Entrevistamos al joven tenor barcelonés Albert Casals, una de las voces más prometedoras del panorama operístico español. Casals ya es conocido por el público ovetense por su interpretación de Alfred en "El Murciélago" de Strauss que abrió la pasada temporada del teatro Campoamor. Ahora vuelve a la capital asturiana para ponerse en la piel de Edgardo, en la ópera "Lucia di Lammermoor", rol tenoril emblemático y exigente donde los haya con el que debuta en la función popular del próximo viernes 19 de octubre.
- ¿Cuándo y cómo tomó la decisión de dedicarse profesionalmente al canto?
- Desde niño estuve vinculado al mundo coral cantando en la Escolanía de Montserrat, donde también cursé estudios de piano y oboe. Posteriormente estudié técnica vocal con maestros como Xavier Torra y Joaquim Proubasta y, más tarde, con el tenor Dalmau González, que sigue siendo en la actualidad mi maestro. Durante 3 años fui miembro del Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana, una experiencia muy enriquecedora de la que guardo un gratísimo recuerdo, hasta que decidí dedicarme al canto como solista.
- ¿Recibió apoyo familiar? ¿Compatibilizó tus estudios musicales con otro tipo de formación?
- Realicé estudios de Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones y tomé la decisión de probar suerte en el mundo de la lírica cuando estaba realizando el proyecto fin de carrera. Fue quizás en ese momento cuando recibí un poco más de presión familiar para completar el proyecto y obtener el título, pero tenía claro que lo que realmente me llenaba era el canto. Quién sabe si algún día tendré que recuperar mi proyecto...
- ¿Qué es lo que más le gusta de esta profesión y cuáles son los aspectos más negativos?
- Sin duda lo que más me apasiona de ser cantante es el contacto con el público, la cercanía, la capacidad de transmitir emociones y sensaciones de una forma tan directa, sin artificialidad, a través de la voz y la palabra. Me gusta ver la respuesta del público, mirar las caras de las personas que están en las primeras filas. Cuando te das cuenta de que consigues despertar emociones en la gente es algo muy gratificante. Puede que sea demasiado idealista pero es la forma en la que concibo esta profesión. Soy una persona que necesita todos los días encontrar motivaciones para hacer lo que hago y, aunque llevo poco tiempo en este mundo, en ocasiones esa magia desaparece y es necesario volver a recordar la esencia y el por qué de este trabajo.
- ¿Cuál fue su debut operístico sobre un escenario?
- Fue con el papel de Gualtiero en "Il Pirata" de Vincenzo Bellini. Hice este papel con la Asociación de Amigos de la Ópera de Sabadell en octubre de 2009. Esta asociación, fundada por la soprano Mirna Lacambra, ha realizado siempre una gran labor en el ámbito de apostar y descubrir nuevos valores y les estoy muy agradecido por la oportunidad que me brindaron. Figuras de tanto prestigio como José Bros también tuvieron sus primeros papeles en Sabadell. Con ellos también he hecho Ferrando en el Così fan tutte, el Conde Almaviva en el Barbero de Sevilla y el Romeo de Gounod. Fuera de Sabadell también he hecho el Percy de "Anna Bolena", tanto en Lérida como en Trieste, rol que tuve que aprenderme en una semana.
- ¿Qué metodología sigue para preparar los papeles? ¿escucha grabaciones?
- El caso del Percy fue un caso extremo en el que me ofrecieron un papel del que no conocía nada con una semana de antelación a los ensayos. Imagínese. El estudio no pudo ser más intensivo. Durante aquellos días apenas dormí y estaba casi a todas horas con mis auriculares y mi partitura. Esto no significa que el aprendizaje de un rol no pueda hacerlo sin grabación. De hecho, a veces estudio con la mera ayuda de un diapasón, pero no estoy en contra de acudir a grabaciones, máxime hoy en día cuando Internet nos ofrece no sólo a los aficionados sino también a los profesionales un abanico amplísimo de material a través de Youtube o plataformas digitales como Spotify. La perspectiva de la obra es más completa si escuchas cómo está orquestada y no te ciñes exclusivamente a la partitura de canto y piano.
- Muchos cantantes no quieren escuchar grabaciones para no recibir ninguna influencia ajena al preparar un nuevo papel.
- La cuestión es que, aunque las escuchen, muy pocos lo reconocerán. En mi caso considero que es algo enriquecedor, aunque sea una primera audición para tener una idea de la obra y después dejarla aparcada un tiempo para trabajar sólo con la partitura y el maestro.
- ¿Cómo definiría su voz? ¿En qué repertorio se encuentra más cómodo?
- Considero que tengo una voz de lírico-ligero que se siente cómoda en Mozart y en algunos roles de Rossini, aunque no considero que mi voz se adapte especialmente al canto d'agilità que exige este compositor a pesar de que mi maestro, Dalmau González, haya sido un consagrado rossiniano. Por otra parte, considero que dispongo de un centro suficientemente amplio y canto legato como para abordar roles de ópera francesa (Faust, Romeo, Des Grieux) y del belcanto italiano ("Elisir", "Don Pasquale", "Favorita"). De hecho, en el papel de Edgardo no me siento incómodo cantando la llamada Escena de la Torre, un dúo con mi rival, Enrico, de especial fuerza dramática que en muchas ocasiones es suprimido.
- ¿Qué partes de la escritura de Edgardo le resultan más comprometidas?
- Quizás el primer dúo, especialmente en su última sección, cuando Edgardo y Lucia, justo antes de despedirse, entonan casi a cappella el "verranno a te sull'aure". Son largas frases legato que exigen un especial control de la respiración y del apoyo en un momento en el que mi personaje prácticamente acaba de aparecer. Y naturalmente también la escena "Tu che a Dio spiegasti l'ali", justo al final de la obra, por su escritura sul passaggio y su enorme carga sentimental.
- El participar en una función fuera de abono con una única representación es sin duda una oportunidad pero también un riesgo, ya que tiene que demostrarlo todo en ese momento. ¿Supone una presión especial?
- Sin duda es un reto y una responsabilidad, pero no soy una persona especialmente nerviosa a la hora de pisar el escenario, ni tiendo a aislarme del mundo en los momentos previos. Lógicamente si ese día la salud no acompaña, siempre tienes más inseguridades pero, normalmente, el día de una función, vocalizo por la mañana y, si las cosas están en su sitio, no suelo trabajar más la voz hasta que estoy en el camerino, antes de la función, donde pruebo algunas notas. No soy extremista en este sentido y considero que el trabajo tiene que estar hecho con anterioridad.
- Oviedo y el Teatro Campoamor ya son conocidos para usted. ¿Se siente a gusto en esta ciudad?
- Muy a gusto. Me siento como en casa. El trabajo con el equipo del teatro y de la Ópera de Oviedo es fantástico, con una gran implicación de todos sus componentes. Es uno de los aspectos más positivos de trabajar en esta compañía frente a otros grandes teatros, que el ambiente es más familiar y acogedor, se respira más la esencia de la profesión.
- ¿Qué le parece la propuesta escénica de Emilio Sagi para esta Lucia?
- Es muy interesante y efectiva. Hay pocos directores de escena que conozcan tan bien la partitura de Donizetti como Sagi.
- Forma parte de una función con precios populares, especialmente pensada para atraer nuevo público a la ópera, una de las obsesiones de la mayoría de los teatros. ¿Cree que es una buena iniciativa?
- Es muy importante vencer las reticencias y los prejuicios que muchas personas tienen sobre la ópera. Yo mismo, entre mis amigos, por el hecho de estudiar canto y dedicarme a este mundo, tenía que soportar alguna broma que otra aunque algunos de esos amigos, cuando los convencía para que fueran a verme al teatro, quedaban totalmente fascinados. No obstante, siempre hay que tener un mínimo de predisposición y de preparación. Es muy complicado que en una primera audición se aprecie la riqueza musical de una obra. Es difícil incluso para los profesionales. Siendo además "Lucia" una obra que no tiene fragmentos especialmente populares, aunque la escena de la locura haya sido utilizada en películas como "El Quinto Elemento", es si cabe más importante realizar un trabajo previo. Leerse el argumento o el libreto y escuchar con antelación algunos fragmentos de la obra son formas de facilitar que lo que se va a presenciar en el teatro ya resulte en cierto modo familiar y haya más posibilidades de que la experiencia sea gratificante y que ese público se anime a acudir a alguna otra función.
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