CODALARIO, la Revista de Música Clásica
Está viendo:

Opinión: Ars Hispana, de la Fundación Gustavo Bueno

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp
Autor: Aurelio M. Seco
19 de octubre de 2014

ARS HISPANA

Por Aurelio M. Seco

   Hay entidades prestigiosas que realizan un trabajo callado, importante y profundo, pero alejado del éxtasis mediático que hoy todo lo confunde, y otras que no hacen tan bien las cosas pero que han conseguido arrogarse un gran prestigio social, a veces injusto. Ars Hispana pertenece a las primeras. Se trata de un proyecto de la Cátedra de Filosofía de la Música de la Fundación Gustavo Bueno, cuyo trabajo, discreto pero lleno de enjundia y calidad, está recuperando un gran número de partituras del repertorio español y nombres de destacados compositores que, por las razones que sean, parecen ajenos a ciertos sectores de nuestra musicología. Oír una partitura de Sebastián Durón es un privilegio que muy pocos pueden tener hoy día, porque ni se graban sus obras ni se le estudia lo debido. Y es raro que así sea, porque Durón, autor que vivió entre los siglos XVII y XVIII, dejó escrita obra de gran calidad, partituras que Ars Hispana está recuperando, con precisión de buen editor, para quien desee interpretarla. Pasa esto con otros muchos compositores: Matías Durango, Francisco Javier García Fajer, Diego Pérez de Camino,  Sebastián Albero, Carlos Martínez García, José Lidón, Jacinto Codina, Cayetano Brunetti, José de Nebra, Diego de las Muelas o el propio Juan Hidalgo

   Hace unos días, la Fundación Gustavo Bueno tuvo la amabilidad de invitarme a una tertulia para hablar sobre ópera. Tras ella, el musicólogo Raúl Angulo Díaz me dio la oportunidad de conocer las instalaciones en las que tanto él como Antoni Pons trabajan para sumar ediciones críticas a las  numerosas que ya han publicado. Me pareció increíble la cantidad de trabajo desarrollado por tan solo dos investigadores en cinco años, y se lo dije.  Sin embargo, Ars Hispana es un proyecto ambicioso de necesidad que, más pronto que tarde, estallará en el contexto español como un importante foco de interés musicológico. Ya lo es, desde luego. El investigador con mayúsculas, el verdadero musicólogo de postín, no suele tener más reconocimiento que la luz de su propio trabajo, en el que uno se deja las dioptrías y pierde las formas atractivas que dio la juventud, porque ya no sirven, desde luego, para entender una sonata de Cayetano Brunetti, compositor español para los italianos, italiano para los españoles y epígono de Haydn para los alemanes, pero buen compositor al fin, cuya obra sólo empezamos a conocer gracias al trabajo de Raúl Angulo y Antoni Pons. Para eso hay que saber música, y confrontar las fuentes y dejarse la vista y editar sin fallos, o por lo menos intentarlo con toda el alma, algo que sólo es posible si se ama la música y lo que se hace más allá de la recompensa del dinero y el oropel que producen tantas otras cosas.

   La Fundacion Gustavo Bueno es, de la mano del gran filósofo materialista, una fuente que irradia muchas más ideas de las que nuestros mandamases están dispuestos a admitir. Es posible que Bueno no se lea tanto como se compra. No es sencillo encontrar a quien sea capaz, ya no de entender, sino de leer uno de los muchos libros que ha publicado. No sé si la gente lee tanto como antes, pero creo que no tan bien. Entre todos los temas que ha tocado el filósofo, el de la Música ha sido seguramente uno de los que más le ha interesado -se espera como agua de mayo un libro suyo sobre el tema-, puede que porque, en su juventud, intentó comunicarse con algo mucho más elevado que el público mientras tocaba el piano. Por lo menos así lo cuenta él, sonriendo mientras recuerda la ingenuidad de su juventud.

   Hace varios años tuve el placer de invitarle al Instituto de Enseñanza Secundaria Concejo de Tineo, donde impartió una conferencia titulada “Música y filosofía”. Recuerdo perfectamente muchos de los detalles de aquella mañana, que me influyeron poderosamente, no sólo por las ideas planteadas, sino por la forma en la que Bueno elaboró su discurso, sistemático desde la raíz, abarcándolo todo. Entonces me empecé a dar cuenta de la magnitud de este gigante intelectual, uno de los pensadores más influyentes de nuestro país y, en mi opinión, una de las pocas personas que, con seguridad, podrían merecer hoy el calificativo de genio. Desde entonces, a su sombra repienso las ideas sobre música y músicos hasta la saciedad, para entender siquiera algo del maremágnun de quisicosas entrelazadas con las que a veces nos guiamos peor que mal, sin darnos cuenta.

   Quizás por Bueno, observar el trabajo de Ars Hispana, que no es más que una de sus muchas buenas manos, me ha llenado de una gran satisfacción y energía. Hablamos de Cayetano Brunetti, del repertorio español, de las primeras zarzuelas y óperas en nuestro país, que si tenían temas mitológicos eran zarzuelas y, si no, óperas. Que si las hacía una sola compañía, como tenía pocos cantantes, la ópera se hablaba y cantaba, pero que, si el compositor contaba con dos compañías, los cantantes eran más numerosos y se cantaba toda. Y puede ser que el género lírico cantado y hablado cobrara sentido o incluso naciera cuando las compañías no tenían suficientes cantantes, pero creo que también debe haber influido algo el que, aun con cantantes de sobra, nos gusta demasiado jugar a combinar las posibilidades con un ¿por qué no?  

  • Comparte en Facebook
  • Comparte en Twitter
  • txcomparte_whatsapp

Compartir

1 Comentario
1 Roberto J Álvarez Rodríguez
24/10/2014 11:10:18
Gracias Aurelio y larga vida al autor de 'Symploké', fué mi primer contacto con la censura y lo censurado.
Estado terminal y caciquil, nación desnortada  que apaga a quienes con su luz podrían marcarnos la buena senda.
Saludos
Insertar comentario

Para confirmar que usted es una persona y evitar sistemas de spam, conteste la siguiente pregunta:

* campos obligatorios

Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.

<< volver

Búsqueda en los contenidos de la web

Buscador

Newsletter

Darse alta y baja en el boletín electrónico