inicial el título de Metamorfosis sobre un tema. «Y lo dejó ahí sin explicar en ningún lugar el sentido que quiso darle, aunque está claro el tema del solo del violonchelo del segundo concierto de Brahms, con la estética propia de un compositor contemporáneo que escribe cada nota de la melodía en diferente octava», apunta el chelista.


   Así que cuando la viuda de Ginastera murió, al margen de «sentir mucha pena», Polo valoró que «había conocido a una persona con mucho encanto, que había vivido la época gloriosa de los sesenta, en la que había tocado con los mejores», y se quedó con el recuerdo del sonido de su Stradivarius. Y no solo eso, pues le quedó prendida la semilla de otra perspectiva de ver la obra. «Ginastera tiene, concretamente en esta obra, un punto árido, arisco, a veces agresivo… y yo lo sentía antes más frío, pero cuando Aurora me dijo que su marido era muy expresivo, que le gustaba que el concierto sonara cálido, libre, que él tenía mucho carácter e incluso que era muy sexual, me dio pistas definitivas sobre que era una obra muy envolvente y nada distante». Y de ahí sobrevino el concepto que el chelista tiene actualmente de esta obra, que grabó hace dos años junto al director Juanjo Mena y de la que espera que se publique pronto. «Se trata de un concierto lleno de fantasía, muy onírico, sensual, de fuerte color y tímbrica, que tira mucho de lo étnico, con danzas prehispánicas y pequeños gestos de la noche de la selva, como el ruido del coquí, ese pequeño animalito de Puerto Rico».


   El reto para el intérprete está claro y es una constante en la música. «Lo que más te puede costar es meterte en el mundo de un compositor y sobre todo adquirir el sello personal de los recursos musicales que él emplea, pero esto es algo que te pasa con todos, pues me ha ocurrido con otros como Luis de Pablo, Cristóbal Halffter o Jesús Torres». Polo le da mucha importancia a «captar cuál es el gesto musical, la forma de tratar al instrumento por parte del compositor».Y una vez conseguido ésto él ya no hace distinciones entre Brahms o Ginastera, «pues, por ejemplo, el lirismo, la belleza del sonido, obedecen a impulsos emocionales, que en mi caso me llevan a tocar de una u otra manera cualquier obra», valora un intérprete para el que no se trata de una partitura compleja sólo para el solista. «Es tan potente que tiene tela para todos, pues aunque yo no paro de tocar la orquesta también tiene lo suyo. Es un concierto bastante exigente instrumentalmente y rítmicamente, con una forma de escribir muy libre, muy flexible, jugando con el pulso irregular, que crea un espacio etéreo, de mucha exigencia y precisión rítmica, ya que todo tiene que estar muy ajustado». Y lo técnico, en el fondo, para Polo «resulta la parte más fácil», ya que considera que «lo más complicado es lo indefinible», y es ahí donde según su criterio «reside la magia», ya que se produce una situación en la que «el intérprete se descubre y se vuelve vulnerable». Motivo por el que piensa que «el directo influye muchísimo». «Pues aparecen los fantasmas de uno mismo, máxime en mi caso, que soy un músico esencialmente emocional y nunca sabes cuándo te va a venir cierta negatividad, por lo que a veces puedes dar mucho, pero en otras puedes perder algunas cosas por el camino».


   Vuelve a surgir la figura de Aurora Nátola en el relato del chelista, al recordar que le dio el espaldarazo en cuanto a su forma de entender este concierto. «Aurora me dijo que lo que yo hacía era lo correcto, y en el camino del arte necesitamos confirmaciones ante algo tan subjetivo, ya que lo que para unos es fantástico para otros puede que esté fatal, y todo el esfuerzo que supone llegar hasta un punto te lo tumban en un segundo, así que cuando sientes que la fuente te dice que es así, eso te da mucha fuerza».

   Ocupará el podio Carlos Miguel Prieto, con el que Polo mantiene una gran cercanía. «Mi amistad con él viene de largo, bueno primero conocí a su padre, que es un gran chelista con el que colaboro como jurado en el concurso que organiza. Carlos Miguel pertenece a una familia fantástica, y sus hermanos y sus tíos también tocan diversos instrumentos y tienen un cuarteto familiar; son gente muy sensible, muy culta y muy campechana». Así que Asier Polo sabe que cuando dirige Prieto la confianza mutua es total y no hay posibilidad de que se imponga la rutina. «Carlos es como mi hermano, tiene un carácter estupendo, me lo presentó su padre y conectamos desde el primer momento. Es un hombre muy entusiasta, que conecta muy bien con la orquesta y te apoya mucho, sabes que está contigo». Y así mismo se deshace en elogios con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, una formación que el espléndido chelista conoce desde hace mucho. «La orquesta es fantástica y trabajan muy bien, se esfuerzan para no taparte pues con la fuerza que tiene la partitura lo pueden hacer en cualquier momento».

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