Nuestro colaborador Alejandro Martínez recapitula los méritos e inconvenientes de los nombres más destacados en esta carrera por liderar
Sir Simon Rattle concluye a finales de la temporada 2017/2018 su titularidad al frente de la Filarmónica de Berlín, un cargo que asumió en 2002, sucediendo a Claudio Abbado. Desde hace un par de años, desde que Rattle anunciase el 10 de enero de 2013 que no renovaría en el cargo, no dejan de sucederse las apuestas por ver quién podría sucederle en tan prestigioso liderazgo. Lo cierto es que la cuestión está más abierta que nunca y no en vano se barajan esta vez más nombres que en ninguna de las elecciones anteriores. Comencemos por ver a quienes se han ido descartando a sí mismos con sus decisiones y acciones.
· Gustavo Dudamel (34 años). El último en retirarse de las quinielas ha sido el venezolano Gustavo Dudamel, la esperanza blanca de las batutas, aupado por diversos frentes hacia un horizonte de gloria que sin embargo no termina de colmar, seguramente porque todavía necesita tiempo para madurar y consolidar un estilo propio, lejos de esa perpetua imitación de Abbado que delata su gesto. Dudamel acaba de renovar su titularidad al frente de la Filarmónica de Los Ángeles, lo que le impediría asumir el cargo de titular en Berlín. Le honra tomar tal decisión, dando a entender que se sabe candidato para dirigir la Filarmónica de Berlín, pero no todavía.
· Andris Nelsons (36 años). Al igual que Dudamel con Los Ángeles, Nelsons renovó hace algunos meses su compromiso con la Sinfónica de Bostón, formación con la que quiere estrechar su vínculo de manera evidente y renunciando con ello, por ahora, a la responsabilidad de liderar la Filarmónica de Berlín. Nelson es todavía muy joven, pero es sin duda una de las batutas más prometedoras de la actualidad. No en vano es invitado regularmente a dirigir conciertos con la Berliner y será el responsable de dirigir el próximo Parsifal previsto en Bayreuth, en 2016. Junto con Dudamel podría componer el par de batutas llamadas a dirigir la Filarmónica de Berlín tras el titular que va a nombrarse el próximo mes de mayo.
· Kirill Petrenko (43 años). El genial maestro ruso se descartó a sí mismo para la titularidad de la Berliner hace algunas semanas, en un episodio un tanto bochornoso, de resonancias kleiberianas, cuando apenas horas antes de iniciar los ensayos para la tanda de conciertos con la Sexta de Mahler desapareció súbitamente de Berlín sin previo aviso, alegando motivos de salud, pero dejando entrever una inseguridad y un pavor ante el posible compromiso que no casan nada bien con los modos y valores de la formación berlinesa. En todo caso, si hay una batuta genial ahí fuera es la suya. Y si alguien puede dar una vuelta de tuerca más en la historia de la Filarmónica de Berlín, ese es Petrenko.
Hay al menos cinco batutas veteranas sobre las que podría recaer la titularidad. Me refiero ni más ni menos que a Daniel Barenboim, Mariss Jansons, Zubin Mehta, Bernard Haitink y Riccardo Muti. Cualquier de ellos tiene sobrados avales para encabezar un nuevo período al frente del Filarmónica de Berlín.
· Daniel Barenboim (72 años) está en el mejor momento de su ya larga y fecunda trayectoria, habiendo encumbrado a la Staatskapelle de Berlín al Olimpo de las mejores formaciones del mundo, como titular de la Staatsoper de la capital alemana, ahora con sede en el Schiller Theater. Barenboim sería una opción natural, cómoda y segura. Y además de algún modo la Berliner le debe algo a Barenboim, que fue ya uno de los candidatos más sonados, junto a Maazel y Muti, cuando se escogió a Rattle en reemplazo de Abbado. Barenboim se tomó aquello con una gran deportividad y ha mantenido desde entonces un vínculo habitual y firme con la formación.
· Mariss Jansons (72 años). Estamos ya ante una de esas batutas tocadas por la magia, cuyas apariciones se cuentan por ocasiones casi únicas, llamadas a dejar un recuerdo imborrable en la memoria del oyente. Lo cierto es que de no ser por sus problemas de salud no se habría retirado tan temprano de los fosos operísticos ni habría puesto fin seguramente a su titularidad en el Concertgebouw, donde ahora Daniele Gatti recoge el testigo. Jansons, de la misma edad que Barenboim, está sin embargo libre de toda atadura para asumir el cargo al frente de la Berliner, que sería la coronación absoluta a una trayectoria por la que nadie hubiera apostado en sus inicios.
· Zubin Mehta (78 años). Qué decir a estas alturas del gran maestro Mehta. Es desde antaño una de las opciones lógicas y naturales para liderar la Filarmónica de Berlín, con la que ha venido trabajando de forma continuada desde hace décadas. Su batuta abarca además un repertorio vastísimo y versátil. Mehta ofrece ademas un perfil especialmente carismático y popular, lejos del intelectualismo que pudieran cultivar otras batutas, menos dadas a la cercanía con el público y a toda la dimensión social que aspira a cubrir también la Filarmónica de Berlín con sus actividades.
· Bernard Haitink (86 años). Y qué decir también sobre Haitink, maestro de oficio consumado e indudable, aunque quizá no tan genial ni tan versátil como el citado Mehta. Haitink es sin embargo ya muy mayor como para liderar un período más o menos largo al frente de la Filarmónica de Berlín. Al mismo tiempo, esa circunstancia podría ser un aliciente, como en el caso de Jansons: candidatos ideales para un corto período de gloria con una batuta consumada al frente. Estirando este concepto cabrían en él también dos ancianos y venerables maestros, de una vitalidad desbordante hasta no hace mucho, como Georges Prêtre (90 años) y Nikolaus Harnoncourt (85 años), que se nos antojan sin embargo francamente improbables para el cargo, el primero ya por motivos de salud y el segundo por lo singular de su enfoque y lo singular de su trayectoria.
· Riccardo Muti (73 años). Aunque nunca no ha cultivado una imagen afable, más bien la de un maestro estricto e inflexible, chapado a la antigua, seguro de sí mismo y orgulloso de sus logros, la de Muti es una de las batutas más reconocidas de la actualidad. Aunque bien es cierto que sobre todo por sus trabajos en el foso y más especialmente con las obras de Verdi. No es que sea, ni mucho menos, una batuta mediocre al frente del repetorio sinfónico, pero nunca ha tenido aquí la misma personalidad que derrocha cuando dirige ópera. No obstante ha afianzado un trabajo muy elogiado estos últimos años con la Sinfónica de Chicago y mantiene asimismo un vínculo más o menos habitual con la Filarmónica de Berlín. A Muti no le sentó nada bien que se eligiese en su día a Abbado, primero, y a Rattle, después, y es que en el fondo de su corazón siempre ha soñado con el reconocimiento que reporta estar al frente de esta gran formación.
Junto a todas esas citas viejas glorias, si me permiten la expresión, todas ellas de indudable madurez, talento y probada solvencia, asoma la figura del más joven e igualmente talentoso Christian Thielemann (56 años). El berlinés es seguramente la opción más natural, ideal y lógica para abundar en una línea tradicional (a la Karajan) al frente de la Filarmónica de Berlín. Su entendimiento musical con la orquesta, habida cuenta de sus últimos resultados, es excelente y prometedor. Thielemann sin embargo cuenta con dos inconvenientes importantes. Por un lado su limitado repertorio, que apenas va más allá de los grandes nombres del repertorio alemán, lo que no es poco pero es sin duda insuficiente para la Filarmónica de Berlín. Pero sobre todo, y en segundo lugar, está el inconveniente de su personalidad y sus esporádicas declaraciones, que le ponen a menudo entre la espada y la pared en torno a complejos debates de calado político y moral. Y es que la Filarmónica de Berlín es también una comunidad moral, no sólo un referente musical de excelencia. Thielemann está asimismo ligado a la Staatskapelle de Dresde y a la Semperoper de dicha ciudad, al tiempo que dirige el Festival de Pascua de Salzburgo. Quizá demasiados compromisos para alguien que en el fondo prefiere sentirse más libre y más codiciado, con tiempo para dedicarse a los fosos de ópera, que tanto le seducen no sólo en Dresde sino también en Viena, donde aparece con frecuencia y donde es aclamado cada vez que regresa. En todo caso, a nadie escapa que la titularidad berlinesa sería para él todo un logro personal, algo que en el fondo ansía como pocos. También Riccardo Chailly es un candidato evidente, por muchos motivos amén de su vasto repertorio, pero sus actuales vínculos con la Gewandhaus de Leipzig (hasta 2018) y la Scala de Milán le alejan en parte de la titularidad berlinesa, simplemente por un asunto de compatibilidad de agendas. Pero conviene no perder de vista sus opciones, que son muchas. Y también hay quien apuesta por Vladimir Jurowski, que termina precisamente su vínculo con la London Philharmonic en 2018. Jurwoski viene ganando prestigio en el último lustro, se ha significado ante causas recientes con calado ideológico y moral (véase su carta sobre el Tannhäuser censurado en Rusia) y bien podría ser un tapado con más cartas a su favor de lo esperado. Improbable pero no imposible.
Además de todos los mencionados hasta aquí cabe citar asimismo a todo un ramillete de batutas, de diversos orígenes, edades y trayectorias, que podrían dar la campanada pero que son en última instancia candidatos altamente improbables. Me refiero a directores como Daniele Gatti (53 años), que quedó fuera al ser nombrado titular en el Concertgebouw, el alemán Ingo Metzmacher (57 años), el finlandés Esa-Pekka Salonen (56 años), el ruso Semyon Bychkov (62 años) o el estonio Paavo Järvi (52 años). También se ha barajado en alguna ocasión la improbable opción del neoyorquino Alan Gilbert (48 años), que acaba de terminar su relación estable con la Filarmónica de Nueva York. Tampoco Antonio Pappano (55) es una opción viable, habida cuenta de su recién anunciada renovación al frente de la Accademia Nazionale Santa Cecilia de Roma, al menos hasta 2019. También se ha barajado en algunos círculos la opción del canadiense-francés Yannick Nézet-Séguin (40 años), por el momento un tanto sobrevalorado a nuestro parecer. Dejamos para el final al único candidato español que podría sonar, aunque es improbable. Nos referimos por supuesto a Pablo Heras-Casado (37 años), valor al alza, con un repertorio versátil, con un trabajo discográfico notable y con un vínculo apreciable aunque aún no intenso con la Filarmónica de Berlín. Su elección sería sin duda un campanazo de alcance histórico; es improbable, pero no imposible.
Así las cosas, resumiendo lo dicho hasta aquí, la cuestión está entre escoge una batuta ya madura y consumada, esto es, alguien entre la larga lista que componen (y por este orden, diría yo) Barenboim, Jansons, Mehta, Haitink y Muti, o bien apostar por una de las dos opciones más lógicas, una por tradición y por méritos adquiridos, en el caso de Thielemann, y otra por talento y genio por desarrollar, en el caso de Petrenko. Cualquier titular nombrado que no resulte de entre los citados en este listado supondría una enorme sorpresa para todos los aficionados y críticos. Sea como fuere saldremos de dudas el próximo día 11 de mayo.
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