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CRÍTICA: EL CORELLA BALLET CASTILLA Y LEÓN INTERPRETA "EL LAGO DE LOS CISNES" EN EL TEATRO CAMPOAMOR DE OVIEDO

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Autor: Aurelio M. Seco
14 de junio de 2010
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Ángel Corella

La Voz de Asturias (Martes, 12/6/10)

"CISNES" CON ÁNGEL

Quién nos iba a decir hace un par años que España iba a contar tan pronto con una compañía de danza clásica de primer nivel internacional. El Corella Ballet Castilla y León, fundado en abril de 2008, clausuró el Festival de Danza de Oviedo con un clásico entre los clásicos: El lago de los cisnes , un trabajo de Ivanov y Petipa con música de Chaikovski, que la compañía española presentó con una atractiva propuesta escénica, y con la música en directo de la Oviedo Filarmonía. La representación dejó en el público la impresión de haber asistido a una gran velada de danza; ambiciosa, inteligente y emocionante, todo un acierto para la Festival. Este tipo de oferta cultural es la que marca la verdadera dirección hacia la que Oviedo debe ir, si es que de verdad quiere aspirar a poseer la ansiada capitalidad cultural europea en el 2016. Volvió Angel Corella al Campoamor, tras las hipoglucemias que hace meses le obligaron a tomarse un período de descanso, para ofrecer todo un recital de buen hacer técnico, interpretando a un Sigfrido lleno de energía, carácter y naturalidad expresiva. Su revisión del clásico conquistó por la vista gracias a la escenografía y vestuario de Benjamin Tyrrell, pero también por su propia adaptación. Fue un Lago de los cisnes que supo conjugar lo moderno con el respeto a la tradición. Natalia Tapia interpretó el clásico doble papel de Odette/Odile con brillantez. Cumplió con los siempre complejos 32 fouettes, alternando los simples con alguno doble, y recreó a Odette con destreza, aunque también podría haber dibujado con más encanto su delicada fluidez gestual. Su perfil de bailarina se acomodó mejor a la angulosidad de Odile. En realidad, toda la compañía bailó a un gran nivel. Estuvieron magníficos Fernando Bufalá y Yevgen Uzlenkov como Napolitanos, y exquisitas Cristina Casa, Ana Calderón, Carla López y Alba Cazorla en la siempre complicada danza de los cisnes pequeños. Por su parte, Kirill Radev encarnó a un Benno jovial, refinado y un tanto altivo. La compañía todavía puede y debe mejorar su nivel técnico y seguridad en escena. Con todo, no se puede más que admirar lo que Angel Corella y su equipo han conseguido en tan solo dos años: una compañía de danza clásica, española, cuyo nivel artístico haría sentirse orgulloso a cualquier compañía nacional de danza. Pietro Rizzo dirigió a la Oviedo Filarmonía con naturalidad y buen hacer. Manejó los "tempi" con eficacia, si bien algunos fragmentos algo lentos restaron brillantez técnica en el escenario, y carácter musical en el foso. Solventó con acierto los ajustes entre músicos y bailarines, y dotó de un cierto carácter a la partitura, sin profundizar del todo en su magia expresiva. Más bien presentó la obra con coherencia y verdadero gusto, consiguiendo de la Oviedo Filarmonía una versión reconfortante y emotiva, en parte gracias al buen trabajo de sus metales y de alguno de sus componentes, entre las que destacó la arpista Mirian del Río.

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