Por Javier del Olivo
28/11/2014. Bilbao. Palacio Euskalduna. Temporada de la ABAO. Verdi: Attila. Ildebrando D’Arcangelo (Attila). Roberto Aronica (Foresto). Anna Smirnova (Odabella). Àngel Òdena (Ezio). Eduardo Ituarte (Uldino). David Aguayo (Leone). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Francesco Ivan Ciampa, director. Ruggiero Raimondi, dirección de escena.
Arranca la 63 temporada de la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) cumpliendo un año más con el proyecto “Tutto Verdi” que tiene como objetivo representar todas las óperas del genial compositor italiano. Una temporada marcada por la reducción, por cuestiones económicas, del número de operas representadas (de las siete habituales se ha pasado a cinco programas, uno de ellos, este curso, doble). Aún así la Junta Directiva de la Asociación pretende que sea una reducción temporal y apuesta por garantizar los buenos niveles de calidad en su oferta musical.
Como decíamos, Verdi es el encargado de abrir (y también cerrar, con su Otello) temporada. Y se ha elegido una de las llamadas óperas “de galeras”, esa terrible época para el compositor que, por diversas circunstancias, le mantuvo unos cuantos años trabajando a un ritmo y en unas condiciones que para nada eran las ideales para él. Lo analiza con detalle, en el caso de Attila, Helen Greenwald en su interesante artículo sobre la génesis de la obra que aparece en el libro de la temporada editado por la ABAO. Está claro que la ópera que nos ocupa no es de lo mejor de la producción verdiana pero sí contiene elementos valiosos y, lo más importante, aunque sosteniéndose en estructuras musicales que ya caducaban en la trayectoria del compositor, contiene elementos que ya nos dan pistas sobre la evolución futura de la escritura verdiana. Quizá la mayor debilidad de la obra provenga de un libreto en el que se vieron involucrados dos de los escritores de cabecera de Verdi: Piave y Solera. También intervino, como casi siempre, el propio compositor. Pero el resultado no deja de ser endeble, con un argumento poco logrado dramáticamente y un dibujo de los personajes muy arquetípico. Musicalmente si que tiene mayor interés destacando por su carácter intensamente verdiano el dúo de bajo y tenor del Prólogo. Muy destacable también el precioso comienzo del acto I con la escena de Odabella y su aria Oh! Nel fuggente nuvolo. Obra, en resumen, disfrutable, sobre todo para aquellos aficionados más afines a Verdi que verán ella esa evolución necesaria que le llevará a crear sus obras maestras.
Para esta ocasión la ABAO ha reunido un reparto vocal con buen nivel general. El papel protagonista lo asumía el bajo-barítono Ildebrando D’Arcangelo quien, aunque se anunció antes del comienzo de la representación que sufría una indisposición pero aún así iba a cantar, fue el cantante más relevante de la noche. Su volumen, que no es muy grande, luchó con la indisposición, con el Euskalduna y con el excesivo volumen orquestal que en alguna puntual ocasión le tapó. Pero su canto fue el más verdiano de la velada, fiel a ese legato tan característico de la escritura del compositor. También ayudó un timbre bello y noble y una presencia escénica idónea para el personaje. Aunque al comienzo de la obra si que se notaron algunas asperezas en las notas altas la voz fue calentando y no dio muestras, el resto de la representación, de dificultad alguna.
Muy apreciable tambén resultó la Odabella de Anna Smirnova, que debutaba en las temporadas de la ABAO. Tampoco comenzó muy acertada, un poco insegura, pero en la escena a la que nos referíamos más arriba, y que abre el primer acto, y en el posterior dúo con el tenor mostró sus cualidades: facilidad de movimiento por toda la tesitura, amplio volumen y fiato adecuado. Su timbre no es lo más destacado de su voz pero sí ofreció una excelente técnica. Roberto Aronica demostró ser un cantante que se mueve bien el terreno verdiano. Aunque sus intervenciones no fueron especialmente relevantes, siempre estuvo ahí su canto bien ligado y con volumen. Aunque más seguro en las zonas baja y media de la tesitura no hubo tampoco problemas apreciables con sus agudos. Menos acertado estuvo Àngel Òdena como Ezio. A nuestro entender no supo darle a su personaje la nobleza vocal tan característica de los barítonos verdianos. No faltó intención en su canto y demostró poseer un poderoso volumen pero no resultó una actuación redonda. Correctos Eduardo Ituarte y David Aguayo como Uldino y Leone, respectivamente.
El Coro de Ópera de Bilbao volvió a demostrar, después de algunas intervenciones más flojas la temporada pasada, que es un excelente conjunto vocal, destacando, dadas las mayores intervenciones en esta obra, las cuerdas masculinas. Fueron calurosamente aplaudidos por el público.
También debutaba en ABAO el joven director italiano Francesco Ivan Ciampa. Su trabajo fue de lo mejor de la noche. Supo, en todo momento, mantener la tensión dramática de la partitura y si bien, como comentábamos, el volumen orquesta fue en algún momento puntual excesivo, en general su dirección fue excelente logrando definir con precisión los diversos contrastes musicales de la obra. A destacar su labor con el coro y con una estupenda Orquesta Sinfónica de Euskadi, que siempre respondió con ganas y brío a las indicaciones del director. Destacar las secciones de cuerda que sonaron muy bien empastadas.
Un ejemplo de la nobleza musical de esos bajos y barítonos que pueblan las óperas verdianas ha sido el gran Ruggiero Raimondi que a lo largo de su carrera a dado excelentes lecciones en estos papeles. Ahora en su faceta de director artístico se enfrenta al mundo de Verdi de otra manera, presentando en Bilbao una coproducción de la Ópera Real de Valonia y de la Ópera de Montecarlo. Es indudable que conoce este mundo y eso se ve en su dirección que se entronca con la manera más clásica de abordar a Verdi. Domina el movimiento escénico pero sus planteamientos, siendo correctos, no dicen nada nuevo. Se apoya en una escenografía, debida a Daniel Blanco, sin más elementos que unas columnas móviles y una escalinata que nos hacen pensar más en un palacio romano que en el campamento de Attila, lugar en que se desarrolla la mayor parte de la trama, haciendo la narración bastante monótona. Destacar una excelente iluminación de Albert Faura. Vistoso el vestuario que firma Laura Losurdo.
Para terminar, comentar unos detalles que muchas veces no se señalan pero que indican el interés que hay en la Asocación por acercar la ópera al público que acude a ella. En la página web de la ABAO se pueden descargar, en formato pdf, las distintas publicaciones que hace la Asociación alrededor de una ópera: desde el libreto bilingüe hasta fotos de la producción pasando por una excelente publicación, Scena. En esta pequeña “gacetilla” con formato de periódico y que se distribuye en distintos puntos de Bilbao los días previos a la primera representación, se presenta la obra, con varios fragmentos del artículo principal del libro de la temporada, un resumen del argumento, la biografía de los principales artistas, diversas informaciones de interés y códigos QR que permiten acceder, por ejemplo, a fragmentos musicales de la obra o a un tráiler de la producción. Una apuesta por la información y por las nuevas tecnologías que hay que valorar y podrían copiar otros teatros nacionales con presupuestos más abultados.
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