Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 26-IV-2019. TeatroReal. Las Voces del Real. José Bros y Ruth Iniesta. Obras de Ruperto Chapí (1851-1909), Federico Moreno Torroba (1891-1982), Pablo Sorozábal (1897-1988), Amadeo Vives (1871-1932), Reveriano Soutullo (1880-1932) / Juan Vert (1890-1931), Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), Federico Chueca (1846-1908), Jacinto Guerrero (1895-1951), Gerónimo Giménez (1852-1923) / Manuel Nieto (1844-1915). José Bros (tenor), Ruth Iniesta (soprano), Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del Teatro Real. José María Moreno (director).
No duden de que La Zarzuela está en auge, es verdad que incluso más fuera de España que en nuestro propio país, lo cual no deja de ser revelador y confirma la ancestral tendencia española a infravalorar lo suyo. Para demostrar el reverdecimiento de La Zarzuela, entre el 15 y el 18 de abril de este año, se ha celebrado -para debatir sobre el género- el Primer Encuentro Internacional de Zarzuela, apadrinado por Plácido Domingo en Tequila (Jalisco, México), dentro de los eventos organizados por la Asociación Zarzuela por el Mundo. «La Asociación Zarzuela por el Mundo fue creada con el objetivo de trabajar en brindar toda la información necesaria para ver más zarzuela en vivo. Para ello desarrollamos dos actividades principales. La presentación anual de los Encuentros de Zarzuela, y la promoción de producciones actuales y de gran nivel escénico, con el fin de motivar el crecimiento de una agenda dentro de la Temporada Internacional de Zarzuela». El encuentro contó con la intervención de conferenciantes como el catedrático Emilio Casares, Leopoldo Falcón -llamado el “Hombre de la zarzuela de México”-, Daniel Bianco (director del Teatro de la Zarzuela), Alberto González Lapuente (Coordinador de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, musicólogo y programador en Radio Clásica) o Fernando Poblete (programador), así como con mesas abiertas a directores de orquesta, cantantes, programadores de teatros, clases magistrales y con los conciertos «Zarzuela con nombre de mujer» y «Tequila es Zarzuela», con la intervención de alumnos del conservatorio de Tequila.
Unido a todo ello existen superiores iniciativas que ya han llegado a cierto nivel de madurez -esperemos que sigan avanzando convenientemente-, como la de conseguir que la UNESCO acepte la candidatura de La Zarzuela como Patrimonio Universal Inmaterial de la Humanidad. Idea planteada inicialmente por el compositor y director Miquel Ortega, los avances han llegado justo cuando se planteó la crisis -con paros y mucha gente saliendo a la calle a manifestarse en contra- de la absorción del Teatro de la Zarzuela de Madrid por parte del Teatro Real. Con el último cambio de gobierno, esta absorción se anuló y, a continuación, se encargó al catedrático Emilio Casares la confección de un dossier -que entregó al Ministerio de Cultura- como primer paso para iniciar la presentación de la candidatura de La Zarzuela a la UNESCO.Por otro lado, La Zarzuela nunca deja de representarse por todo el mundo. Por poner un ejemplo, entre el 4 y el 19 de mayo de 2019 en Los Ángeles, una producción de Los Angeles Opera pondrá en pie a El gato montés, de Manuel Penella, y que tiene a Plácido Domingo, Ana María Martínez, Nancy Herrera, Arturo Chacón y Rubén Amoretti como principales protagonistas.
El concierto que nos ocupa, íntegramente de zarzuela, creemos puede restañar las fricciones entre ambos teatros madrileños, programando El Real un concierto con dos figuras solventes de nuestra lírica, a saber: la soprano zaragozana Ruth Iniesta (Premio Codalario 2015 «Artista revelación»), que cuenta con una ya exitosa carrera en plena rodadura en ópera, zarzuela y oratorio, y el veterano tenor barcelonés José Bros (1965). Como «pero» sobre el planteamiento a la hora de anunciar y promocionar el concierto diremos que, si bien éste está comprendido dentro de sus anuales denominados como Voces del Real, en este caso se ha pecado de personalismo vendiendo el concierto -en fotos, programa de mano, anuncios en prensa y en la web del teatro- con el protagonismo casi en exclusiva de José Bros y relegando a Ruth Iniesta al papel de mera acompañante, cuando los dos cantaron exactamente el mismo número de piezas en solitario sin contar las que hicieron como dúos.
En cuanto al contenido, se hizo repaso de algunas de las joyas más valiosas para soprano y tenor que alberga nuestro género lírico. Bros comenzó de forma fría el concierto -aunque siempre hay que contar que lo ha de compensar con su dilatada experiencia-, interpretando un muy bien contrastado en dinámicas «De este apacible rincón de Madrid», así como una muy romántica y ensoñadora «Bella enamorada». En «Mujer de los negros ojos» demostró que es una de sus romanzas favoritas porque supo tocar de forma directa las fibras más íntimas del público. Nos gustó un poco menos en «Por el humo se sabe dónde está el fuego», donde pudo solventar a duras penas ciertos problemas en la colocación y mantenimiento de los agudos cuando los ataca en forte o fortísimo, cuya tendencia en esos casos es la subsiguiente emisión oscilada, al ejecutarse de forma un tanto forzada y sobrepresionada. Fue al llegar las propinas en solitario cuando el tenor pudo demostrar su clase y poderío en «No puede Ser»,así como en «Júrame», de María Grever, que interpretó -según sus propias palabras- recordando a su padre.
En los turnos de Ruth Iniesta, también acusó frialdad y falta de cobertura total en los agudos de su primera romanza, «En un país de fábula», si bien demostró línea de canto, gran lirismo y desparpajo en «Madre de mis amores» de la zarzuela Monte Carmelo, de Moreno Torroba, adornándose en el dúo con la flauta cual Lucia de Lammermoor o Marina (obras en las que también se utiliza este recurso de juegos entre solistas instrumentos y voces). Gustó mucho en su recreación de la poco frecuentada «El vals de la bujía» –de la zarzuela Luces y sombras, de Federico Chueca-, que se coronó con meritorio y bien proyectado agudo final. De igual forma, encandiló y maravilló al público en «Me llaman la primorosa», una de las romanzas más reconocibles y de segura factura en la voz de nuestra soprano. En sus propinas en solitario se decantó por ËPobre chica, la que tiene que servir», -de La Gran Vía, de Chueca-, que desgranó con propiedad y casticismo, si bien no se adecúa estrictamente a su vocalidad -por ser un tanto grave- y, quizá, supo a poco como propina en solitario.
Fue en el terreno de los dúos donde el recital -a nuestro entender- ganó la mayor parte de los enteros que hicieron que al final fuera un éxito redondo, con la mayoría del público puesto en pie, ya que además se optó por una compenetrada semi escenificación de todos ellos. El dúo «Le van a oír» nos llevó mentalmente a los ensayos que se están llevando a cabo para el estreno de una nueva producción de Doña Francisquita en el Teatro de la Zarzuela (ya les contaremos qué tal el estreno). Se agradecióel que se programara el bello dúo «Hay un palacio junto al prado de San Fermín», perteneciente a Jugar con fuego, de Barbieri, donde rememoramos a la pareja discográfica Lorengar-Munguía-aquí Ruth nos recordó a Pilar-,que tantas y tantas grabaciones hicieran de nuestras zarzuelas. Impetuoso y pasional fue el «Todos lo saben» de La tabernera del puerto, con estupendo y empastado agudo final al alimón. La última pieza del concierto también fue un dúo, «Caballero del alto plumero», de Luisa Fernanda, muy equilibrado y de redondeada ejecución.
Si bien el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Madrid estuvo a la altura y contribuyó al éxito del concierto en romanzas y dúos, estando el maestro José María Moreno pendiente en todo momento de los cantantes, no fue éste el caso de las piezas de solo orquestal. Tanto en El tambor de granaderos como en La revoltosa, ambas fueron atropelladas por tempi inadecuados y falta de delicadeza en el volumen -en algunos casos, ruido- generalizado, matizaciones inexistentes, embarullamiento, indicación de alguna entrada en falso y algunos desatinos en la percusión. En cuanto a las propinas ya mencionadas de cada cantante, éstas se quedaron tan cortas que hubo que añadir bises-interpretando dos veces cada una- las respectivas del «Caballero del alto plumero» y de «El dúo de La Africana» (que no se interpretó completa, sólo la parte final). Entendemos que a un recital de estas características, en El Real, y llevando piezas de zarzuela, no se puede «ir con lo puesto» y deben ofrecerse diversidad y cantidad suficiente de propinas preparadas, más allá de que se puedan bisar piezas que hayan gustado especialmente.
Para terminar, no siempre se hace el énfasis suficiente en que nuestra zarzuela no es –ni ha sido- un género ajeno a los grandes cantantes de ópera de todas las cuerdas, de todas las épocas y de diversas nacionalidades. Ello probablemente se deba a que la fuerza, expresividad, musicalidad y pasión presentes en nuestro género musical son elementos profundamente atractivos para cualquier cantante que se precie. Desde todos los teatros y auditorios de nuestro país -evitando, eso sí, a las «compañías de bolos varios»- debe apoyarse nuestro género lírico y comprometer intercambios con teatros interesados a escala mundial, a fin de que el género sea preservado en su esencia y no asimilado a otros géneros ajenos -como podría ser el musical americano-, ni tampoco cercenar a la ligera libretos o actualizar o renovar el género sin criterio -en puestas en escena sin sentido o experimentos con cantantes no líricos-, estropeando ostensiblemente el original. Sería de esta forma, y no de otra, la que conseguirá que La Zarzuela se internacionalice, se haga cada vez más interesante para cantantes españoles y extranjeros, aunque no sean de habla hispana y consiga su Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Foto: Javier del Real / Teatro Real
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