Una entrevista de Aurelio M. Seco
Fotografía: Fernando Frade/Codalario
Afirma que 2016 se ha desarrollado como viene haciéndolo desde el principio su carrera, sin sobresaltos pero sin pausa, y probablemente tenga razón, pero este año ha sido especial para Óliver Díaz. Es su primera temporada como director musical titular del Teatro de la Zarzuela y su trabajo está siendo recibido con elogios. Qué mejor noticia y situación para este asturiano hecho a sí mismo, ovetense de nacimiento, gijonés de corazón y espíritu neoyorquino –pues en la Juilliard se convirtió en el primer español en obtener la beca Bruno Walter- y madrileño, ciudad, la de Madrid, que está observando con un primerísimo primer plano su trabajo como músico y gestor, dos cualidades que maneja desde la generosidad y el buen juicio. Lejos quedan ya los tiempos de la Sinfónica de Gijón, sin perjuicio de que alguna vez vuelvan, eso sí. Pero Óliver Díaz está ahora en otros asuntos, en otro nivel de preocupaciones y circunstancias. No sería extraño que su nombre se empezase a barajar vinculado con alguna orquesta de nuestro país.
¿Cómo recibió la noticia de su contratación como director musical del Teatro de la Zarzuela?
Fue una sorpresa mayúscula a pesar de que tenía una gran relación con el Teatro de la Zarzuela. Si no recuerdo mal, la primera producción que dirigí aquí fue en 2011, con Luisa Fernanda. Después estuve todas las temporadas de manera continuada salvo la 15-16. Uno de los que presentó proyecto era Daniel Bianco que, como sabe, trabajaba en la dirección artística del Teatro Arriaga de Bilbao, junto a Emilio Sagi. Bianco posee dos vertientes interesantes y, en mi opinión, muy necesarias para el puesto. Por un lado ha sido gestor durante toda su vida. Pero es que además estamos hablando de un gran escenógrafo, con lo que su conocimiento de todo lo que supone un gran teatro no puede ser más adecuado.
¿Estaba usted dentro del proyecto que presentó Bianco?
No, yo no sabía nada del asunto. Daniel Bianco y yo no nos conocíamos de nada, aunque yo había trabajado en alguna producción de Emilio Sagi cuya escenografía había sido realizada por él, como puede ser la Katiuska que dirigí en el Teatro Campoamor de Oviedo.
Pero a usted quien le llama es Bianco.
Sí. Daniel es una persona tremendamente directa. No se anda con rodeos. Un día me llama por teléfono y me dice: “Óliver, no nos conocemos personalmente pero tengo mucho interés en hablar contigo”. Y quedamos para tomar un café muy cerca del Teatro Real, un día que además era fiesta en Madrid. Era un momento en el que Cristóbal Soler había decidido dejar el puesto de director musical del Teatro de la Zarzuela y Daniel quería conocerme para tomar una decisión. Me dijo que buscaba alguien dinámico y con peso que pusiera mucha energía en el teatro. Me sedujo inmediatamente, sobre todo por esa manera tan franca que tiene de mirarte y referirse a ti cuando te habla. Luego está su energía. Parece una dinamo humana.
Es difícil encontrar a alguien con más energía que usted.
Pues yo diría que él todavía tiene más. Desde que empezamos se ha mostrado como un trabajador infatigable, capaz de pasar todas las horas del mundo en el teatro, trabajando además con una velocidad e inmediatez descomunal. Estar a su lado es maravilloso.
¿Qué es lo que queda por hacer en el Teatro de la Zarzuela, qué están haciendo y qué quieren hacer en el futuro? El aspecto de las grabaciones, por ejemplo. ¿Por qué no se pueden realizar grabaciones en el teatro? Es algo ilógico.
Es una cuestión que nos gustaría arreglar, pero hay una serie de convenios que hacen que mover ficha sea difícil. Hay que tener en cuenta que nos encontramos unas normas de juego que, sean buenas o malas, son las que tenemos. Estamos trabajando a partir de aquí para intentar mejorar la situación. Lo que queremos es dar visibilidad al teatro, de muchas formas, porque este teatro tiene una hándicap, que es su visibilidad. El teatro de la zarzuela no es un edificio exento fácil de ver en la ciudad. También queremos trabajar mucho a través del repertorio. No sólo hablo de los títulos elegidos sino también de cómo se van a poner en escena. Nuestra intención es programar grandes títulos de ópera española y zarzuela, y también, por qué no, acercarnos al género de la revista.
La idea es invitar a directores musicales y de escena de peso, y realizar nuestras producciones. Esta visibilidad que queremos obtener del teatro tendrá como consecuencia que invitemos a artistas de primera línea internacional. No hablo sólo de grandes artistas españoles, que también, sino de fuera de nuestro país. Además, me parece importante que directores españoles de gran talento, que están haciendo una carrera importante fuera de España, debuten en el Teatro de la Zarzuela. Son directores que tienen que estar en el teatro sí o sí.
El trabajo en el Teatro de la zarzuela es apasionante. Tenemos que construir sobre lo que estaba hecho, pero hay muchas cosas que estamos tratando de acentuar. Daniel Bianco tiene una personalidad tremendamente marcada, y yo también tengo la mía. Hemos cambiado hasta la decoración. En mi despacho, por ejemplo, me he comprado mis propios muebles porque me gusta tener el despacho a mi manera. Yo creo que el equipo está funcionando muy bien. Cambiar tantas cosas tan pronto no es sencillo, pero en eso estamos.
Hablemos de su carrera.
El año 2016 se ha pasado como viene desarrollándose desde el principio mi carrera, sin sobresaltos pero sin pausa.
¿Cuántos títulos va a dirigir al año usted...
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