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Crítica: Antonio Méndez, Jaeden Izik-Dzurko y la Sinfónica de Sevilla

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Autor: Álvaro Cabezas
26 de noviembre de 2023

Crítica del concierto de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla bajo la dirección musical de Antonio Méndez, con el pianista Jaeden Izik-Dzurko como solista

Antonio Méndez, Jaeden Izik-Dzurko y la Sinfónica de Sevilla

Destreza antes que emoción

Por Álvaro Cabezas | @AlvaroCabezasG
Sevilla, 24-XI-2023 Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla; Jaeden Izik-Dzurko, piano; Antonio Méndez, director. Programa: Stilleben mit Orchester «Otoño» de Elena Mendoza; Concierto para piano y orquesta, en la menor, Op. 54, de Robert Schumann; y Danzas sinfónicas, Op. 45, de Serguéi Rachmáninov.

   La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla se encuentra en un buen momento de forma. Sin embargo, para extraer el máximo rendimiento y la máxima emoción de sus atriles sería necesario que se situaran frente a ella, en el hueco del solista y en el podio del director, individualidades que inspirasen y hasta entusiasmaran a los profesores del conjunto. No ocurrió así el viernes en el Teatro de la Maestranza, donde se dio un concierto más interesante que emocionante, más analítico que asombroso, más virtuosístico que resultante, más esnobista que verdadero, más diestro que fantasioso.

   La velada comenzó con la interpretación de una obra contemporánea de Elena Mendoza donde primó lo anecdótico sobre lo vanguardista: la utilización de vasos medio llenos de agua y de otros elementos percutivos por parte de los músicos para crear determinados efectos nos ayudan a entender muy bien las cacofonías de nuestro tiempo, pero, salvo esos detalles, el público había olvidado lo que de música había en la obra Otoño cuando comenzó el Concierto para piano de Schumann.

   Se trata de una obra capital dentro del repertorio y todo el mundo la conoce. Las grandes versiones de referencia (discográficas o vividas en la experiencia musical de cada cual), siguieron vigentes tras la escucha de esta interpretación del joven Jaeden Izik-Dzurko quien, desde luego, desplegó un dominio técnico espectacular, pero también una falta de imaginación que iba pareja con lo encorsetado y rotundo de su relación con el instrumento rey. Frío en exceso durante el concierto, se mostró más en su elemento con la propina: una versión para piano de la Danza húngara nº 1 de Brahms llena de músculo y rapidez. ¿Cuántas veces se ha repetido el axioma de que hacer las cosas más rápido no significa hacerlas bien? ¿Quizá haya un punto de soberbia en determinados intérpretes que les empuja a mostrar un alarde técnico para ser merecedores de un mérito que corresponde casi por entero al compositor? La orquesta estuvo en Schumann muy contenida de volumen y participación, pero hubo momentos encantadores como la relación entre los violines y los violonchelos y en algunas intervenciones de los vientos.

Antonio Méndez con la Sinfónica de Sevilla

   Las Danzas sinfónicas de Rachmáninov son una de sus últimas composiciones y quizá el autor resumiera en ellas todas las enseñanzas aprendidas y transmitidas a los oyentes en obras anteriores. Desde luego supone una prueba de fuego para cualquier conjunto orquestal ya que hay de todo: momentos de tutti y también solísticos, texturas densas y soñadoras y otros de grácil y evocadora fantasía musical. Antonio Méndez es un joven valor español, con proyección internacional en el mundo de la dirección de orquesta, pero es un tanto frío y condescendiente en las entradas y salidas de los músicos, a la hora de marcar el compás y las transiciones y, también, en la conexión con los atriles. También apostó mucho más por los detalles expresivos y contundentes antes que por la belleza del sonido, como ocurrió en el taxativo final, que impidió que quedara flotando en el ambiente de la sala la resonancia postrera del gong. 

   El público premió con bastante generosidad todo el concierto, pero no demostró en ningún momento visos de emoción. Los aplausos para la obra contemporánea fueron divertidos y de compromiso, los del solista sobrecogidos con su destreza digital y los de la última obra, apresurados e impacientes. Una orquesta de esta categoría, que demostró en una misma noche que domina a la perfección una obra contemporánea, que sabe concertarse con el piano y que después puede acometer una obra sinfónica de cierta extensión y expresividad es digna de transfigurarse en un momento cultural de la mano de dirigentes y músicos de renombre. Ojalá se alcance un consenso para incrementar su presupuesto con el objetivo de traer figuras ilusionantes en forma de solistas y directores invitados.

Fotos:  Marina Casanova / Sinfónica de Sevilla

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