Arthur Moreira Lima
Presencia por ausencia. Artículo de opinion de Aurelio M. Seco en Codalario sobre las presencias, las ausencias, las presencias por ausencia, Gustavo Bueno, Tomás García López, Luis Martín Arias, Lamartine Babo y Arthur Moreira Lima
Arthur Moreira Lima
Presencias por ausencia
Un artículo de Aurelio M. Seco | @AurelioSeco
Hay presencias, ausencias y «presencias por ausencia». En la Fundación Gustavo Bueno, todas las tardes de los lunes, mientras los invitados de la Escuela de Filosofía de Oviedo ofrecen sus clásicas lecciones, se puede observar en la fila de la izquierda un asiento que siempre está vacío. A su lado está Tomás Garcia López, a nuestro juicio uno de los más importantes filósofos vivos. Es la silla donde solía sentarse su maestro y amigo Gustavo Bueno, genio de la filosofía cuyo espacio a nadie que entre en la sala se le ocurre ocupar. El fenómeno explica la fuerza de las presencias por ausencia, tan materiales como una bomba nuclear. Una presencia tan poderosa que de inmediato ejercería su derecho si a algún asistente despistado se le ocurriese, por imprudencia, sentarse en ese lugar sagrado. Sagrado, pero no fetichizado. Porque es el aprecio de tantos miembros de dicha Escuela por la obra filosófica de Bueno y su propia persona lo que mantiene este gesto tan precioso y preciso. No es gratuito el gesto, y desborda lo cultural. También está la lealtad, que cuando es merecida por criterios objetivos y no es caprichosa ni interesada, tiene valor y el sentido que se muestra con firmeza en la Fundación. Pensamos que la palabra «amigo» adquiere cierta plenitud cuando la expresa, por ejemplo, Tomás Garcia López.
Hay presencias por ausencia, como la del crítico y musicólogo Luis G. Iberni en algún lugar de este texto, pero también presencias que tienden a la irrelevancia, como la de la «música clásica» en nuestra sociedad. Está lleno de vicios problemáticos el gremio. Se desconocen en general las causas ideologicas de este problema, y se pasan por alto otras por conveniencia personal, económica o política. Porque hay presencias, en el mundo de la mal conceptualizada «música clásica», que son un insulto a la ética y al arte musical, pero que ahí están, firmes y orgullosas, premiando o siendo premiadas. Poco se ha hablado de algunas frases de Gustavo Bueno en torno a la «esencia de la música». No se trata de decir que la música ha muerto en general, sino que determinada música ya se ha acabado «por esencia» y queda otra en su lugar, por ausencia.
Hay presencias sin las cuales no parece posible vivir, presencias que llegan tarde y ausencias que se agradecen. Hay ausencias tristes, que nos ponen en evidencia. Ayer falleció un gran hombre y filósófo: Luis Martín Arias. No lo busquen en los informativos de las televisiones porque en ellos no siempre se encuentra hoy lo importante. Otra ausencia triste es la del pianista brasileño Arthur Moreira Lima, recientemente fallecido. Era un genio Moreira Lima, del que teníamos que haber hablado mucho más, como bien expresó hace unos días F. Jaime Pantín en un certero texto que le dedicó en sus redes sociales. Después de muchos años de su última aparición pública, Arthur Moreira Lima volvió el 5 de abril de 2023 a mostrar su arte en concierto puntualmente, para un evento en el que iba a interpretar el segundo movimiento del Concierto para piano y orquesta nº 23 de Mozart, una de las partituras más geniales que se han escrito. El evento era una especie de homenaje en el que el pianista también tocó una versión propia del Himno del Fluminense, equipo de fútbol del que era seguidor. La partitura, escrita por el gran compositor Lamartine Babo, es una magistral muestra de arte hímnica sustantiva. Entre otras cosas, la versión de Moreira Lima fue una manera de dar presencia y relevancia artística a un género muchas veces desconsiderado.
El filósofo español Tomás García López en la Fundación Gustavo Bueno. A su derecha, la silla donde se sentaba Gustavo Bueno
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