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Crítica: Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga en la 25 Semana Internacional de Medina del Campo

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Autor: Agustín Achúcarro
15 de noviembre de 2016

 ¡ABSOLUTAMENTE GRANDES!

   Por Agustín Achúcarro
Medina del Campo. Auditorio Municipal. 9-11-16. Javier Perianes, piano. Cuarteto Quiroga: Aitor Hevia y Cibrán Sierra, violines, Josep Puchades, viola, y Helena Poggio, violonchelo. Obras de Granados y Brahms.

   Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga ofrecieron un concierto en el que resultó fundamental la compenetración, lo que les permitió poder llevar a altos niveles la expresión musical del Quinteto para piano y cuerda en sol menor, op. 49 de Granados y el Quinteto para piano y cuerda en fa menor, op.34 de Brahms.

   En Granados consiguieron acentuar la luz, su delicadeza, y unos magníficos juegos sonoros entre el piano y las cuerdas, así como ciertos aspectos de carácter sinfónico. Interpretaron esta obra con una pasmosa fluidez, deleitándose en su melodía y lirismo, partiendo de una  expresividad natural, en la que un fraseo exquisito se convirtió en algo capital. Reseñar el vigor inicial, la ensoñadora melodía del segundo tiempo, potenciada en su inicio por los sugestivos acordes del piano, que al pasar por los distintos instrumentos fue engrandeciendo su carácter poético, y la energía dada al movimiento conclusivo, aumentada por la incursión de la melodía contrastante.

    En relación al Quinteto de Brahms lo llevaron a terrenos realmente increíbles, por la precisión, la intensidad creciente, la pujanza y la fuerza. El valor que alcanzaron los intérpretes estuvo en su conjunto, en cómo se adentraron en la monumental arquitectura de la obra, pero qué duda cabe que en la interpretación de cada movimiento dejaron algo especial. Perianes desde el piano fue ese intérprete capaz de equilibrar durante toda la obra su relación con las cuerdas, si bien esto puede también interpretarse en términos de reciprocidad, lo que condujo a múltiples efectos de color y densidad sonora. Como se comprobó en la manera de declamar el unísono inicial por parte del violín, el violonchelo y el piano, el vigor subsiguiente y la manera de abordar el tema de carácter lírico. El “Finale” fue un ejemplo palmario de hasta dónde pueden llevar la música unos magníficos intérpretes ante un movimiento de tan abundante material temático. Allí se concitaron el lirismo al máximo, los efectos sincopados, un vigor y una pasión en continuo “crescendo”, y una energía desbordante que concluiría en la exuberante coda conclusiva.

   Sin duda, la esencia de este concierto estuvo en la elevada capacidad musical de los cinco intérpretes, unida a la ya señalada compenetración, algo imprescindible para llegar a las cotas que  alcanzaron. Fuera de programa interpretaron el Scherzo del Quinteto con piano en sol menor de Shostakovich.

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