Sábado, 27/10/12. Ainhoa Arteta, soprano. Juan Jesús Rodríguez, barítono. Marzio Conti, director. Oviedo Filarmonía. Obras de Mozart, Verdi, Leoncavallo y Puccini.
ARTETA Y RODRÍGUEZ, UNA PAREJA DE LO MÁS CHIC
Juan Jesús Rodríguez y Ainhoa Arteta inauguraron el ciclo de Conciertos del Auditorio de Oviedo con un recital lírico muy agradable de oír, que tuvo como principal aliciente a la cantante tolosarra y como partenaire de lujo al notable barítono español Juan Jesús Rodríguez. El diseño del recital resultó un tanto conservador. La primera parte se dedicó a diversos fragmentos de óperas de Mozart y, la segunda, a óperas de Verdi, Leoncavallo y Puccini. Desde luego, los cantantes podrían haberse mostrado mucho más generosos con la dificultad e interés de las obras programadas, así como con el número de propinas. En cualquier caso, el recital salió muy bien en lo que a ellos se refiere y regular si hablamos del trabajo de Marzio Conti.
Ainhoa Arteta dio comienzo a su participación con el aria "Porgi amor" de "Le nozze di Figaro" de Mozart. Creemos que la personalidad de Arteta se adecúa muy bien al de la Condesa de Almaviva. Su elegancia innata y la dulzura de su timbre, cálido y refinado, encontraron un acomodo realmente llamativo en la adorable y melancólica personalidad de Rosinna, un personaje del que no logró desembarazarse del todo cuando se puso en la piel de Doña Elvira y Zerlina, quizás porque, en su actitud, hay una especie de pose adquirida, elegante y de gran distinción, que ella antepone a la naturaleza dramática de la inestable Elvira y de la inocente, vivaz y no tan ingenua Zerlina. En cualquier caso, Arteta fue una Violeta realmente extraordinaria en lo lírico. Fraseó de manera inteligente, saliendo al paso de los saltos entre registros con una seguridad y aplomo admirables. Reguladores elegantes, volumen plenamente reconfortante y un gusto interpretativo exquisito redondearon una noche en la que la soprano estuvo espléndida y dio muestras de un gran estado de forma vocal, pero siempre medido por su sentido de la corrección y el saber estar ante a su público.
Juan Jesús Rodríguez es un barítono de gran calidad. Hace años que seguimos su trayectoria, que nos parece de interés. Posee una voz atractiva que luce con buena dicción y un criterio interpretativo inteligente que siempre reconforta por su buen gusto. Recogió los mayores aplausos del público con su interpretación del aria de Giorgio Germont, "Di Provenza el mar, il suol", donde dejó patente su generosidad vocal y honestidad interpretativa, dos aspectos difíciles de encontrar hoy día encima de un escenario.
Marzio Conti acompañó con cierto gusto a los artistas, pero volvió a sacar a relucir su carácter nervioso ante unas obras que requieren mucha experiencia. Ya hemos escrito en varias ocasiones las limitaciones de este artista. Sería bueno que se las tomase en serio porque pueden perjudicar mucho su carrera como director. Y estamos hablando de un músico de talento, sin duda. Lo que sucede es que sus versiones resultan precipitadas y nerviosas, lo que hace que se pierdan muchos detalles orquestales que resultan fundamentales y que, sin embargo, se muestran borrosos y de pasada, como ocurrió en el acompañamiento del aria de Tonio -"Si puo"- de "Pagliacci". La obertura de "Don Giovanni" mostró sus primeros acordes con decisión y fulgor para, a continuación, desinflarse en los conocidos motivos posteriores. Conti parece dirigir a bandazos literalmente. Sus graduaciones dinámicas resultan bruscas demasiadas veces. Inevitablemente, esta manera de hacer las cosas influye en la interpretación de los músicos de la Oviedo Filarmonía. Como consecuencia, el acompañamiento del concertino en la célebre "Addio del passato" resultó rudo, aun siendo un notable violinista. En el Preludio de "La Traviata" se echó en falta una mayor eficacia rítmica y un fraseo más consistente. Tampoco parece apropiado acompañar los recitativos como si de auténticos latigazos sonoros se tratase, ni necesario estar tan pendiente de unos cantantes que conocen muy bien las obras.
Por último, un pequeño apunte sobre el inadecuado formato de los nuevos programas de mano. Su diseño es desafortunado y el tamaño de las letras tan pequeño que costó Dios y ayuda leerlo.
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