Una entrevista de Mario Guada | @elcriticorn
Fotografía: Ricardo Cerezo.
Vicente Cueva es uno de los violinistas de mayor proyección y más activos en el panorama nacional. Formado en España y Austria, su interés por la música le llegó muy pronto y por el ámbito familiar. Dedicado en cuerpo y alma al violín, comparte su fuerte actividad concertística con el interés pedagógico, del que es un auténtico convencido. Fundador de formaciones de tanta proyección como el Dúo Pablo Sarasate, el Habemus Quartet y especialmente la Orquesta de Cámara de España, un proyecto que le ha aportado reconocimiento y grandes satisfacciones. El violinista, de talante calmado y reflexivo, habla para CODALARIO sobre su carrera y especialmente sobre Shoah, su actual proyecto interpretativo y el más ambicioso de su carrera, una composición para violín solo y templo sagrado compuesta por el autor contemporáneo Jorge Grundman, con el que le une una especial relación profesional.
Hablemos un poco de su trayectoria profesional. Usted se formó en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, posteriormente en Barcelona y finalmente en Viena. ¿En qué influyó cada una de esas etapas de su formación en el intérprete que es actualmente?
Mi formación empezó desde muy temprano, con mis padres, ambos músicos. Más adelante oficialicé mis estudios de violín en el RCSM de Madrid y terminé los estudios superiores con mi querido Maestro Agustín León Ara. Los seis años que permanecí bajo su tutela me han marcado muy profundamente y a día de hoy transmito todas sus enseñanzas acerca del análisis técnico, del sonido y de todos los demás aspectos de la técnica del violín a mis alumnos. Posteriormente tuve la suerte de conocer a Klara Flieder, una gran violinista y pedagoga con la que estuve estudiando en Viena y con la que tuve el honor de trabajar gran cantidad de repertorio de violín y de música de cámara.
Entre algunos de los hitos de su carrera cabe mencionar la formación del Dúo de violines Pablo Sarasate, y por otro lado el Habemus Quartet, con una clara querencia por la música contemporánea. ¿Qué puede decirnos de sendos proyectos?
Con el Dúo Pablo Sarasate abordamos prácticamente todo el repertorio para dos violines y recorrimos toda España, estrenando obras como la Sonata para dos violines de Miklós Rózsa, una obra bellísima y de gran dificultad, desconocida hasta entonces en nuestro país. Hay han quedado además nuestras grabaciones de la integral de los Dúos de Bartók y de la Sonata para dos violines de Prokofiev. El Habemus Quartet es un proyecto que va creciendo y hemos conseguido convertirlo en una formación de referencia dentro de la música contemporánea consonante. En todos nuestros conciertos hemos estrenado obras a nivel mundial y somos el único cuarteto español especializado en esta música. Nuestro próximo concierto es el próximo 11 de abril en Segovia, dentro del Festival de Música Sacra, en donde interpretaremos Mortuis Resurgere, de Jorge Grundman, junto a la soprano Susana Cordón. Desde aquí invito a todos los lectores a que vengan a escuchar nuestro concierto.
En 2006 funda, junto a otras figuras muy implicadas en el proyecto, la Orquesta de Cámara de España. ¿Por qué vio la necesidad de crear una formación de este tipo con inclinación hacia el ámbito estatal?
A pesar del nombre, la Orquesta de Cámara de España es una formación privada y jamás hemos recibido apoyo oficial o estatal. La OCE nació de una necesidad, la de unir a todos aquellos músicos que después de realizar nuestros estudios fuera de España volvíamos a nuestro país con energías e ilusión de crear una formación en donde mostrar nuestra valía. La excelencia ha sido nuestra obsesión desde la creación de la orquesta y nos vanagloriamos de ofrecer esa calidad en todos y cada uno de nuestros conciertos.
¿Qué balance hace de estos años de trayectoria al frente de dicho conjunto?
El balance es fabuloso. Hemos hecho decenas de conciertos con los más grandes directores y solistas, y dada la versatilidad de la orquesta, hemos llegado a participar incluso en producciones de ópera, galas líricas, presentaciones privadas… El violinista Nigel Kennedy ha dicho de la Orquesta de Cámara de España, después de participar con nosotros en un concierto dentro del Ciclo Solistas Extraordinarios de Juventudes Musicales, que es una de las mejores orquestas de cámara del mundo.
Además, desarrolla una poderosa actividad pedagógica como profesor en la Escuela Superior Katarina Gurska. ¿Cree un intérprete con una larga y nutrida trayectoria sobre los escenarios en la pedagogía como un elemento fundamental para su desarrollo artístico, o es más bien un mero complemento profesional a su labor como intérprete?
En realidad puedo decir que la pedagogía es lo más importante en mi carrera y aquello a lo que dedico la mayor parte de mis energías. Llevo muchos años trabajando con alumnos de grado superior y estoy especializado en el trabajo de la técnica violinística. Estoy muy contento y orgulloso de que Katarina Gurska haya confiado en mí para oficializar mi labor pedagógica como profesor de Grado Superior y Master de Interpretación Solista en el CSKG, único centro homologado con el Ministerio de Cultura. Somos como una gran familia y me dan total libertad para poder realizar mis conciertos, algo muy importante para cualquier profesor. ¿Qué podemos enseñar si no salimos a los escenarios? Por eso leo con preocupación las noticias cada vez más frecuentes de músicos que tienen que abandonar la enseñanza por la incompatibilidad con su vida como intérpretes. En ese aspecto en España tenemos mucho que aprender de otros países en los que es un orgullo para los centros de enseñanzas superiores que sus profesores salgan a las salas de concierto.
Usted ha grabado música de muchos y diversos compositores. Sin embargo, parece que le une una relación especial con el autor coetáneo Jorge Grundman. ¿Qué hace de su música algo de tanto interés para usted?
Su música llega muy fácilmente al que la escucha, y creo que la emoción es un parámetro que por desgracia se ha perdido mucho en la música actual. Estoy seguro de que ese es el secreto por el que la música de Grundman está teniendo tanto éxito en todo el mundo. Jorge Grundman me dio la oportunidad de grabar sus tres sonatas para violín y piano W Sonatas, junto a mi amigo, el fabuloso pianista Daniel del Pino. Fue una experiencia fantástica y con este CD fuimos nominados a Mejor Álbum Clásico en los Premios de la Música Independiente y Disco para la historia por la revista Ritmo.
Precisamente el último gran proyecto junto a Grundman es la interpretación de Shoah for Solo Violin and Sacred Temple, una partita para violín solo, concebida además de una manera muy especial, tanto por sus cualidades acústicas –con el propio templo casi como un intérprete a sumar–, como por el alcance social de la propia composición. Háblenos al respecto de ello.
El proyecto Shoah es quizás el más ambicioso que he afrontado en mi carrera. Es una Partita para violín solo que consta de siete movimientos musicales. Cada uno de ellos está dedicado a alguno de los campos de concentración y guetos de la segunda guerra mundial. El séptimo movimiento es la palabra, ya que se leerá un texto en referencia a cada movimiento antes de la interpretación de cada uno de ellos. La finalidad del proyecto, una vez grabado el CD, es llevar la memoria del Holocausto por todo el mundo, para que nunca se olvide lo que allí ocurrió.
Para el autor, la figura de Johann Sebastian Bch y sus célebres Sonatas y Partitas para violín solo se encuentran en su composición de forma subliminal. ¿Siente usted, por decirlo de algún modo, dicha presencia del genio de Eisenach cuando interpreta Shoah?
Sí, el guiño a la música para violín solo de Bach es inevitable y de hecho Jorge Grundman y yo hemos trabajado para que estos momentos bachianos sean muy perceptibles en cuanto a su estilo dentro de la Partita Shoah.
A nivel técnico, ¿qué supone para usted la interpretación de esta obra, de casi una hora de duración, sin ningún tipo de soporte más que su propio violín?
Creo que es una prueba de fuerza para cualquier violinista. Pero llevo muchos meses preparándome para ello y después de haber grabado el CD estoy deseando llevar esta maravillosa música por todo el mundo. Los conciertos van a ser muy intensos y emotivos y van a salirse del formato al que estamos acostumbrados. Pero estoy seguro de que el público los va a recibir acorde al entusiasmo con el que el compositor y yo estamos afrontando este proyecto.
Hablando del instrumento, cuéntenos acerca del Stradivari «Auer» de 1691 que tiene la fortuna de tocar en la actualidad. ¿Qué se siente tocando uno de los grandes violines que se conservan?
Es una oportunidad única en mi vida y la estoy disfrutando muchísimo. Tengo que agradecérselo al matrimonio Dubois, propietarios del Grupo Canimex establecido en Quebec, que con la ayuda del luthier madrileño Laurent López, han confiado en mí para cederme este maravilloso violín para la grabación de este CD.
El estreno absoluto tendrá lugar el 25 de abril, en un lugar tan emblemático como la Sinagoga del Tránsito, en la hermosa Toledo. ¿Qué espera del estreno?
Espero llegar con mi violín y la música de Grundman al corazón de las personas que acudan al concierto. Será el primero de muchos que ya tenemos programados. Estamos desbordados ante el interés que está originando la Partita Shoah entre los programadores y las instituciones. Además, estoy deseando que llegue este día y descubrir la reacción del público. Deseo que sea un gran éxito.
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