La temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España [OCNE] ofrece un concierto en el Auditorio Nacional bajo la dirección de Anja Bihlmaier
El Nuevo Mundo desde la vieja Europa
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 15-X-2022, Auditorio Nacional. Ciclo Orquesta y Coro Nacionales de España. Atmosphères (György Ligeti). Te Deum, op. 103 (Antonín Dvorák). Paloma Friedhoff, soprano. Jan Martinik, bajo. Sinfonía nº 9, op. 95 “Del nuevo mundo” (Antonín Dvorák). Coro Nacional de España, director: Miguel Ángel García Cañamero. Orquesta Nacional de España. Directora: Anja Bihlmaier.
György Ligeti presentó su obra Atmosphères con extraordinario éxito durante el Festival de Donaueschingen de 1961. La composición prescinde de la percusión, tan presente en la música más vanguardista del siglo XX, y plantea una serie de capas sonoras sin melodía ni dibujo rítmico en las que destaca, por un lado, la experimentación tímbrica, plena de creatividad, fruto del talento de Ligeti y, por otro, una turbadora atmósfera de inquietud y desasogiego. La Orquesta Nacional demostró, en su gran momento actual, superar la ardua prueba con una limpia, transparente y aquilatada sonoridad en todas sus secciones bajo la batuta, de sólida preparación técnica y musical, de la alemana Anja Bihlmaier.
Las otras dos obras del programa de este concierto, firmadas por Antonín Dvorák, tienen que ver con la figura de la rica filántropa y mecenas norteamericana Jeanette Thurber. La primera, el Te Deum, que conmemoraba en 1892 el cuarto centenario de la llegada de Cristóbal Colón al nuevo continente, por encargo directo y la segunda, compuesta durante la dirección del Conservatorio de Nueva York, fundado por la adinerada Thurber, quien también impulsó al músico bohemio al referido cargo.
Dvorák se vale del texto del Te Deum de la liturgia tradicional cristiana, ante la falta de tiempo para conseguir un texto apropiado y firma una obra de gran brillantez y con pasajes de acentuada grandiosidad edificada sobre un esquema estructural claramente sinfónico. Anja Bihlmaier demostró sentido de la organización, adecuada concertación, control sobre la orquesta y la masa coral, apropiados acentos, sonido radiante y los adecuados contrastes entre los pasajes más brillantes y épicos y los de mayor lírismo. Notable actuación del coro Nacional dirigido por Miguel Ángel García Cañamero, pues acreditó empaste y rotundidad, tanto en la sección masculina como la femenina, además de gama dinámica. Paloma Friedhoff, miembro del coro Nacional, que sustituía a la inicialmente prevista Nadja Mchantaf, completó una buena actuación merced al buen gusto de su canto y delicadeza de su fraseo, que se impusieron sobre un timbre sopranil más bien modesto. El bajo Jan Martinik anunció una indisposición, de lo que se deja constancia, antes de señalar que pudo apreciarse un sonido mate y engolado, así como agudos imposibles, todo ello encuadrado en la más absoluta desimpostación.
La Novena sinfonía de Antonín Dvorák llamada «Del Nuevo Mundo» por ser compuesta durante su estancia en Nueva York al frente del Conservatorio de música y contener influencia de la música folklórica negra americana. Si bien, la misma no resulta tan perceptible como parece y resulta claramente superada por la habitual presencia de los aires populares bohemios y, sobre todo y especialmente, por la inspiradísima invención melódica de Dvorák. Se trata de una de las composiciones más famosas y populares del repertorio sinfónico, presente en innumerables películas, series y anuncios televisivos.
Anja Bihlmaier demostró su capacidad de construcción desde el primer movimiento, con claridad de ideas, tempi razonables y encauzando el espléndido sonido que es capaz de ofrecer hoy día la Orquesta Nacional con una cuerda tersa, unas maderas radiantes, precisas, de sonido madreperlaceo y unos metales tan brillantes como seguros. El corno inglés de José María Ferrero cantó hermosamente la maravillosa melodía que introduce el segundo movimiento, el mejor de todos en la interpretación de una Bihlmaier elegante y detallista, que supo expresar el tono nostálgico y contemplativo del pasaje. Esa delicadeza se tornó en brío y buen pulso rítmico en el scherzo -introducido de forma rotunda por los contrabajos-, manifestando ese tono danzarín y festivo de este tercer capítulo que prepara el clímax del último movimiento Allegro con fuoco. El gran tema principal fue expuesto brillantemente por los metales, el bien delineado solo de clarinete a cargo de Enrique Pérez Piquer fue apropiadamente contestado por las cuerdas y el final atesoró la fuerza y brillantez requeridas, pero sin ir más allá.
Una interpretación, en definitiva, muy disfrutable, muy bien tocada por la orquesta, impecablemente construida y organizada, a cargo de una batuta bien preparada técnicamente, a la que pudo faltar algo de garra y un punto más de audacia y fantasía. Gran éxito, que recibieron uno a uno los miembros de la orquesta, cada fila y sección, invitados por Bihlmaier a acoger las ovaciones del público.
Fotos: Facebook OCNE
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