Por F. Jaime Pantín
Oviedo. 5/XII/15. Auditorio Príncipe Felipe. Temporada de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias. Director de orquesta: Ari Rasilainen. Pianista: Jean-Efflam Bavouzet. Obras de Antón García Abril, Mozart y Tchaikovsky.
Bajo el epígrafe “Los designios del destino” ofreció la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) el pasado viernes su último concierto de abono del año bajo la dirección del maestro finlandés Ari Rasilainen y con el pianista francés Jean-Efflan Bavouzet como solista.
Comenzó el concierto con Cantos de pleamar de Antón García Abril, obra de 1993 que, encomendada exclusivamente a la cuerda, muestra claramente su vocación descriptivista en un entorno cálido y preciosista en la que el autor vuelve a dar muestras de su gran oficio y fina sensibilidad. Interesante música magníficamente expuesta por Rasilainen con el apoyo de la excelente cuerda de la orquesta.
El Concierto nº 17 K 453 figura en el catálogo de los 12 grandes conciertos mozartianos para piano que el compositor escribió entre 1784 y 1786. No es uno de los más frecuentemente programados a pesar de su belleza y originalidad. Único concierto de la serie en la tonalidad de Sol mayor, presenta un carácter intimista, con algunos matices sombríos que lo alejan de la brillantez de los conciertos inmediatamente anteriores, mostrando asimismo una orquestación más reducida que prescinde de clarinetes, trompetas o timbales. Se trata pues de un concierto de marcada vocación camerística que hace especialmente delicada su interpretación.
Bavouzet, excelente pianista y gran conocedor del repertorio clásico mostró una inusual transparencia sonora y gran destreza técnica en la planificación articulatoria. Su interpretación mantuvo un alto nivel de calidad, con los lógicos altibajos derivados de una relación con la orquesta que necesitaría de mayor profundización. El concierto posee dos hermosas cadencias, primorosamente escritas por Mozart para su primera intérprete Babette von Ployer, que fueron desechadas por el pianista francés para incluir otras - puede que propias- cuya calidad y oportunidad estuvieron, por supuesto, a años luz de las originales. Ello no empaña una actuación muy brillante y aplaudida, correspondiendo Bavouzet con una cálida y sensible interpretación de la primera pieza de Imágenes de Debussy, Reflejos en el agua.
Lo mejor de la velada llegó en la segunda parte con la colosal Sinfonía nº 5 de Chaikovsky, expuesta por Ari Rasilainen con una impresionante claridad, en una visión de un solo trazo, de inequívoca concepción clásica que denota no sólo un profundo conocimiento de esta música sino una capacidad analítica de altos vuelos. La conexión con la orquesta fue total, evidenciando la OSPA su buen momento artístico ante un auditorio que mostró su entusiasmo.
Foto: Tonhalle Düsseldorf/Susanne Diesner
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