Crítica: «Aida» en el Teatro Cervantes de Málaga

Esencial realización de Aída

Por José Antonio Cantón
Málaga, 09-III-2025. Teatro Cervantes. Ópera Aída de Giuseppe Verdi. Rocío Ignacio, Jorge de León, Olesya Petrova, Carlos Álvarez, Rubén Amoretti, Luis López, Laura Orueta y Francisco Arbós. Dirección de escena y vestuario: Vivien Hewitt. Diseño de escena: Franco Zeffirelli. Coro Titular Teatro Cervantes de Málaga-Intermezzo. Orquesta Filarmónica de Málaga. Dirección musical: Oliver Díaz.

   En la realización de la tercera cita de la presente temporada lírica del Teatro Cervantes de Málaga se ha llegado a realzar ese punto culminante del catálogo de Giuseppe Verdi que significó en todos sus parámetros su famosa ópera lírica Aída, escrita en cuatro actos y estrenada en el teatro de la Ópera del Jedive de El Cairo a finales de diciembre de 1871. Siguiendo el diseño que el mítico dramaturgo Franco Zeffirelli materializó en la producción que dirigió en el pequeño Teatro Verdi de Bussetto dentro de las conmemoraciones organizadas con motivo del centenario del compositor, hay que valorar en primer lugar el buen partido escénico que ha conseguido la regista irlandesa Vivien Hewitt trasladando al escenario del Teatro Cervantes de Málaga el pensamiento teatral del gran director florentino y, en segundo, la calidad musical surgida de la batuta de uno de los directores españoles más relevantes de su generación como es el asturiano Oliver Díaz, que ha sabido plasmar los matices del característico estilo melodramático del genial operista nacido en la aldea parmesana de Le Roncole. En este aspecto, la Orquesta Filarmónica de Málaga respondió siempre a la suntuosidad sinfónica que contiene la partitura de esta obra, que se mantuvo bien adecuada a la acústica del teatro envolviendo el formato escénico cuasi-camerístico como el conseguido en la colorista descripción sonora de la noche egipcia al principio del tercer acto.  

   En cuanto a elenco protagonista vocal femenino, hay que resaltar en primer lugar la actuación de la mezzosoprano Olesya Petrova en el papel de Amneris, que hizo gala de unas más que suficientes cualidades en dicción y extensión vocales, que le permitían adentrarse en todos los matices psicológicos que requiere su personaje, como quedó de manifiesto en el dúo con Aída del segundo acto, en el que expuso una muy contrastada calidad expresiva. Después de un inicio vocal algo titubeante de la protagonista, a cargo de la soprano sevillana Rocío Ignacio, fue adquiriendo paulatinamente más confianza hasta alcanzar una vocalidad vibrante, tierna y apasionada, como quedó rubricada en «O patria mia», una de las arias verdianas para esta tesitura femenina más sugestivas por su riqueza de matices, con la que vino a culminar ese admirable equilibrio de la situación dramática y la excelente musicalidad que contiene el tercer acto. 

   Respecto a las voces masculinas, empezando por el tenor tinerfeño Jorge de León, hay que valorar su expresividad más cercana a la del heldentenor, también llamado tenor heroico, que al carácter lirico spinto, más adecuado para este papel, diferencia que supo equilibrar con su capacidad de acción dramática como quedó patente en una de las arias más brillantes escritas para tenor y más temidas a la vez para el cantante al estar al comienzo de la obra como es «Se quel guerrier io fossi!» del primer acto o el emotivo dúo de amor con la protagonista Pur ti riveggo del tercero, en el que supo modular su intensidad vocal en pos de lograr una más adecuada calidez lírica. En segundo lugar hay que hacer referencia a la maestría del siempre admirable barítono malagueño Carlos Álvarez en el papel de Amonasro, rey etíope y padre de Aída. Su presencia en la segunda escena del segundo acto supuso una inflexión en el desarrollo de la ópera hasta ese momento, incrementando la atención del público. Su capacidad dramática en el aria Suo padre. «Anch’io pugnai» significó ese plus que implementaba su actual estado vocal, marcando su presencia en el escenario una gran diferenciación actoral al alza sobre los demás personajes. En cuanto a los bajos Rubén Amoretti, en el papel de Ramfis, sumo sacerdote del dios Amón, y Luis López como faraón, hay que valorar la amplia y versátil extensión vocal bien definida del primero, especialmente en los registros graves, y la cuidada dicción proyectada en volumen del segundo. 

   Referente a otros aspectos de esta producción escénica de la Associazione Musicale Suoni del Sud-Edizione Busseto, es de resaltar la labor realizada por Pablo Moras en la preparación del Coro del Teatro Cervantes de Málaga, dejando esa deseable impronta de conjuntada afinación de carácter en cada cuerda vocal, así como por la acertada integración dinámica coral con la orquesta como quedó de manifiesto con su intervención en la gran Marcha triunfal que cierra el segundo acto. Por su parte, la bailarina granadina Zaida Ballesteros simplificó con acierto cinético la Danza sagrada de las sacerdotisas de la segunda escena del primer acto. El vestuario de Anna Anni y la iluminación de Gianni Mirenda complementaron esta producción en la que se pudo disfrutar de la plena madurez creativa que alcanzó Giuseppe Verdi con esta ópera a sus cincuenta y ocho años, donde aunó la cualidad heroica de la grand opéra francesa con una sólida estructura dramática y una elocuente delineación psicológica de los personajes, servido todo ello con una rica orquestación.

   Estos mimbres se han hecho realidad en esta producción, constituyendo un ejemplo más del cuido y buena gestión que pone la dirección del Teatro Cervantes de Málaga en superarse a sí misma en la organización de sus cada vez más atractivas temporadas líricas.

Fotos: Daniel Pérez