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Crítica: Anastasia Kobekina y Carlos Domínguez-Nieto con la Orquesta de Córdoba

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Autor: José Antonio Cantón
31 de enero de 2022

Anastasia Kobekina interpreta las Variaciones cobre un tema rococó de Chaikovski, con la Orquesta de Córdoba bajo la dirección de Carlos Domínguez-Nieto

Anastasia Kobekina

Portentosa violonchelista

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 27-I-2022 Gran Teatro. Orquesta de Córdoba. Solista: Anastasia Kobekina (violonchelo). Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obras de Cesar Franck y Piotr I. Tchaikovsky.

   El sexto concierto de abono de la Orquesta de Córdoba (OC) en la presente temporada ha tenido tres focos de atención: el poder escuchar las dos versiones de las Variaciones cobre un tema rococó, Op.33 de Tchaikovsky, la versión original del autor y la adaptación que de ellas realizó el violonchelista alemán Wilhelm Fitzenhagen con autorización del compositor; en segundo lugar la actuación de Anastasia Kobekina, joven y relevante violonchelista rusa desde que se confirmara su brillante modo de hacer música el año 2019 con la obtención de la medalla de bronce en el XVI Concurso Internacional Tchaikovsky en San Petersburgo y, en tercero, la dirección del maestro Domínguez-Nieto de una de las sinfonías más singulares del repertorio como es la única que escribió el músico belga Cesar Franck, compuesta en la tonalidad de re menor.

   Con ese dominio integral que caracteriza a aquellos intérpretes que se proyectan sobre sus instrumentos logrando una nueva realidad orgánica sonante, así se manifestó el inicio de la actuación de Anastasia Kobekina dejando claro  por qué ha sido galardonada en tan prestigioso concurso antes mencionado. Dotada de una habilidades físicas y mentales singularísimas tocó la versión de Fitzenhagen de la obra de Tchaikovsky con toda la expresividad posible que podía propiciarle el extraordinario violonchelo construido por Antonio Stradivari en 1698 -también conocido por la referencia ‘De Kermadec-Bläss’, por el apellido de la familia a la que perteneció durante décadas-, destacando a su vez cómo el movimiento de su cuerpo se convertía en un mecanismo ideal de activación del instrumento hasta un muy alto grado de excelencia. Asumió el protagonismo del discurso desde la convicción del concepto que contiene la obra, elevando su rango estético por encima del técnico que, si bien asombraba, sólo pretendía estar al servicio de la música. Ésta se mantuvo siempre en la hermosa voz del violonchelo con independencia de los cambiantes efectos de tempo, dinámica y velocidad  que se desarrollan en estas variaciones, que fueron un extraordinario pretexto para poder admirar como esta chelista supo construir y articular su discurso desde su mente privilegiada. 

   La labor fundamental del director fue cuidar esta realidad convirtiendo a la OC en un grupo de cámara dentro de su específica función de elemento concertante. Esta orientación redundó en una claridad expositiva que mejoraba el valor de la composición y hacía que se pudiera disfrutar de una solista que, con toda seguridad, ocupará un lugar destacado en el panorama internacional dada la enorme proyección artística que apunta su incipiente carrera. Como respuesta a la ovación de un público entregado a su arte,  tocó la primera Bourrée de la Tercera Suite BWV 1009 de Juan Sebastián Bach con un marcado aire sincopado incorporando a su interpretación su particular vivacidad de temperamento. Así puso final a uno de los conciertos más lucidos de la OC de lo que va de temporada.

   El sinfonismo romántico, como capítulo primordial de la historia de la música orquestal, tiene en la Sinfonía en re menor de César Franck uno de sus referentes absolutos. Carlos Domínguez-Nieto ha hecho honor a tal importancia planteando una interpretación de hondura y seriedad ya desde la introducción del primer movimiento  hasta su desarrollo temático, que fue muy contrastado, generando una tensión que tuvo su momento álgido en la coda en la que acentuó la reafirmación tonal de la obra llevando a la OC a una expresividad semejante a la del órgano, instrumento del que se nota su gran influencia sobre esta sinfonía, sustancial detalle que el director supo reflejar en la tímbrica de los instrumentos.

   El equilibrio que logró en el Allegretto central fue uno de los momentos culminantes de la velada al descubrir con habilidad expresiva uno de los secretos de su intrincada composición en la que coexistían reposo y ansiedad en una naturalidad de exposición sólo explicable desde un estudio integrador de sus elementos, que el maestro ha sabido analizar y posteriormente desarrollar con eficaz sentido musical.

   Manteniendo tal intención, llevó sus indicaciones a ese límite expansivo que necesita la transmisión del tercer tiempo donde convergen todas las ideas que han venido produciéndose a lo largo de la obra. Generó la tensión necesaria para justificar las curiosas y variadas transformaciones temáticas que propone el compositor, dando el acento necesario a cada una en el resolutivo camino de confirmación tonal con el que termina la sinfonía. Se materializaba así cómo el titular de la OC había comprendido el mensaje de Franck en sus más mínimos detalles, dejando la sensación de un conocimiento exhaustivo de esta hermosa composición al igual que ya demostrara con sinfonías de Bruckner o Sibelius en otras citas de la temporada.

Foto: Paco Casado

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