Un reportaje de Agustín Achúcarro
El lunes 28 de noviembre tuvo lugar la final del Premio Jóvenes Compositores 2016, que organizan la Fundación de la Sociedad General de Autores y Editores y el Centro Nacional de Difusión Musical. El primer premio “Xavier Montsalvatge” recayó en el vallisoletano Abel Paúl por su obra Room & Elbow; el segundo galardón “Carmelo Alonso Bernaola” correspondió al onubense Gonzalo Navarro por Música diagonal, y el tercero “Francisco Guerrero Marín” fue para el valenciano Julián Ávila por Time folds II. La mención honorífica “Juan Crisóstomo Arriaga” la recibió el barcelonés Daniel Muñoz con Indika. La final tuvo lugar en el Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, las obras fueron interpretadas por Vertixe Sonora Ensemble, bajo la dirección de Pedro Amaral, y el jurado lo integraron los compositores Gabriel Erkoreka, Raquel García, Núria Giménez, Jesús Navarro y Víctor Rebullida. Los premiados, de mayor a menor, reciben respectivamente una dotación de 6.000€, 3.000€, 1500€ y 1.200€, así como la grabación de un disco, con las cuatro obras premiadas.
A menos de 24 horas de conocer el resultado el compositor Abel Paúl vive una mezcla de emociones. “Siento alegría y sorpresa, pues digamos que los premios son un poco lotería, ya que las decisiones dependen de criterios estéticos que se le escapan a uno, así que por eso digo que siento esa mezcla, en la que aparte de la cuestión económica me importa la difusión que pueda darme como compositor”. A este respecto Abel Paúl espera que el premio le abra puertas. “Para mí supone una especie de entrada en España, pues llevo viviendo muchos años fuera, y mi música se toca fundamentalmente en otros países, por lo que me hace ilusión que mi obra aterrice en mi país”, confiesa.
El autor de Room & Elbow concibe la música desde unos criterios generales muy claros. “Como compositor pienso la música desde el sonido, más que desde otros aspectos, y en la obra con la que he ganado expongo dos temas que a mí me interesan mucho: el de los espejos acústicos, de los reflejos acústicos, y el de los híbridos, que supone crear instrumentos que están a caballo entre su propia identidad y fuentes sonoras ajenas, como por ejemplo el sonido del chelo proyectado sobre las cuerdas del piano”.
Principios compositivos que le llevan a determinadas conclusiones: “Como parto del mundo del sonido, digamos que utilizo llevar al límite la idiosincrasia de los instrumentos a través de la experimentación con cierto tipo de altavoces, que crean territorios sonoros híbridos”. “Y estructuralmente-prosigue el ganador del concurso- pienso mucho en la línea melódica, de melodía global, aunque no se escuche como tal, y también parto del proceso de la escucha, de escribir y escuchar, que es algo muy dialéctico, ya que parto de la reflexión de la escucha como algo complejo”. Aspectos que Abel Paúl vuelve a recordar que están presentes en la partitura ganadora. “Room & Elbow es sobre todo una obra de reflejos sonoros, o sea que el sonido pregrabado de los instrumentos se refleja sobre otros instrumentos, y hay una especie de juego de espejos, de tal forma que se escuchan ciertos instrumentos y luego su reflejo, en una cierta antifonía desde ese punto de vista”, insiste.
En cuanto a la proyección de los compositores actuales considera que por lo general “es un oficio en el que están multiempleados” ya que según su criterio la mayoría de ellos “se dedican también a otras cosas” que, por lo general, “tienen que ver con la música, como la docencia”.
Opinión que provoca la pregunta sobre si los públicos actuales pueden mantenerse sin conocer la música de su tiempo. A lo que responde: “Esto es curioso, porque yo creo que el público no es ni receptor, ni no receptor, lo que pasa es que necesita una exposición a la buena música contemporánea, pues si no evidentemente no habrá posibilidad de que exista relación”. Y pone como ejemplo Alemania, país en el que ha vivido bastante tiempo, en donde los conciertos de música contemporánea se llenan.“Digamos que creo que el público tiene que tomar cierto riesgo, que el simple hecho de conocer un repertorio está muy bien, pero que quizá debe tener la posibilidad de escuchar más música actual”, subraya Abel Paúl.Para él sobre todo esto hay algo muy evidente: “La música culta en general ha tendido a ser una música de minorías, eso es así, y no tengo una respuesta en cuanto a que estemos condenados si no escuchamos música actual, aunque sí considero que de hacerlo, y esto es común a todas las artes, se abren muchas ventanas a la percepción y al pensamiento, lo que enriquece a cualquiera que se exponga a ella, más allá del hecho de que le guste o no, pues no le va a dejar indiferente”.
En referencia concreta a su ciudad al galardonado le gustaría poder ser profeta en su tierra. “Lamentablemente con mi ciudad tengo pocos contactos o nulos, obviamente está mi familia allí, luego los tengo a nivel personal, pero no artístico; creo que en Valladolid, por desgracia, no hay mucho movimiento musical fuera de la música clásica y la OSCyL, y hay pocos espacios para otras músicas”.
Abel Paúl nació en Valladolid en 1984, estudió composición en Amsterdam y en Berlín, y actualmente está finalizando su doctorado en Reino Unido. Ha recibido premios como el Salvatore Martirano Award de 2008, el Premio Nacional del CDMC de 2010 y el SUAL Award, en 2014 en Viena. Ha recibido encargos de la Münchener Biennale o el Holland Festival. Sus composiciones han estado presentes en festivales internacionales como Nederlandse Muziekdagen, Münchener Biennale, Crescendo Berlin, Festival de Música Religiosa de Cuenca, el Festival SON España o el Aspekte Salzburg. En diciembre, concretamente el día 20, estrenará una obra con la orquesta de cámara Vertixe Sonora Ensemble en Santiago de Compostela y prepara un proyecto para el Festival Mixtur de Barcelona.
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