Una entrevista de Aurelio M. Seco / @AurelioSeco
Imagínense a un gerente de una orquesta sinfónica que además de ser un compositor reconocido es también un pianista de talento que, en sus ratos libres, toca con su propio grupo de jazz y que, cuando el titular de su orquesta lo precisa, es capaz de ensayar con los músicos o improvisar una conferencia magistral sobre la Décima sinfonía de Shostakóvich. Se nos queda en el tintero su licenciatura en Derecho y un don para comunicar y resolver con sorprendente naturalidad los siempre complejos problemas que existen en el seno de una orquesta sinfónica. Aunque parezca mentira, este gestor existe, pero no en nuestro país. Su nombre es Adalberto Tovar y es uno de los secretos mejor guardados por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato [OSUG]. Tovar y Roberto Beltrán—Zavala, director musical y artístico del conjunto, han conseguido convertir a esta orquesta en una de las más destacadas de los Estados Unidos Mexicanos.
La gerencia de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. Es su primera vez en este mundo.
Sí, mi relación con la orquesta dio comienzo en mi época de estudiante en la Universidad de Guanajuato. En su momento fui invitado en una administración anterior para ser jefe de personal. Cuando llegó el maestro Roberto Beltrán—Zavala a la titularidad, la orquesta me volvió a invitar como coordinador de personal. Terminé encargándome de muchas otras cosas más dentro de la orquesta, lo que desembocó en que se me invitara a ser gerente.
Hábleme de su equipo
La coordinación de producción la lleva Lilian Maria Avello Suazo, que además es una excelente diseñadora. Adriana González es la coordinadora de relaciones públicas. Carolina Pérez Cortez es mi coordinadora de personal y un elemento fundamental para mi trabajo porque es quien lleva el trato directo con la gente. Es como mi escudera —sonríe.
Zugehy Alejandra Soto Vázquez es administrativo y Juan Carlos Urdapilleta es el Coordinador de la Biblioteca. Juan Carlos lleva trabajando en la orquesta desde antes de que existiera tal y como es hoy. La OSUG es fruto de la fusión de dos conjuntos, la Orquesta Universitaria y la Filarmónica del Bajío. Juan Carlos estaba en esta última pero en los años 90 se fusionaron en la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato [OSUG], que hoy es la única orquesta del Estado. También trabaja conmigo Guadalupe Aguilar Urquiza, auxiliar administrativo, y por último estoy yo— sonríe.
Pero usted es licenciado en Derecho.
Sí, por la Universidad de Lasalle, en León (Guanajuato), y soy licenciado en Composición Musical por la propia Universidad de Guanajuato.
No es habitual que el gerente de una orquesta sea al mismo tiempo compositor ¿Qué está escribiendo ahora?
Llevo años trabajando. Ahora estoy haciendo un ciclo de canciones sobre textos de Sor Juana Inés de la Cruz para cuarteto de cuerdas y voz. Tengo tres obras sinfónicas escritas para maderas a tres. Una de ellas fue estrenada por la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato. También he compuesto para instrumento solista, entre otras cosas, tres sonatas para oboe solo, tres canciones para corno inglés y piano, dos obras para clarinete solo, tres piezas para violín solo, dos cuartetos de cuerda, dos quintetos de madera... Hay una obra a la que tengo mucho cariño. Son cinco canciones que escribí muy rápido para trompa y trompeta. Las estrené en Oaxaca durante un festival porque los que iban a tocar un concierto allí, que eran trompista y trompetista, aunque traían su repertorio, se dieron cuenta dos días antes de que les faltaba tiempo y necesitaban una serie de obras de alrededor de 10 minutos que les sirvieran para completar el programa, así que escribí esas cinco miniaturas para trompa y trompeta. Funcionaron muy bien. Gustaron mucho.
¿Cómo se ha desarrollado la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato desde la llegada de Roberto Beltrán—Zavala y la suya?
Yo crecí con esta orquesta. Puedo hablar de ella desde que tenía 15 años. Es una entidad que ha tenido muy buenos momentos y una tradición musical particular. Por ejemplo, hace 20 años se empezó a hacer mucha música contemporánea. Es algo un tanto peculiar pero así fue, hasta el punto de que yo debo mi oficio de compositor a esta orquesta por esa razón. Aquí escuché música de Xenakis, Ligeti, Varese, etc… Ahora bien, cuando llega el maestro Beltrán—Zavala y con él yo, la orquesta tenía muchos puntos a mejorar. Uno era la concepción del sonido, algo en lo que el maestro Beltrán—Zavala ha trabajado mucho. Pero para logar eso nos dimos cuenta de que era importante arreglar otras cosas que eran muy del día a día, mejorar por ejemplo la situación administrativa.
Nunca se atrasaron pagos ni nada parecido, eso nunca ha pasado aquí, pero había muchos músicos que tenían varios años de contrato y no tenían plaza, así que nos dimos a esta tarea de conseguir plazas para esta gente porque es algo que da sentido de pertenencia real dentro de la entidad. Nos dimos cuenta de que una de las cosas más importantes que teníamos que lograr era generar un sentido de pertenencia, de orgullo por pertenecer a esta orquesta, y eso pasaba por mejorar las condiciones administrativas, que a veces no eran tan difíciles de mejorar. Así lo hicimos. Afortunadamente nos encontramos con una serie de circunstancias favorables que hemos aprovechado: la rectoría de la universidad se mostró muy receptiva a escucharnos. Les dijimos: «Si quieren una buena orquesta necesitamos esto en lo artístico y esto en lo administrativo», y nos dieron su apoyo completo. Hoy en día creo que la OSUG se siente cada vez más orgullosa de sí misma, en parte porque tiene mejores condiciones administrativas.
¿Cuál es el secreto para realizar un buen trabajo administrativo?
Saber escuchar. Esto no quiere decir que lo puedas resolver todo, pero tienes que saber escuchar. Es algo que tenemos clavado en la cabeza. Escuchamos a la gente. A veces la respuesta es “no”, pero escuchamos a la gente y le explicamos cuál es la situación real. Eso genera unidad, una especie de pensamiento comunitario. De esta forma se dan cuenta de que «el tipo ése» que está en la oficina no sólo hace facturas sino que escucha y entiende. Creo que es una de las cosas importantes. Ellos, como músicos, sienten que de verdad los entienden. Y de verdad los entiendo. Un ejemplo: el trompista necesita llegar a un concierto en especial muy cómodo porque resulta que estamos haciendo la Quinta sinfonía de Mahler. Ese día el trompa de la orquesta es la superestrella, y tiene que sentirse así porque además viene con una carga emocional fuerte y una gran tensión por la responsabilidad de su trabajo. Que ellos se sientan escuchados y entendidos ha sido un factor importante.
Está la otra forma de trabajar de, por ejemplo, las orquestas inglesas, con la presión constante a los músicos. Usted prefiere la estabilidad.
No es que yo lo prefiera, es que creo en eso. Yo creo que cuando la gente tiene una estabilidad y se siente parte de algo importante que va más allá de ellos en un sentido verdaderamente emotivo, notamos mejores resultados.
¿No cree que esas orquestas que fomentan la competitividad obtienen mejores resultados? Hay quien considera que afuncionariar a las orquestas relaja demasiado a los músicos y estanca el nivel artístico.
La competencia siempre va a funcionar pero, por otro lado, el sistema de orquestas de México no es así. Están financiadas por el Estado. Tenemos un sindicato…. Cuando yo llego a la OSUG éste es el único sistema que recibo, así que trato de encontrar la forma de que funcione. Entiendo que cuando hay un sistema de competencia más liberal, en el que si un músico no toca bien se le despide, funciona, pero es un sistema que no existe aquí, así que no podemos operar con lo que podría ser sino únicamente con lo que tenemos. Lo que tenemos es un sindicato y gente que tiene estabilidad porque ha ganado unas plazas…. No me gusta pensar que sea un defecto. Simplemente hay que generar mecanismos que lo hagan funcionar. Hay maneras de hacerlo. ¿Qué necesita el sindicato? Se genera un acuerdo, comunicación y diálogo y una sinergia en la que las cosas se mueven. Si logras una dinámica así, al final del día se genera una inercia de trabajo importante. Cuando se burocratiza demasiado la música es porque hay un fallo en lo artístico y lo administrativo. No me gusta pensar que es un problema de la naturaleza humana.
¿Cuándo concluya su ciclo como gerente de la OSUG desea seguir vinculado con la gestión musical?
La vida me ha traído aquí, pero yo soy una persona que si me dan limones hago limonada. No estoy casado con hacer una cosa específica. Creo que por el equipo espléndido que tengo en la administración hemos sido muy eficientes, eso sí. Si la vida me pone otra oportunidad de seguir en esto y además yo veo que se puede tener una dinámica parecida de trabajo por supuesto que lo haría. A quién no le va a interesar hacer una carrera donde deje una impronta y donde haga algo importante.
Le interesa más la música que el Derecho.
Por supuesto. Eso es indiscutible. Ahora, lo que sí tengo muy claro es que nunca voy a dejar de escribir música y ser artista.
¿Le da tiempo a tanto?
¿Por qué no?
¿Cómo se organiza?
Risas— Me disciplino. No importa lo que pase, yo escribo diez compases de música diarios como mínimo. Puedo llegar muerto de cansancio a casa pero si no escribo esos diez compases no me acuesto. Puede ser incluso la música de un anuncio de radio, pero los escribo. Los fines de semana me dedico a escribir, y en verano, a tiempo completo.
¿Hay una generación interesante de compositores contemporáneos en México?
Muy interesante. Carlos Chávez y Mario Lavista fundaron una escuela de composición importante en México. Hoy en día la dinámica de composición en el país es muy interesante porque cada compositor tiene una voz muy personal. A veces lo que puede parecer un defecto, como puede ser la falta de una escuela estética central, como Darmstadt en Alemania, donde todo el mundo hacía lo mismo, no lo es. Aquí nunca ha pasado algo como en Darmstadt, si exceptuamos el nacionalismo, que fueron 10 o 20 años. Luego eso se perdió. Escuchas a un Víctor Ibarra, por ejemplo, y él tiene una estética muy específica, pero David Hernández Ramos tiene otra perspectiva diferente, y Emmanuel Ontiveros, de aquí de Guanajuato, es distinto. Yo mismo tengo otro tipo de estética. Eso hace del panorama composicional de este país algo muy interesante. No sólo lo digo yo. Por otro lado está Arturo Márquez, por ejemplo, que todavía vive, haciendo algo completamente diferente, como son esos danzones sinfónicos. Entre las nuevas generaciones está Marisol Jiménez que vive en Berlín y está haciendo orquestas con ordenadores. Esa diversidad es lo que hace muy importante a México.
¿Cómo ve a México en general en lo que a música se refiere?
No sé si soy demasiado optimista, pero sí percibo una efervescencia musical en el país, que no viene de ahora si no de siempre. México está muy relacionado con la música en todos los aspectos sociales y antropológicos. Además hay algo muy interesante, el promedio de edad del público. Hay un promedio de edad de gente muy joven. En la gira que hicimos por Europa la gente que venía a los conciertos era muy mayor. Aquí los jóvenes cada vez se interesan más.
¿Los jóvenes asisten gracias a las campañas publicitarias?
No, no: es algo natural. Hacemos campañas muy generales, pero no nos preocupamos por el sector de los jóvenes en concreto porque no hay necesidad. Atraemos a muchos jóvenes y la gente mayor también viene. Yo creo que hay una efervescencia musical porque también el modelo de Estado lo permite. No quiero equivocarme pero creo que en México no hay una sola orquesta que funcione completamente con dinero privado. Algunas sí tienen aportaciones de patronatos pero ninguna en su totalidad. Todas tienen en mayor o menor medida aportaciones del Estado.
¿Eso es malo o bueno?
Yo creo que es bueno, porque es parte de las funciones del Estado empujar a la cultura. Una orquesta como ente musical y administrativo estaría muy supeditado en cuanto a programación y proyectos si tuviese que ser privada. Estaríamos haciendo programas de Disney y de música de películas todo el tiempo porque si no, no podríamos subsistir. Sin embargo como tenemos un presupuesto público, podemos ofrecer a la gente la Décima sinfonía de Shostakóvich, el concierto para violín de Brahms y una obra contemporánea de Mario Lavista, por ejemplo. El resultado es que desde hace algunos años y más desde el semestre pasado, tenemos los programas totalmente vendidos y llenos. En el semestre pasado, de 14 programas vendimos completamente trece. Y el que no se vendió fue porque coincidió con la Semana Santa. Quiero pensar que la gente estaba de vacaciones.
¿Cuántos programas tiene la orquesta?
Once, uno de los cuales son tres semanas haciendo cuatro funciones de Tosca, más dos programas en el Festival Internacional Cervantino, que está realizándose ahora mismo.
¿Por qué dividen el año en dos temporadas?
Aquí en Guanajuato la razón es muy simple: vamos con el calendario de la universidad, por semestres universitarios. Es parte de nuestra intención vincularnos con la comunidad estudiantil, así que nos funciona muy bien en la ciudad trabajar junto a la institución académica. Es una razón pragmática.
¿Y esas cuatro temporadas que hacen durante un solo año algunas orquestas mexicanas?
Desconozco cómo lo hacen o por qué lo hacen. Supongo que serán cuestiones administrativas.
¿Qué aspectos considera fundamentales para desarrollar un trabajo como gerente de una orquesta?
Lo primero, trato humano con las personas. Es fundamental. A qué me refiero con humano: escuchar, atender y sobre todo tener un sentido de justicia con un grupo tan grande y tan diverso, de justicia real, no de igualdad, que es algo diferente. Dar trato igual a los iguales y desigual a los desiguales. No todo el mundo vive las mismas circunstancias y hay que adaptarse. Hay que tratar de ver siempre a la persona en su individualidad. En segundo lugar, adaptar esa individualidad a los intereses colectivos de la orquesta. Hay que ver qué hacer para que la gente funcione en esta colectividad. Y en tercer lugar, disciplina, en lo administrativo, en el trato con los invitados… Reducir a la menor cantidad posible las sorpresas para dar el mejor trato posible a la gente que está involucrada en el mundo orquestal. Estas tres cosas son fundamentales.
Su mayor satisfacción con la orquesta.
Mi mayor satisfacción es que percibo a la orquesta verdaderamente integrada y en su mayoría contenta con el trabajo y comprometida, porque siento que perciben que tanto el maestro Zavala como yo y en general todo el equipo administrativo estamos comprometidos. Ver a la OSUG caminar es una de mis mayores satisfacciones.
Es usted becario del Estado.
En este momento soy becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en la modalidad de Joven Creador. Es una beca para escribir música original. Durante un año el Estado financia tu trabajo para generar obras. En este momento estoy haciendo otro ciclo de canciones con poesía mexicana clásica de la época del Virreinato, de los primeros poetas mexicanos, que en ese momento no se podían considerar mexicanos sino más bien novohispanos. Es la segunda vez que disfruto de esta beca y espero pronto acceder al Sistema Nacional de Creadores, para el que todavía soy joven, aunque no sea tan joven —risas. La obra se va a estrenar en ciudad de México en el mes de noviembre, que es cuando se entregan los resultados de nuestro trabajo. Es música de cámara.
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