¿Cúales fueron los primeros papeles que afrontó como protagonista?
Yo antes cantaba papeles como Schaunard o Sharpless, aunque para mi el primer papel importante fue el de Enrico en una Lucia di Lammemoor que hice en Oviedo en el 2000.
Todavía dicen de usted que es una futura promesa del canto...
De mi y de muchos cantantes españoles. Yo he cantado más en Italia que aquí. He colaborado con el Maggio Musicale Fiorentino, en Palermo, o en Turín con papeles como el Conde de Luna, Rigoletto o Enrico. Aquí no será porque no he hecho, aunque en menor medida, otros títulos como Le nozze di Figaro y Divinas Palabras en el Teatro Real, o Il Trovatore en el Liceu de Barcelona, entre otros. Muchas veces han venido a saludarme después de una actuación y me han dicho "no te conocíamos". Creo que es un problema de la difusión que se da en la prensa y, sobre todo, de las agencias.
Está de nuevo en Madrid para dar vida a Roque en Marina, una obra que ha cantado en varias ocasiones. ¿Qué diferencia percibe en esta nueva producción de Ignacio García con respecto a las anteriores?
Si hablamos de Roque, he hecho cuatro producciones. No obstante, en el año 94 hice el papel de Alberto junto a Alfredo Kraus y Vicente Sardinero. Ignacio es muy verista y eso me encanta. Mi caracterización tiene que ser verdadera. Necesito creérmelo y hacerlo de verdad. Ha sabido coger la esencia de mi papel, un lobo solitario, un cascarrabias que no quiere saber nada del ser humano. Está cómodo en la soledad del mar. Es un hombre al que le gusta malmeter, como cuando a su amigo Jorge le dice que no es bueno irse con las mujeres. Luego tiene unas seguidillas muy simpáticas y el "Dichoso aquel que tiene", que es magnífico.
¿Alguna vez se ha encontrado con diferencias respecto a un director escénico?
Muchas veces. Lo que no me gusta son aquellos directores que aprovechan su poder para abusar del cantante, siempre me he rebelado contra ello.
¿Han llegado a renunciar de usted por alguna discrepancia?
Estando en la producción no. Sí se ha dado el caso de que, conocedor de que yo sería el cantante, han decidido prescindir porque saben que no consentiría ciertas cosas. La única vez que me he ido por propia voluntad fue en un Rigoletto en Mallorca, pero por culpa del director musical, que no consiguió dominar la orquesta en toda la semana de ensayos. No volvería a hacerlo.
¿Cuál es el problema?
A los cantantes jóvenes les meten miedo. En España tenemos una de las mejores potencias vocales del mundo. He podido asistir a muchos concursos del canto y el nivel es altísimo. Pero enseguida les dicen que Verdi hay que cantarlo a los 50 años. Es una locura. Los barítonos pasados ya probaban con Verdi a los 20 años. Realmente cuando tienes una técnica resuelta, puedes cantar todo. Otra cosa es que tengas un estilo o acento adecuado.
En más de una ocasión hemos hablado de las claves para acercar al público joven a la zarzuela, ¿cree que cosas como las de publicar por twitter el transcurso de los ensayos como hizo el Campoamor con las funciones de Don Carlo es un paso?
O el streaming. Parece que las retransmisiones en los cines funcionan muy bien. En Alemania hay iniciativas desde que son niños. Precisamente en la Marina que hice con Kraus había una serie de funciones matinales que se destinaban a enseñar didácticamente los personajes a los jóvenes. La gente piensa que los cantantes de ópera se limitan a dar gritos. Hay una representación teatral, una creación del personaje. En el norte de Europa hay funciones teatrales casi a diario, con lleno absoluto todos los días.
En las últimas temporadas ha interpretado con asiduidad el papel titular de Rigoletto. ¿Cómo enfoca este personaje y qué demanda Verdi para el papel?
Necesitas tener una potencia vocal y una tesitura determinada, además de un buen fraseo. Verdi es muy exigente, pero también lo es Mozart o el belcanto. Yo me oigo en la grabación que hice cuando me presenté con una romanza en la Escuela de Canto y perfectamente podía haber hecho el Verdi más belcantista, como el Germont. Querían que hiciera Mozart porque me enseñaba a cantar. La Favorita que debuté muy joven, fue una gran exigencia. Sobre Rigoletto, a nivel técnico todo es complicado. Dramáticamente es personaje es complejo, sobre todo cuando se es padre. La maldición final, que además acaba en un la bemol, que yo subo hasta el la natural, es un momento emocionantísimo. Tienes a tu hija muríendose en tus brazos. El papel es una carrera de fondo. En Trovatore tienes momentos estelares, mientras que aquí tienes que rendir en todo momento. Cuando hago este papel, está tan bien escrito que no me hace falta vocalizar.
¿Qué es lo primero que estudia cuando prepara un nuevo papel?
No suelo estudiar por grabaciones, sino con la partitura. Siempre voy cantando al lado de la orquesta. El libretto después, profundizando en cada frase del personaje. Cuando tienes un mes de ensayo el director de escena te va enseñando su visión del papel y en esos casos, sobre todo cuando debuto un papel, prefiero ir abierto a todo. La madurez se va adquiriendo.
Ya ha dicho que no se ve cantando Scarpia, ¿y otros papeles veristas?
Tonio lo debuto el año que viene aquí en la Zarzuela y en Las Palmas. Este repertorio no lo he hecho porque no me lo han ofrecido. Sí he hecho el aria de Chénier en concierto y Alfio puede llegar en cualquier momento.
¿La media voz en los barítonos existe, o es una leyenda urbana?
En mi caso lo que busco es cubrir mucho el sonido. En Verdi entiendo la voz así, porque tiene mucha orquestación y se te tiene que oir en la sala. Hay gente que recurre al falsete, pero se pierde el sonido. Por ejemplo el "Dichoso aquel" de Roque se podría vociferar, pero a mi me gusta hacerlo así.
¿Qué futuros compromisos le aguardan?
Además de lo citado antes, Falstaff en Málaga, varios conciertos con Ainhoa Arteta, conciertos en el Liceu y un Rigoletto fuera de España.
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