Una entrevista de Aurelio M. Seco / @AurelioSeco
Tal y como adelantó hace dos días CODALARIO, Alejandro Roy debutará en la Ópera Metropolitana de Nueva York el 31 de octubre, convirtiéndose de esta forma, sino en el primer español, sí en el primer asturiano de la historia en cantar en el teatro estadounidense. Y lo hará en el papel de Calaf, de la ópera Turandot, de Puccini, uno de los personajes que más satisfacciones le están dando en los últimos años.
Anteayer falleció repentinamente el tenor italiano Marcello Giordani. Es obligatorio preguntarle sobre él.
Es una noticia muy triste. Coincidí con él en el festival de La Arena de Verona. Precisamente el otro día hablamos de Marcello Giordani en Verona. Me llamaba la atención que siempre viajaba con su familia. Allí donde cantaba, iba con ellos. Yo lo conocí haciendo Tosca, en mi debut en La Arena, cuando él hacía el primer reparto.
El 31 de octubre debuta usted en el Metropolitan de Nueva York.
Sí, estoy en Nueva York desde el mes de septiembre. Empezamos con los primeros ensayos ya hace casi un mes.
¿Cómo ha sido el proceso hasta llegar al MET?
La primera toma de contacto fue la temporada pasada. Me oyeron en Varsovia y me ofrecieron ser el cover de Jonas Kaufmann en La fanciulla del West y Tosca. Tengo que decir que estar en el Metropolitan de Nueva York es una experiencia maravillosa. El teatro está ensayando a la vez cuatro óperas. Todo funciona perfecto en este teatro para cada uno de los que participamos.
Debuta poniéndose en la piel de Calaf, en Turandot.
Tengo una ilusión enorme, y con la maravillosa producción de Franco Zeffirelli, que es un sueño para cualquier cantante. Calaf no es precisamente un papel sencillo de cantar. No es fácil para un teatro encontrar un Calaf. Que el Metropolitan me lo haya ofrecido a mí me emociona.
¿Se encuentra en el mejor momento de su carrera?
Yo diría que sí. De unos años a esta parte es cuando mejor me estoy encontrando. He debutado ciertos roles como Radamés, de Aida, Dick Johnson de La fanciulla, he cantado en Cavalleria y Pagliacci y hace poco también he debutado Sansón y enfrentado al rol de Andrea Chenier. Tras concluir estas funciones en Nueva York debutaré en Il tabarro. Vocalmente me encuentro muy cómodo y, personalmente, emocionado.
¿Viaja solo?
Me gustaría viajar más con la familia, pero de momento no es así porque mis hijas son pequeñas. Tienen que ir al colegio, hacer sus deberes... Siempre que podemos viajamos juntos, porque yo creo que la familia es más importante que nada.
Un asturiano que vive en Oviedo llegando a lo más alto del mundo de la ópera. ¿Cuál es el secreto?
Bueno, yo en ese aspecto creo que no hay secretos, ha ido todo surgiendo, la vida o que Dios fuera guiándome a su manera… He ido siempre mejorando en mi trabajo, perfeccionando lo que había que perfeccionar. En un principio, cuando uno es joven y estudia, en España en general te clasifican a veces de manera equivocada, como en mi caso. Me decían que yo era tenor ligero, cosa que no era, y poco a poco me he encaminado a encontrar mi verdadero repertorio y voz, que es donde está el centro. Quien más me inspiró fue Fedora Barbieri cuando estudié con ella en Florencia. Mis estudios con ella me fueron guiando para hacer bien las cosas.
Esta carrera también tiene malos momentos.
Sí, en mi caso existieron porque se me clasificó en un tipo de voz que no poseo. Al principio también tienes que aceptar ciertos roles que quizás no son muy adecuados. Yo debuté con La hija del regimiento, y no digo que no fuera adecuado del todo, pero ciertas cosas eran un poco arriesgadas para alguien que no estaba bien preparado; el Stabat Mater de Rossini, El turco en Italia, El barbero de Sevilla…., son títulos que canté al principio. Muchas veces se me ofrecían obras desconocidas con cierta dificultad. Hace poco canté Curro Vargas, de Chapí, una ópera muy complicada para el cantante. Poco tiempo después canté Norma en Lisboa y fue casi un paseo después de Curro Vargas. Todo esto que estoy diciendo hace que en los principios uno vaya a veces un poco a tirones. Tuve que arriesgar: unas veces salió bien y otras no. En general tengo que decir que no estoy del todo a disgusto. Todo me ha servido para mejorar.
Ahora se encuentra a gusto.
Me encuentro bien. Ahora estoy donde tengo que estar. El repertorio que estoy cantando es el adecuado y así lo estoy viendo en las críticas que tengo alrededor, las directas y las del público y la gente de los teatros, que empiezan a alabarme y a decir que poseo una técnica muy bien elaborada. Algunos, como la agencia con la que empecé a trabajar en Nueva York, me dijeron que este tipo de canto «a la antigua», en el que se oye todo, desde la zona grave a la aguda, ha desaparecido hoy.
Ese «canto a la antigua» es buscado en su caso
Sí, y muy trabajado. Durante unos cuantos años tuve que buscarlo porque a veces te enseñan cosas que te llevan a hábitos equivocados, y claro, ha tenido que venir un trabajo muy intenso después, juanto a mi mujer, Lola Fernández, que también es cantante. Cuando estuvimos estudiando en Florencia con Fedora Barbieri vimos muy pronto que sus enseñanzas eran diferentes a las que nos habían impartido antes de ella. Tras nuestro trabajo con Fedora hemos seguido cuidando ciertos aspectos líricos en casa, de manera muy artesanal, y lo hemos conseguido.
Es importante tener buenos profesores.
Sí. No se trata de hablar en contra de los que he tenido, porque he tenido muy diferentes profesores. Algunos de los que me enseñaron yo creo que estaban un poco influidos por la época. En los años setenta, ochenta y noventa hubo un cambio, en el que parecía que había que especializarse por todos los medios: o eras lírico o lírico ligero, o mozartiano, o rossiniano o verdiano…, y además te decían que había que cantar diferente cada cosa. Con Fedora no. Ella no transmitía que había diferencia en cantar Mozart o Verdi. La única diferencia estaba en la partitura, pero no en tanta especialización.
Su mujer ha sido importante en su carrera.
La más importante. Quiero agradecerle todo lo que ha hecho y está haciendo por mí. Ella sacrificó su carrera por mí y nuestra familia. Fue la que tomó un poco las riendas. Tengo que ser totalmente sincero en esto: yo tengo un valor y sé llevarlo a la práctica, pero quien ha hecho posible que todo esto salga bien es ella.
¿Y todo desde Oviedo?
Sí, vivimos en Oviedo.
¿Hay amigos en este mundo?
Sí, es mucho más fácil hacer amigos de lo que se pueda imaginar la gente. Los mayores apoyos los tengo en colegas y ellos en mí. Nos ayudamos muchísimo en infinidad de casos, pero sobre todo artísticamente. Hay grandes amistades y poca lucha entre nosotros.
¿Usted también echa en falta más cantantes españoles en nuestros teatros?
Por una parte es evidente que se echa en falta ver más nombres españoles en los teatros de nuestro país. Es cierto que quien debe estar sobre el escenario es el artista bueno, independientemente de donde haya nacido, pero si un tenor de fuera es igual que uno español, no está de más que tu tierra tire por los tuyos.
¿Ve el mundo de la ópera y la denominada «música clásica» cada vez más pequeño?
Creo que sigue teniendo mucha importancia y que hay un movimiento soterrado que busca esto que buscamos en casa, la tradición, la verdad de los compositores. También es importante acercar la juventud a los teatros. Recuerdo cuando era un chaval y me llevaron por primera vez a un concierto. Me impactó muchísimo. Nunca había oído un instrumento tocado con arco y cuerdas y me pareció mágico. Tan solo hay que acerca a la gente joven a la música.
¿Cómo va a ser el Calaf que cantará en el Metropolitan?
Espero que la gente que vaya a ver este Calaf lo disfrute lo más posible. Vocalmente intento darle mucha importancia a cada frase, porque veo que en estos momentos se necesita, si hablamos en general. Además de las partes vocales más llamativas, el personaje tiene diálogos muy interesantes que no hay que descuidar. Cuando se dan ciertos papeles a voces poco apropiadas para ellos, estos matices pueden perderse. Yo espero poder entregar al público toda la zona de expresión del personaje.
¿Le gusta Nueva York?
Me encanta. Me he recorrido casi toda la ciudad a pie. Estoy muy cerca de Central Park y siempre que tengo tiempo lo uso para caminar por Nueva York.
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