Lugar: Teatro Campoamor. Fecha: 31 de mayo de 2012. Ciclo: 19ª Festival de Teatro Lírico Español Oviedo 2012. "Amadeu". Sobre la vida y obra de Amadeu Vives. Dirección y dramaturgia: Albert Boadella.
BOADELLA REVIVE EN AMADEO VIVES
La 19ª edición del Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo finalizó con una de las obras más audaces, auténticas, reveladoras y políticamente incorrectas de los últimos años: "Amadeu" del catalán Albert Boadella, una auténtica diatriba escénica que trata de sacar los colores al verdadero rostro del nacionalismo catalán, a la situación cultural que atraviesa Cataluña en la actualidad y a las más bien tensas relaciones entre la Comunidad Autónoma Catalana y el resto de España. Con "Amadeu", el director catalán critica las contradicciones y el sinsentido de determinadas situaciones. Puede hacerlo porque tiene un buen escudo con colchón en Madrid, pero también porque es un hombre valiente; de los pocos que nos van quedando. "Nada hay más español que un catalán", sugiere Boadella, fijándose en el género de la zarzuela porque, la zarzuela como género, suena tanto a España como la butifarra huele a Cataluña. Sobre la escena, el color que predomina e incluso satura es el rojo, quien sabe si por ser el color de la vergüenza o el de la sangre, el de la pasión cegadora de la razón o el de las dos banderas. Albert Boadella se muestra en su "Amadeu" como el catalán de un trabalenguas que, para ser español, ha tenido que exiliarse de Cataluña. "Un artista catalán esta españolizado, ¿quién lo catalanizará? El catalán que lo catalanice -o satanice-, buen antiespañol será", parece decir el actor y director español, antaño defensor a ultranza de lo catalán cuando ser nacionalista tenía otro sentido. El título de la obra se refiere al nombre de Amadeo Vives, pero catalanizado, de la misma manera que es frecuente que a Mozart le latinicen el suyo cuando, en realidad, firmaba como Amadé. "Amadeu" no es una zarzuela, ni un musical, ni siquiera es una antología de zarzuela sino, más bien, una obra de teatro en la que se incluyen diferentes fragmentos de nuestro principal género lírico. A lo largo de alrededor de dos horas ininterrumpidas que, todo hay que decirlo, se hacen demasiado largas, Boadella va desgranando con mano maestra y muchos datos de interés la vida y obra de Amadeo Vives, uno de los más grandes compositores de zarzuela, catalán para más señas y un autor que le viene como anillo al dedo para decir alto y claro un par de cosas. Por supuesto, también desliza otras reflexiones -"La chusma, en ocasiones, también percibe la belleza"-, en el contexto de una obra de moderada e inteligente vis cómica, perlada de zarzuela. La propuesta escénica no es demasiado ambiciosa, sino sorprendentemente modesta, de elementos sumarios pero bien usados. Otra cosa es que se merezca haber obtenido el Premio Lírico Teatro Campoamor 2011 a la mejor producción de ópera española o zarzuela. Seguramente aquí habrán influido otros criterios, no estrictamente artísticos.
Sobre la escena, lo que más brilló fue el trabajo de Antoni Comas, que realizó una magistral semblanza del compositor. Comas, que es actor, pianista y cantante, hace el papel de su vida como el cojo y deforme Vives, y lo hace tan bien que, seguramente, todo el que haya asistido a una de las funciones del Campoamor se quedará con esa imagen del compositor catalán. Estuvo acompañado en escena por un solvente Raúl Fernández. Musicalmente la obra resultó decepcionante. El reparto contaba con algunas voces interesantes -sobre todo, las de Auxiliadora Toledano y Lola Casariego-, pero ninguno de sus miembros fue capaz de brillar a lo largo de la función. A la vista del espectáculo, tampoco parecía necesario contar con tantos cantantes, sobre todo, en época de crisis. La Oviedo Filamonía saltó del foso al escenario para mostrar una versión reducida de sí misma, a las ordenes de Miguel Roa, director solvente forjado en mil zarzuelas que, en esta ocasión, tuvo que dirigir de espaldas a los cantantes, una posición sin duda incómoda que de ninguna manera puede justificar la discreta versión musical. Con tan pocos músicos sobre el escenario, el número de ensayos y su intensidad sin duda debían haber sido más exigentes y provechosos. La participación del Coro Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo resultó correcta, sin más.
Hubo un tiempo en el que la zarzuela tuvo mucho éxito en Cataluña; muchísimo. Ahora las cosas son diferentes. Todavía recuerdo una esclarecedora experiencia como estudiante, hace años, en los Cursos de La Granda, en Avilés. Un conocido musicólogo catalán era incapaz de ver los méritos de "El dúo de la Africana", de Manuel Fernández Caballero, una zarzuela realmente preciosa. Un tanto inexperto, me vi empujado a intentar justificar lo evidente, sin darme cuenta de que, el verdadero problema no era que el musicólogo no lo entendiera, sino que en realidad no lo quería entender. Esta cerrazón irracional hacia el mundo de la zarzuela es fácil de encontrar en Cataluña, pero hay que decir que no es algo exclusivo de esta región. Dentro de la profesión hay músicos y musicólogos que incluso se jactan de despreciar un género al que siguen considerando menor.
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