Entrevistamos a la italiana Anna Caterina Antonacci con motivo de su visita a nuestro país, donde ofrece dos conciertos en Oviedo y Madrid, junto a L´Academia degli Astrusi y centrados en los lamenti más célebres del siglo XVII.
Por Alejandro Martínez
Le preguntaba por Verdi porque quizá la Éboli estuvo alguna vez en sus planes.
Sí, quizá hace unos años, con una voz más redonda y más joven. Fue algo que hablé de hecho en varias ocasiones con Gardiner y estuvimos cerca de planearlo. Me hubiera gustado mucho, porque Don Carlo es una de esas óperas únicas con las que uno sueña. Pero no, el tiempo pasa y las ocasiones vuelan, y ya es tarde, quizá en otra vida (risas).
Veo que se hace cargo de sus limitaciones vocales con naturalidad.
Sí, por supuesto. No hay que tomarse demasiado en serio y hay que ser consciente en todo momento de los propios límites, como usted dice, con naturalidad. De lo contrario, uno se engaña a sí mismo. Una carrera de éxito es imposible sin conocer nuestros límites. Sería absurdo aspirar en todo momento a ser la soprano de referencia. La realidad es otra: se trata de hacer un buen trabajo, una trayectoria seria. Yo estoy contenta de mi carrera hasta este punto, ha sido hermosa. A veces me pregunto si he hecho más o menos de los que hubiera podido hacer (risas) y creo que he hecho algo más de lo que hubiera podido.
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