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Sobre la temporada 2015/2016 del Teatro Real de Madrid

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Autor: Alejandro Martínez
4 de febrero de 2015

MARCA DE LA CASA

Por Alejandro Martínez

   Aunque ya filtrada desde hace varias semanas desde el interior del propio teatro, para disgusto de sus responsables de prensa y comunicación e imaginamos que para decepción del propio Joan Matabosch, el Teatro Real de Madrid ha presentado hoy oficialmente su temporada 2015/2016, la primera íntegramente gestada bajo la dirección artística del citado director artístico. En la misma encontramos un menú para todos los gustos, al modo típico de Matabosch, marca de la casa pues, con un poco de todo, desde barroco a siglo XX pasando por belcanto, Verdi o Wagner, recuperando la apuesta por las grandes voces (Devia, Kunde, Albelo, Camarena, Damrau, Domingo, Nucci, Meli, Tezier, Arteta, Peretyatko…) y con guiños varios, tanto a la intelectualidad (si es que tal cosa existe todavía hoy) como al público más popular (que por muy popular que sea, también se puede hastiar de ver lo mismo una y otra vez). Lo cierto es que Matabosch, a pesar de los desaires que levantó entre cierto sector de abonados del Liceo, es un experto consumado en el arte de contentar a todo el mundo y ha hecho de la diplomacia (impostada o no, eso ya es harina de otro costal) su mejor carta de presentación.

   El volumen de producciones propias es ciertamente escaso. A decir verdad, tan sólo cabe tomar como tales la de Das Liebesverbot y la de Tambascio para Der Kaiser von Atlantis.La de Moses und Aron ya se habrá visto en París cuando llegue a Madrid. No faltan pues los alquileres habituales, tan queridos a Matabosch en su tiempo en el Liceo, como ese Rigoletto de McVicar tomado del Covent Garden, pensado indudablemente para hacer caja con un sinfín de representaciones y tres repartos en plenas fechas navideñas, o el Parsifal procedente del Liceo y Zúrich, lo mismo que esa Flauta mágica tomada de la Kömische Oper de Berlín, la Alcina de Alden escenificada en Burdeos, el Devereux de la Welsh National Opera, los Puritani de Santiago de Chile, etc.

   Por último, ningún estreno esta temporada, la primera en la que esto sucede tras los sucesivos estrenos vividos en los últimos años (desde The Perfect American de Glass a El público de Sotelo, pasando por Brokeback Mountain de Wuorinen) y con la mirada puesta en ver lo que sucederá finalmente con La ciudad de las mentiras de Elena Mendoza, sustituida con poca imaginación por Matabosch esta temporada, con ese Porgy & Bess que ya programase él mismo en el Liceo el pasado verano y que le ha servido de comodín para salir al paso de una encrucijada incómoda. Sería francamente interesante constatar hasta qué punto las cuentas del teatro han obligado algunas decisiones presentes en esta temporada.

   No podemos obviar tampoco, en cualquier caso, que se han desecho algunos planes francamente interesantes que Mortier había empezado a atar antes de fallecer, como un Don Carlo con la firma de Peter Sellars o varias coproducciones de las que el Teatro Real ha parecido apearse misteriosamente, como La mujer sin sombra de Warlikowski estrenada en Múnich o el Parsifal de Michael Schulz visto en Salzburgo.

   En materia de batutas, algo convendría que nos explicase el Teatro Real. Y es que si contamos con un titular en la figura de Ivor Bolton y con un director invitado oficial como Heras-Casado, ¿por qué entre ambos no dirigen más que tres producciones (Die Zauberflöte y Das Liebesverbot en el caso de Bolton, e I due Foscari en el caso de Heras-Casado) y un concierto (dedicado a Mahler, a cargo de Heras-Casado)?. Tanto se cuestionó la ausencia de un titular bajo el mandato artístico de Mortier, pero se contará esta temporada con hasta diez batutas distintas (Campanella, Yurkevych, Moulds, Luisotti, Benjamin, Byckhkov, Conlon, Koenings, Halffter, Pidó) al margen de los dos directores con vinculación estable con el Real. Curioso… A lo mejor para este viaje no hacían falta esas alforjas.

   El resultado global es una temporada con personalidad, con títulos de franco interés, con repartos opinables de tanto en tanto, qué duda cabe, pero con el indudable acierto, en su conjunto, de generar y mantener una expectativa y un interés que garantizan al teatro una vitalidad y un dinamismo que le harán mucho bien y asentarán todavía más si cabe su encaje con el variopinto público madrileño. Matabosch sabe muy bien lo que se hace; seguramente no tenga la genialidad de Mortier pero conoce sobradamente este negocio, lo mismo sus reglas que sus trucos, y afirma con esta temporada que ha llegado a Madrid para quedarse. Sea como fuere, vayamos por partes, desgranando y comentando uno por uno los títulos previstos.

   La temporada se abrirá con Roberto Devereux, un título representado ya en Madrid hace apenas dos años, aunque en versión concierto, con Edita Gruberova y José Bros, en unas funciones que dejaron perplejo al finado Mortier, que no terminaba de dar crédito al entusiasmo despertado por ese espectáculo. La partitura de Donizetti regresa ahora de nuevo al Teatro Real con una pareja protagonista de excepción, compuesta por la soprano Mariella Devia y el tenor Gregory Kunde, al frente del primer reparto que completan el barítono Mariusz Kwiecien y la mezzo Silvia Tro Santafé. La larga tanda de funciones contará con un segundo reparto protagonizado por Maria Pia Piscitelli, junto al tenor Ismael Jordi, el barítono Simone Piazzola y la mezzo Veronica Simeoni. Dos batutas en claro contraste estarán en el foso: por un lado el oficio consumado de Campanella, franca garantía en estas lides, y por otro lado el hacer casi funcionarial, a menudo sin pena ni gloria, de Yurkevych. En escena se dispondrá una producción de Alessandro Talevi para la Welsh National Opera.

   El segundo título de la temporada será la Alcina de Haendel, con Christopher Moulds a la batuta y bajo la dirección escénica de David Alden, en una reelaboración de una notable producción procedente del Gran Teatro de Burdeos. Del reparto previsto destaca sobre todo la protagonista Karina Gauvin , amen de la delicada Sonia Prina. Las buenas voces de Malena Ernman, Luca Tittoto y Erika Escribà completan un primer reparto de probada solvencia. Ojalá nos equivoquemos, pero se nos antojan muchas diez funciones de este título para Madrid.

   La dosis justa de repertorio popular vendrá en primer lugar de la mano de una larga tanda de representaciones (dieciséis, del 30 de noviembre al 20 de diciembre) de Rigoletto, encabezadas, como cabía prever, por el barítono italiano Leo Nucci, junto a la soprano rusa Olga Peretyatko y el tenor Stephen Costello. Dos repartos más se han previsto en esta ocasión, con voces como las de los barítonos Luca Salsi y Juan Jesús Rodríguez, la soprano Lisette Oropesa o los tenores Piero Pretti y Francesco Demuro, entre otros. A la batuta, el brioso Nicola Luisotti garantiza tensión y dinamismo pero no demasiados detalles.No es el Rigoletto de McVicar uno de sus mejores trabajos, muy protestado ya en su día en Londres, en la Royal Opera House, a la que el Real alquila esta producción, en una muestra más del buen entendimiento que se puede entrever entre Joan Matabosch y Kasper Hollten, de quien lleva también la firma la nueva producción de Das Liebesverbot, de nuevo en coproducción con el Covent Garden.

   La celebrada producción de Die Zauberföte a cargo de Barrie Kosky, a la sazón director artístico de la Kömische Oper, de donde procede este trabajo, podrá verse durante la segunda mitad de enero, de nuevo en una larga tanda de funciones, una docena para ser exactos, bajo la batuta del director musical titular del Teatro Real, Ivor Bolton, en su repertorio natural y donde debería brillar como hasta ahora, a decir verdad, no lo ha hecho. En el reparto no hay, a decir verdad, grandes nombres, al margen del Sarastro de Fischesser y la Reina de la Noche de Ana Durloviski. A cambio, se ha tirado digamos de la cantera local para completar el cartel, con las voces de Joan Martín-Royo y Gabriel Bermúdez para Papageno, Sylvia Schwartz para Pamina, Ruth Rosique como Papagena o Elena Copons y Gemma Coma-Alabert entre las tres damas. El siempre solvente e impecable Mikeldi Atxalandabaso será aquí Monostatos. Resumiendo: producción atractiva, batuta en principio de garantías y reparto de perfil no muy descollante. Nada se ha sabido, por cierto, de esa Flauta Mágica escenificada por Carsen que Mortier quiso traer con la Filarmónica de Berlín pero que se fue al traste por falta de presupuesto casi a última hora, siendo sustituida por una tanda de conciertos con la Filarmónica de Berlín, interpretando la Novena sinfonía de Beethoven.

   Se apunta un tanto notable Matabosch al estrenar en en el Teatro Real Das Liebesverbot de Wagner, en una coproducción con la Royal Opera House de Londres, firmada precisamente por su director artístico, Kasper Holten y con un reparto cuajado de nombres, si bien no estelares, sí de probada solvencia en este repertorio, caso de los barítonos Christopher Maltman y James Rutherford, la soprano Manuela Uhl o el bajo Ante Jerkunica. De nuevo, un extenso cartel de comprimarios cuajado de nombres españoles de probada solvencia como Francisco Vas, Isaac Galán o Maria Hinojosa, entre otros.

   Parsifal volverá al Teatro Real tras varios años de ausencia, y lo hará en la magnífica producción, ya vista en el Liceo, y en coproducción con la Opera de Zúrich, firmada por Claus Guth, aunque con un protagonista de saldo, en la voz del mediocre tenor Christian Elsner, a quien recordamos precisamente un flojo Parsifal en Viena hace un par de años, por mucho que fuera el escogido por Marek Janowski para grabar esta parte en 2012. Su presencia en el reparto contrasta ciertamente con la solvencia del resto de voces, puesto que Anja Kampe, Ante Jerkunica, Franz Josef Selig o Evgeny Nikitin garantizan una representación de altura. En el foso la batuta de Semyon Byckhkov, ya invitado en el Teatro Real en tiempo de Mortier para dirigir Elektra, es garantía de un buen trabajo, todavía más si cabe con este repertorio, con el que guarda una cierta familiaridad. La producción de Guth, por cierto, es un recambio a la inicialmente prevista, la firmada por Schulz que se viera hace un par de años en el Festival de Pascua de Salzburgo, bajo la batuta de Thielemann, y en la que el Teatro Real figuraba como coproductor.

   Moses und Aron de Schoenberg, un título que tuvo que representarse en concierto en el Real hace apenas un par de temporadas, tras arruinarse las negociaciones entre Gerard Mortier y Dominique Meyer para una coproducción con la Wiener Staatsoper. Matabosch retoma ahora esa idea, ya no con Viena sino con la Ópera de París, y con un producción firmada por Romeo Castellucci, regista de franco interés habida cuenta de sus últimos trabajos en Bruselas, como un brillante Orfeo. Llama la atención, ciertamente, que Matabosch se decida a escenificar precisamente este título, sin retomar las negociaciones habidas con Viena y sacándose de la manga una coproducción alternativa con París, pero no es menos cierto que la propuesta resultante atrae, tanto por la producción como por las voces escogidas, puesto que tanto Albert Dohmen en la parte de Moses como John Graham-Hall en la parte de Aron garantizan un buen trabajo.

   Quién firma estas líneas no puede sino celebrar que Joan Matabosch tomase nota del exitoso estreno en Zaragoza de la versión plenamente escenificada de Der Kaiser von Atlantis de Viktor Ullmann que promovimos desde la Asociación Aragonesa de la Ópera en 2013. El título llega ahora al Real, donde se estrena, en una coproducción con el Teatro de la Maestranza bajo la batuta de Pedro Halffter. En escena se dispondrá una nueva producción firmada por Gustavo Tambascio. Se han previsto cinco representaciones, en fechas intercaladas con Moses und Aron, con el forma una suerte de programa doble en días alternos durante el mes de junio. El equipo de solistas, comenzando por el barítono protagonista Alejandro Marco-Buhrmester, solvente Gunther en Bayreuth, garantiza una labor de sobrado oficio, sobre todo en los casos de José Luis Solá, Sonia de Munck y Ana Ibarra, de nuevo tirando Matabosch aquí de la cantera local, demostrando que se puede hacer este tipo de repertorio sin necesidad de recurrir a cantantes foráneos de forma sistemática (precisamente por eso sorprende aún más si cabe la elección del barítono protagonista, dicho sea de paso). El prólogo de la obra, originalmente escrito para ser cantado, será sin embargo narrado aquí por la gran actriz Blanca Portillo. Sobre la presencia de Halffter en el foso, permitanme una conjetura no exenta de maldad: ¿un favor debido al director sevillano, habida cuenta de que su nombre sonó para la titularidad del Real y fue sin embargo apartado de la misma casi de un plumazo?

   Sin duda los Puritani previstos como cierre para esta temporada 2015/2016 son todo un acierto, habida cuenta del dúo de tenores, ambos buenos amigos dicho sea de paso, que encabezarán los repartos previstos para este título de Bellini. Nos referimos por supuesto al español Celso Albelo y al mexicano Javier Camarena, que darán la réplica respectivamente a las sopranos Venera Gimadieva y Diana Damrau, en un cartel de gran interés que completan los barítonos Ludovic Tézier y Nicola Alaimo, las mezzo-sopranos Annalisa Stroppa y Cassandre Berthon y los bajos Nicolas Testé y Roberto Tagliavini. No podía faltar Emilio Sagi en una temporada del Teatro Real y suya será la producción que se disponga en escena en esta ocasión, en una coproducción con el Teatro Municipal de Santiago de Chile. Evelino Pidò, batuta sin alardes pero con probado oficio, estará al frente de la dirección musical de estas funciones.

   La opción de representar en concierto el Written on Skin de George Benjamin, por mucho que se cuente con el propio compositor a la batuta, es simplemente desafortunada, habida cuenta de la gran fuerza teatral de esta partitura y existiendo, como es el caso, hasta dos producciones notables de esta magnífica partitura, contando además en Madrid con los dos principales intérpretes (Christopher Purves y Barbara Hannigan) que la han representado escenificada en dichas ocasiones. Se trata, en cualquier caso, de una gira de conciertos con la Mahler Chamber Orchestra, que recala pues también en Madrid, por lo que entendemos que no ha sido tanto una iniciativa del propio teatro sino una propuesta que ha llegado a sus manos y que no ha querido dejar pasar.

   Se suman a esta tanda de representaciones en concierto dos títulos de Verdi, I due Foscari (23 y 26 de abril) y Luisa Miller (12, 15 y 18 de julio), cuajados de nombres interesantes, desde los tenores Francesco Meli y Michel Fabiano a las sopranos Ainhoa Arteta y Lana Kos pasando por el bajo Dmitry Beloselskiy o la mezzo María José Montiel, de nuevo con Leo Nucci en la parte de Miller y con la anual visita asimismo de Plácido Domingo al Teatro Real, con el mismo título que un año antes en el Liceo, I due Foscari, también allí por obra y gracia de Matabosch. Destacan, eso sí, las batutas escogidas para estas tres representaciones en concierto, comenzando por el propio George Benjamin (Written on Skin), siguiendo por James Conlon (Luisa MiIler) y terminando con Pablo Heras-Casado (I due Foscari). Cabe comentar, a este respecto, dos relativas sorpresas. Por un lado, finalmente Roberto Alagna cumple con su palabra y no regresa al Teatro Real, decepcionado con la sequedad de su ambiente tras el pasado Roméo et Juliette de diciembre, y habiéndose comentado su más que posible presencia encabezando el reparto de esa Luisa Miller, junto a su pareja la soprano Aleksandra Kurzak.

   Regresa con fuerza el ciclo de Voces del Real, ciertamente venido a menos con Mortier. No obstante, a pesar de la atractiva nómina de cantantes que se presentan en esta ocasión, los programas que traen consigo, todos ellos compuestos por canción de concierto, casi sin excepción, dejan un sabor de boca agridulce, porque casi se diría que estamos ante el Ciclo de Lied del CNDM y el Teatro de la Zarzuela y no ante el ciclo de Grandes Voces dedicado a la ópera en el Teatro Real. Sea como fuere, Natalie Dessay será la primera en actuar en este ciclo, el 29 de septiembre, con obras de Schubert, Mendelssohn, Duparc, Fauré, Liszt y Debussy, acompañada al piano por Philippe Cassard. El contratenor Xavier Sabata será el siguiente en actuar, el 5 de noviembre, con Markello Chrysikopoulos al clave y Simos Papanas al violín. El aclamado tenor Juan Diego Flórez regresará al Teatro Real, que visitó hace apenas algunas semanas de la mano de Juventudes Musicales Madrid, con un recital a piano, con Vincenzo Scalera, y con obras de Donizetti, Verdi y Massenet, entre otros. Otro contratenor, esta vez Bejun Mehta, se presentará en el Real el 9 de diciembre con obras de Mozart, Bach, Gluck y Hasse, junto a la Akademie für Alte Musik. También en diciembre, el día 13, Pablo Heras-Casado dirigirá un concierto dedicado íntegramente a Mahler, con su Sinfonía no. 5 y con el barítono Petter Mattei al cargo del ciclo de canciones del camarada errante (Lieder eines fahrenden Gesellen). Como en la pasada temporada, los galardonados en la LIII edición del concurso de canto Francisco Viñas se presentarán en el Teatro Real, concretamente el 21 de febrero. Ese mismo mes, el día 26, la soprano Maria Grazia Schiavo presentará un concierto dedicado a Shakespeare, con piezas de Purcell, Händel, Veracini, Graun y Benda, junto a Les Talents Lyriques dirigidos por Christoph Rousset. La gran Renée Fleming, aunque ya no en sus mejores días, regresa a este ciclo en el que ya estuviera presente, y lo hace esta vez co un recital con canciones de Schumann, Strauss, Rachmáninov y Barber, con Hartmut Höll al piano. Un tercer contratenor, Andreas Scholl, hará acto de presencia en este ciclo, el 22 de abril, con un programa dedicado a cantantas y canciones italianas, con obras de Lanzetti, Vivaldi, Scarlatti, Caldara y Händel, acompañado por Tamar Halperin al clave, Avi Avital a la mandolina, Tiziano Bagnati al laúd y Marco Frezzato al violonchelo. Susan Graham regresará una vez más al Teatro Real, donde actuase hace un par de años, y lo hará en esta ocasión con Malcolm Martineau al piano y un programa ciertamente variado, con canciones de Schumann, Faure, Strauss, Grieg, Debussy, Poulenc, Tchaikovsky, Granados y Berlioz. Se añaden también a esta propuesta dos “sesiones golfas”, una protagonizada por el barítono Simon Keenlyside, el 29 de abril, con Matthew Regan al piano y con obras de Kalman, Berlin, Weill, Kern y Gershwin; y una segunda, el 15 de junio, con Angela Denoke al frente de un programada dedicado a Kurt Weill, con Tal Baslhai al piano y Norbert Nagel con el clarinete y el saxofón.

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