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Crítica: Ainhoa Arteta y la Orquesta Terra Nova inauguran el Auditorio de Lugo

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Autor: Pablo Sánchez Quinteiro
29 de diciembre de 2024

Crítica de Pablo Sánchez Quinteiro de los conciertos inaugurales del Auditorio de Lugo, protagonizados por la soprano Ainhoa Arteta y la Orquesta Terra Nova, bajo la dirección de Nicolás Ravelli-Barreiro

Ainhoa Arteta en el Auditorio de Lugo

Una mirada hacia adelante: un largo y traumático camino hacia un flamante auditorio

Por Pablo Sánchez Quinteiro
Lugo, 20 y 21-XII-2024. Auditorio de Lugo «Fuxan os Ventos». Ainhoa Arteta, soprano. Javier Carmena, piano. Orquesta Terra Nova.

   El recién inaugurado Auditorio "Fuxan os Ventos" de Lugo ha marcado un hito histórico para la ciudad, tras años de espera y contratiempos políticos y administrativos. Si alguna vez la expresión "mirar hacia atrás sin ira" ha tenido sentido, éste es uno de esos casos. El Auditorio ha sido el resultado de un traumático proceso que se ha extendido mucho más allá de lo previsto: cinco años de construcción, cuatro más para su entrega al Concello y otros cuatro hasta su inauguración. Este prolongado camino, acompañado de intensos debates y costosos trabajos de puesta a punto, ha llevado a Lugo a contar, al fin, con una infraestructura cultural de alta calidad que sin embargo parecía secuestrada al disfrute de los vecinos. 

   Fueron especialmente incomprensibles para la ciudadanía los últimos cuatro años, en los que hemos asistido a una historia cargada de frustraciones y desencuentros políticos, hasta el punto de que un edificio, que debería haber sido un símbolo de progreso y orgullo para Lugo, acabó convirtiéndose en una fuente de desencanto. Lugo, capital de provincia, ha estado históricamente marginada en términos de infraestructuras culturales. A diferencia de otras ciudades gallegas, e incluso de localidades de menor rango como Vilalba, Lalín, Narón o Vilagarcía de Arousa, la ciudad carecía hasta ahora de un auditorio funcional. Este vacío no solo limitaba la oferta de espectáculos musicales, teatrales o de danza, sino también la celebración de conferencias y eventos de relevancia cultural. Ante esta carencia, la Xunta de Galicia decidió subsanar la situación hace más de una década con la construcción de este complejo cultural moderno y multifuncional. Con un presupuesto inicial de 17 millones de euros, el auditorio fue diseñado para convertirse en un referente cultural. Su planificación incluía una sala de conciertos, espacios de ensayo, oficinas, una cafetería y un restaurante, prometiendo un impacto significativo en la vida cultural de Lugo. Sin embargo, la realidad no fue tan prometedora como los planos iniciales. Una vez entregado a la ciudad, el Concello de Lugo no pudo asumir los aproximadamente 3 millones de euros necesarios para terminar de equiparlo y ponerlo en marcha. Esta incapacidad desencadenó una parálisis de años durante la cual el edificio permaneció cerrado y comenzó a deteriorarse. El auditorio, lejos de ser un símbolo de progreso, se convirtió en un recordatorio constante de la desconexión entre las administraciones y las necesidades ciudadanas. Mientras las instituciones políticas debatían sin llegar a un acuerdo, los lucenses asistían atónitos al deterioro de una infraestructura que debería haber sido motivo de orgullo. La frustración creció con el tiempo, alimentada por un clamor popular que pedía una solución para un edificio que había pasado de ser una promesa a un lastre.

   De forma imprevista, tras una filtración en la prensa, se anunció hace escasos meses que se procedería a la inauguración del complejo con tres conciertos, dos de ellos con Ainhoa Arteta y su acompañante Javier Carmena, el 20 y 22 de diciembre, y entre ambos, uno sinfónico con la Joven Orquesta Lucense Terra Nova, el día 21. Era tal la expectación de los lucenses que, a pesar de los pesares, la inauguración del "Fuxan os Ventos" fue recibida con entusiasmo por la ciudadanía. Las largas -y una vez más polémicas- colas de horas para conseguir las entradas y la masiva asistencia a los conciertos inaugurales son testimonio del anhelo de los lucenses por obtener un espacio cultural digno. Como no podía ser de otra manera, los conciertos se han llevado a cabo de forma exitosa y multitudinaria y, por fin, los lucenses han podido disfrutar en situ las posibilidades de un atractivo auditorio, en su conjunto merecedor de premios internacionales de arquitectura. Sin embargo, esta apertura no supone el punto final de la controversia, pues realmente no se trata de una apertura definitiva sino de un punto y aparte. Sólo una parte del Auditorio ha sido realmente puesta en marcha; éste carece de una infraestructura tan básica como una concha acústica, y de lo más crucial: un equipo gerencial al frente que sepa diseñar una programación amplia y de calado que permita obtener lo máximo de una infraestructura cultural moderna y de inmensas posibilidades. En este contexto de carencias no invita al optimismo que algunas autoridades hayan descrito al auditorio como sobredimensionado para la ciudad de Lugo. Una visión difícil de compartir. Pero en definitiva, aunque el camino hasta aquí ha estado lleno de obstáculos, el auditorio se erige ahora como un símbolo de esperanza y una invitación a mirar hacia el futuro con optimismo.

Ainhoa Arteta en el Auditorio de Lugo

Los conciertos inaugurales: entre la tradición y la juventud

   La compleja decisión de conformar un concierto inaugural se resolvió con la presencia de Ainhoa Arteta, quien ofreció un recital de voz y piano acompañada por su pianista habitual, Javier Carmena. Se optó, por tanto, por una cantante mediática y carismática, que planteó un programa con algunas de sus piezas favoritas, objeto en el pasado de grabaciones e interpretaciones referenciales. Así, la primera parte estuvo dedicada a tres breves ciclos del repertorio español de Montsalvatge, García Leoz y Turina, mientras que la segunda consistió en un monográfico basado en diez arreglos de canciones navideñas y villancicos populares.

   El concierto adoleció de numerosos tiempos muertos, con constantes aplausos entre cada pieza y continuos monólogos por parte de la cantante, justificados por la injustificable ausencia de notas al programa, tanto en papel como online. Las pausas entre pieza y pieza lastraron la escucha coherente en el conjunto de cada uno de los ciclos. Aunque Arteta mostró soltura y carisma en sus intervenciones, sus monólogos oscilaron entre lo informativo y lo histriónico, particularmente cuando era incapaz de recordar los autores de los textos que cantaba -nombres tan inconfudibles como Alberti o García Lorca-, o sobre el número de piezas que conformaban un ciclo. Por momentos, la cantante se desviaba más allá de lo musical adentrándose en temas personales, lanzando por ejemplo críticas a los gestores del Teatro Real o anécdotas de su vida doméstica, que relató con humor e ironía. Aunque estas digresiones añadieron un toque humano y cercano, para los asistentes más interesados en la música resultaron distracciones que dificultaron el disfrute del recital. Pero como digo, para quienes buscaban un espectáculo más ligero y televisivo, donde el glamour y el humor brillasen, la velada resultó ideal.

   En cuanto a la voz de Ainhoa Arteta, siempre bajo escrutinio tras los difíciles problemas de salud que ha logrado superar con una capacidad de lucha encomiable, es evidente que su recuperación física ha sido notable. Su presencia escénica y su carisma, cualidades que siempre le han permitido conectar de manera especial con el público, se mostraron plenamente intactos. Su elección de vestuario, como es habitual en ella, fue exquisita, añadiendo un componente visual, significativo en una gala inaugural de esta naturaleza. También es digno de destacar el impecable trabajo técnico del equipo del auditorio, que logró una iluminación y una decoración del escenario sobresalientes, realzando aún más el evento.

Orquesta Terra Nova en el Auditorio de Lugo

   El repertorio elegido por Arteta —Cinco canciones negras de Montsalvatge, el Tríptico de canciones de García Leoz y los Poemas en forma de canciones de Turina— forma parte de su estandarte artístico. Estas obras, que la cantante ha defendido con maestría tanto en grabaciones como en actuaciones en vivo, evocaron magníficos recuerdos para los que conocen su trayectoria vocal. En todas las piezas, Arteta logró transmitir emoción, dramatismo y musicalidad, aspectos que siguen siendo pilares de su interpretación y que convierten cada recital suyo en un acontecimiento musical único. Sin embargo, en los pasajes más exigentes de un repertorio que, aunque no es especialmente demandante, sí requiere precisión, se evidenció cierta falta de control vocal y cierta inestabilidad en la afinación. La emisión vocal careció de seguridad en momentos clave, y los agudos estuvieron lastrados por un vibrato excesivo. A pesar de estas dificultades, Arteta ofreció momentos de gran belleza, destacando su dramático y atractivo color y unos messa di voce de gran calidad que hicieron justicia a su talento interpretativo.

   La velada cumplió con creces su propósito como acto inaugural, brillando más en lo social y conmemorativo que en lo estrictamente musical. Como detalle especial, Arteta sorprendió al público cantando Noite de Paz en gallego, lo que fue recibido con entusiasmo. En una especie de brindis al sol lucense, adelantó su firme intención de regresar al auditorio en un futuro cercano con un programa completamente en gallego. A buen seguro más de un compositor local presente en la sala habrá tomado nota de la propuesta.

   El acompañamiento de Javier Carmena fue impecable de principio a fin, con interpretaciones llenas de matices y energía. Además, ofreció piezas pianísticas a solo que, lamentablemente, no fueron presentadas, como fueron el Pasodoble Mazzantini de Gerónimo Giménez y Tamboreillo de Navidad de Jesús Guridi, extraído de sus Danzas viejas. Estas obras añadieron un toque de variedad y calidad instrumental al programa, aunque su falta de introducción dificultó su apreciación en el contexto del recital.

   Acústicamente, el concierto fue un auténtico banco de pruebas para la sala. Mi butaca de prensa, gracias al sagaz talento de los responsables de estas tareas estaba estratégicamente situada en la última fila, en el extremo más lateral del escenario, resultando por tanto una ubicación ideal para evaluar este aspecto. De hecho, debo decir, que tanto la voz de Ainhoa Arteta como el sonido del piano se escucharon de forma transparente y cristalina, lo que habla muy bien de la calidad acústica de esta sala, incluso desde las ubicaciones menos favorecidas.

Una gran utopía hecha realidad: Terra Nova, la primera orquesta sinfónica hecha desde, por y para la ciudad de Lugo

   El segundo día de celebración marcó un salto cualitativo en la programación inaugural del “Fuxan os ventos” ofreciendo al público lucense la primera presentación sinfónica en el flamante recinto. Ni más ni menos que la monumental Novena Sinfonía de Beethoven. Más allá de la propia inauguración, el evento constituyó, en el bicentenario de la obra, un hito en la historia musical de la ciudad amurallada, pues se trataba, tras varias décadas de ausencia, de la segunda ocasión en que tan referencial obra se interpretaba en Lugo. La enorme responsabilidad de dar vida a este ambicioso proyecto recayó en la Joven Orquesta de Lugo, Terra Nova, una agrupación creada y dirigida por el maestro argentino-español Nicolás Ravelli-Barreiro. Con una destacada trayectoria previa en Argentina, tanto en el ámbito sinfónico como en el foso, Ravelli-Barreiro decidió hace tres años trasladarse a Lugo, ciudad vinculada a sus raíces familiares, con el objetivo de revitalizar su panorama musical. Así surgió, casi de la nada, la Orquesta Joven Terra Nova. Lo que comenzó como una pequeña iniciativa, basada en el entusiasmo de un puñado de músicos jóvenes y profesionales locales, se ha transformado, en tan solo dos años, en una orquesta de referencia gracias a la visión, capacidad de trabajo y perseverancia de su director, pero también gracias a la entrega y talento del elenco de jóvenes músicos que forman parte de la organización y gestión interna de la orquesta.

   La formación y consolidación de Terra Nova no han estado exentas de desafíos, especialmente económicos. Sin embargo, Ravelli-Barreiro, con recursos limitados, pero con una capacidad organizativa extraordinaria, ha logrado unir esfuerzos de diversas instituciones que han mostrado un apoyo crucial a la orquesta. Entre ellas destacan el Area de Juventud del Concello de Lugo, la Xunta de Galicia, la Diputación Provincial –que emitió el concierto en streaming– y el Conservatorio Profesional de Música de Lugo. El apoyo de su director, Borja Durán, ha sido una pieza fundamental que ha aportado a la orquesta un soporte logístico y moral impagable. En su conjunto, todas las instituciones se han volcado con el proyecto, no solo cediendo infraestructuras y locales para ensayos, sino también brindado un soporte logístico esencial para que el proyecto avanzara.

   El resultado de este esfuerzo conjunto es una orquesta compuesta por un centenar de jóvenes músicos, que cuenta con una programación anual basada en ensayos semanales y encuentros intensivos. Definitivo para su consolidación ha sido el curso de especialización orquestal que la orquesta organizó el pasado verano en Lugo. Este curso, que contó con la colaboración de profesores de la Sinfónica de Galicia y de la Orquesta de Extremadura, atrajo a músicos de toda España y convirtió a Lugo, durante una semana, en una de las capitales musicales de Galicia. Un magnífico ejemplo del impacto cultural y educativo que Terra Nova está generando en nuestra comunidad.

Orquesta Terra Nova en el Auditorio de Lugo

   Para dar vida a la obra, se optó por un coro compuesto por voces colaborativas que se unieron al Coro de la Escuela de Música de Fingoi y la Coral Virxe do Monte de Cospeito. El elenco solista estuvo formado por la soprano Elsa Roldán, la mezzosoprano Julia Portela Piñón, el tenor Germán Polón y el barítono Gabriel Alonso Díaz. Cuatro voces jóvenes, todas con excelente proyección y carreras musicales en ascenso, con presencia ya destacada más allá de nuestras fronteras. Merece mención especial la participación de Julia Portela, la única solista lucense del elenco. Antigua alumna de la escuela de Fingoi en sus inicios y formada posteriormente en la Guildhall School y la Royal Academy of Music de Londres, Portela aportó no solo unas cualidades vocales excepcionales, sino también una notable experiencia que fue clave para conferir balance y musicalidad al cuarteto vocal. Su voz, rica en matices y de gran expresividad, se integró a la perfección con la de la soprano Elsa Roldán, formada en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Ambas se desenvolvieron de manera impecable en los numerosos saltos melódicos que Beethoven exige en sus líneas. Por su parte, Germán Polón y Gabriel Alonso demostraron solidez y control en los registros extremos que la partitura les asigna. En particular, el icónico recitativo del barítono fue impactante por la profundidad de su voz, rica en armónicos graves y excelentemente colocada, así como por su perfecta dicción y capacidad expresiva. El momento culminante para los solistas llegó con el fugato, donde los cuatro cantantes exhibieron una magnífica línea contrapuntística, logrando un equilibrio y una claridad que resaltaron la riqueza de esta sección. La combinación de sus voces, unida a la precisión técnica y al entendimiento mutuo, fue uno de los momentos más intensos en una gran velada.

   La interpretación orquestal fue sencillamente espectacular, destacando el entusiasmo y el carácter que los jóvenes músicos de la Orquesta Terra Nova aportaron a la partitura. Como es habitual en una agrupación de estas características, las secciones de madera y metales brillaron por su talento, aunque los nervios propios de la ocasión provocaron algún que otro desliz menor. Las cuerdas, siempre la prueba de fuego en una orquesta de jóvenes, evidenciaron el trabajo meticuloso realizado durante meses bajo la dirección de Ravelli-Barreiro y de las dos coordinadoras: la concertino Ángela Arias y la principal de los violonchelos, Irene Ortiz Leal. Ambas lideraron sus respectivas secciones con gran solvencia frente a los desafíos de la partitura. Únicamente los segundos violines, un grupo compuesto por músicos más jóvenes, mostraron ciertas dificultades, comprensibles en una orquesta en formación.

   Ravelli-Barreiro demostró una comprensión magnífica de la partitura. Su interpretación de la Novena destacó por una lectura contrastada en tiempos y dinámicas, evidenciando una musicalidad extraordinaria. Optó por tiempos amplios que aportaron intensidad y dramatismo, particularmente en momentos clave como la progresión armónica y dinámica del final del primer movimiento, que resultó especialmente lograda. El Adagio fue manejado con maestría, con un pulso sólido que permitió un sonido puro y cristalino, creando una atmósfera serena pero llena de tensión musical. En el movimiento final, Ravelli-Barreiro gestionó con precisión las complejas interacciones entre coro, solistas y orquesta, logrando un equilibrio notable entre las distintas masas sonoras. El éxito fue abrumador, provocando como propina una adaptación de temas galaicos, dirigida por la directora asistente Carmen Barreiro, que añadió un toque emotivo y local al cierre de la velada.

Auditorio de Lugo

   Desde el punto de vista acústico, mi ubicación más centrada permitió disfrutar de una escucha muy satisfactoria. Sin embargo, se evidenció una clara limitación: la ausencia de una concha acústica. Este hecho afectó muy especialmente al coro, cuyo sonido perdió peso y empuje en los pasajes más sutiles. Es probable que en las zonas más alejadas del auditorio la calidad acústica haya sido muy inferior, algo que debe solucionarse imperiosamente para aprovechar al máximo el potencial de esta sala.

   Para compensar esta limitación, la orquesta repitió la interpretación al día siguiente en la iglesia de San Pedro, en lo que virtualmente fue una audición semi-privada. Se trata de un espacio de dimensiones muy reducidas, pero con una acústica generosa y una reverberación muy favorable. Superados los nervios del primer día y con la orquesta ya más suelta y afianzada, el resultado fue deslumbrante, realzando cada detalle de la interpretación. Es de reseñar que en esta segunda interpretación la soprano fue la joven cantante argentina Mariana Carnovali.

   La elección de la Joven Orquesta Terra Nova para la inauguración del auditorio de Lugo ha sido, sin duda, un acierto rotundo. Este gesto ha permitido integrar el talento local en un acontecimiento histórico para la ciudad, al tiempo que ha puesto de relieve las profundas implicaciones culturales, educativas y sociales de un proyecto joven como este. Construir una obra tan monumental como la Novena beethoveniana desde la sociedad lucense, con la participación de músicos jóvenes, aficionados o semiprofesionales, es un reflejo del poder transformador de la música y de su capacidad para involucrar a personas de muy diversas trayectorias en una experiencia artística compartida.

   La Terra Nova y su director han demostrado que la música no solo enriquece, sino que también puede ser un motor de cohesión social y desarrollo. Es por tanto de justicia pedir un apoyo todavía más decidido y proactivo por parte de las instituciones, que deben reconocer no solo los beneficios culturales inmediatos, sino también las oportunidades de crecimiento personal, comunitario y artístico que emergen de iniciativas como esta. Garantizar su continuidad será fundamental para fortalecer un legado cultural que sin duda influirá positivamente en las generaciones futuras.

Un futuro prometedor

  Podemos decir que la inauguración del Auditorio "Fuxan os Ventos" simboliza tanto el fin de una larga espera como el inicio de una nueva etapa para la vida cultural de Lugo. Aunque persisten desafíos, la respuesta del público y la calidad de las actuaciones inaugurales son testimonio de su enorme potencial. Este espacio, que ya se perfila como un referente cultural, promete ser un punto de encuentro para la música, el teatro y otras expresiones artísticas en los años venideros.

Fotos: PSQ

Orquesta Terra Nova en el Auditorio de Lugo
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