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CRÍTICA: RECITAL DEL TENOR FRANCESCO MELI EN EL INSTITUTO ITALIANO DE CULTURA DE MADRID. Por Arian Ortega

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Autor: Arian Ortega
12 de mayo de 2013
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UN DIAMANTE EN BRUTO

Recital de Francesco Meli, tenor. MatteoPais, piano. Instituto Italiano de Cultura de Madrid, 08/05/13. Obras de Rossini, Liszt, Tosti y Verdi.

       El joven tenor genovés Francesco Meli (1980) ya está consolidado como uno de los tenores más prometedores de su generación. Su carrera, cuyos comienzos fueron tempranos en el Festival de Spoleto, le ha llevado por un repertorio que comenzó con Rossini hasta llegar al primer Verdi y el verismo, pasando por Mozart y el belcanto. Su presencia en España se ha reducido considerablemente al haberse cancelado las funciones de Rigoletto en Valladolid y las accidentadas de Madrid, de las que se descabalgó antes del estreno. Únicamente se podrán recordar las funciones de Lucia di Lammemoor que se ofrecieron hace unas temporadas en Valencia.
       Para su debut en la capital se configuró un programa que se inició con dos canciones de Rossini, escritas por el pesarense una vez culminada su carrera como operista. El tenor comenzó mostrando un instrumento bellísimo y ancho en la gama central de la voz, además de una innata musicalidad a la hora de afrontar "La promesa". La segunda, "Le Sylvain" le permitió recrear alguna que otra coloratura que aún emite con cierta holgura- se entiende su habitual presencia en Pésaro- aunque como es lógico, el cambio de repertorio le ocasiona alguna dificultad para mover un material tan denso, con el peso apropiado para los roles de lírico puro que empieza a afrontar. A continuación se interpretaron tres Sonetos de Petrarca de Liszt. La voz de Meli, netamente lírica y de bastante entidad y redondez, constituye un auténtico diamante en bruto. Presenta sonidos esmaltados y sombreados, que se antojan luminosos y cálidos. Junto a ello, muestra potencia y brillantez en la zona intermedia y el primer agudo, realmente solar. Observamos no obstante, que el tenor no se encontraba cómodo e incluso se quejó del excesivo calor de la sala y hubo de carraspear en múltiples ocasiones.
       Uno de los deméritos del italiano aparece a la hora de apianar y recoger la voz, en los que no pocas veces recurre al falsete, aunque alguno de ellos ("Pace non trovo") lo llevara al forte en un refuerzo de cierto impacto. En la tercera pieza, "I'vidi in terraangelicicostumi" exhibió una cuidadísima línea de canto y sentido del legato, antes de entrar de lleno en Tosti, de donde salió el mejor trabajo del cantante. Fue en "Non t'amopiu", donde al innegable atractivo del timbre se le sumó un matizado fraseo y una emisión solvente.

       El último bloque- no se incluyó descanso- rendía homenaje a Verdi con tres arias muy interesantes para el estado actual de su carrera. Luisa Miller, I lombardi, y La forza del destino fueron un buena forma de terminar, con la expectación puesta en la primera y la última, dos óperas que aún no ha debutado. Sí ha hecho Oronte hace cuatro años en Parma, de la que existe testimonio visual.
      Meli delineó bellísimamente "Quando le sere al placido" y sirvió para observar su evolución hacia papeles de mayor enjundia y peso vocal, que se pliega a alguna sutileza siempre y cuando la tesitura no baje demasiado. Lo mejor vino de la mano de "La mialetiziainfondere", cuyas diferencias respecto a la versión francesa ("Je veuxencoreentendre") son notorias. En la italiana le permite lucir en las largas frases cantábiles, además de resultar- rara avis- menos comprometida en los ascensos al agudo, en cuyo caso unas veces entran con más squillo y otras más ásperas. Aún con la traba de la escasa adecuación de la sala para la proyección de las voces, lo cierto es que es lo mismo que hemos sentido en anteriores escuchas (Percy, Edgardo). El comienzo de "La vita è inferno all'infelice", dotada de vibrantes acentos y mucha entrega por su parte, le ocasionó algún problema en la segunda sección, como en los si naturales de "O tu che in seno agliangeli", que hubo de atacar con leve portamento  en busca de la afinación idónea. Esta última pieza se ofreció incomprensiblemente como propina después de encender luces, por lo que un sector del público que parecía tener prisa (el recital duró apenas hora y cuarto) había salido ya, lo que nos dejó sin propina- una interesantísima versión de "È la solita storia del pastore".MatteoPaisacompañó con tacto al tenor y estuvo pulcro en su cometido.
       Cerrado el ciclo de recitales, solo nos queda esperar a la gran cita, la actuación de la soprano Mariella Devia, que se encargará de poner el broche de oro con un recital el 23 de octubre, con piezas de I vespri siciliani, I Lombardi, La Traviata e Il Corsaro como principal atractivo.
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